sábado, 14 de mayo de 2022

¡Infiernos!

-¡Siempre igual! ¡Esa gentuza se podría ir al Infierno!- Exclamó papá fuera de sí mientras veía las noticias

- Papá.- Preguntó Lucas. -¿Qué es el Infierno?

Los ojos de Papá buscaron desesperadamente los de mamá en una clara súplica “¡Échame un capote!”

-¡Ah, ah!- Canturreó ella divertida. - En este jardín te has metido tú solito, así que te toca a ti explicárselo a Lucas; y para otra ocasión, controla un poco tu genio.

- Dicen mis amigos que es donde va la gente mala; que allí hay fuego por todas partes, te meten en unas ollas gigantes, y los demonios, que son rojos, tienen cuernos y patas de cabra, te pinchan con unos tenedores gigantes.- Dijo Lucas con cara de pasar miedo ante la sola idea.

Muchas ideas le pasaron a papá por la cabeza; y sobre todo primaba la de no estallar en carcajadas ante la imagen que su hijo le había descrito, y que a él le recordaba a varias historietas que leía de pequeño. Reírse de eso no iba a estar bien, porque su hijo iba a creer que se iba a burlar de él. Papá apagó la tele para asegurarse de que su hijo iba a contar con toda su atención, con un gesto, le invitó a sentarse junto a él; y tras ordenar las ideas para poder explicárselo de la manera más clara posible, y tomar una buena bocanada de aire, se aplicó a la tarea.

- A ver, hijo, ante todo, voy a explicarte que eso que te han dicho tus amigos, es una idea muy antigua que se tenía para referirse a este lugar, pero en realidad es una cosa fácil y difícil de explicar a la vez. Lo primero es que hay que hacer algo muy, pero que MUY gordo y no estar arrepentido de ello para ir, ¿entiendes?

- Sí… - Contestó el niño

- Y lo siguiente, es que es algo no tan terrorífico como te han dicho tus amigos, pero sí muy pero que muy triste; el Infierno, es un sitio donde Dios NO está

Papá se tuvo que tomar unos momentos de pausa para ver la reacción de Lucas. El niño estaba asimilando lo que le había dicho su padre, y estaba formando la respuesta en su cabeza.

- Pero entonces… casi se puede decir que todo el mundo está en el Infierno, porque se comportan como si Dios no existiera, y no les importa.

- Aquí viene lo complicado, hijo. Mamá y yo siempre te decimos que Dios es Amor, ¿verdad?

- Sí...- Respondió Lucas. - Y también el padre Manuel en la misa lo dice, y mis catequistas

- Bien. Pues imagina un mundo SIN amor; donde nadie quiere a nadie, donde no hay nadie que te quiera porque falta Dios, y por lo tanto el amor no está; un mundo donde no tienes amigos verdaderos, donde tus padres no te quieren, y tú no quieres a nadie; un mundo sin esa sensación calentita de querer y saberte querido; un mundo en el que, en realidad, estás sólo.

El niño abrió mucho los ojos, empezaba a darse cuenta de lo que su padre le estaba diciendo. No era algo tan gráficamente terrorífico como le habían pintado, pero eso no hacía mucho más agradable lo que su padre le acababa de contar. Papá abrazó fuerte a Lucas, y le dijo:

- Si tú haces algo mal, si haces daño a alguien, o haces algo movido por falta de amor, y no te arrepientes de lo que has hecho, ni tratas de corregirlo, entonces es cuando te compras un billete directo a ese lugar sin Amor. Pero puedes estar tranquilo, porque sé que tú no eres de esa clase de persona; eres un niño bueno, que sabe cuando ha metido la pata. Mamá y yo te queremos mucho, y por eso te perdonamos cuando haces algo que no está del todo bien, ¿verdad?

- Sí.- Respondió Lucas esbozando una tímida sonrisa

- Pues con Dios pasa igual; Él nos quiere con locura, infinitamente, a pesar de nuestras meteduras de pata. Es por eso que te vuelvo a decir que puedes estar tranquilo, porque mamá y yo estamos convencidos de que no irás allí si sigues haciéndolo como hasta ahora.

- ¡Bueno, chicos!.- Dijo mamá viendo que la conversación llegaba a su fin. - ¿Preparamos la cena?

- ¡Sí!.- Respondieron ambos a la vez. La tele, por supuesto, ya llevaba un rato largo apagada, y así siguió.