domingo, 10 de febrero de 2008

Política y fé: ni juntas, ni revueltas.



            Veo últimamente y con preocupación creciente, cómo l@s polític@s se meten cada vez más en distintos aspectos de nuestras vidas con tal de conseguir nuestro voto; un voto que les lleva a tener el poder para gobernarnos a tod@s a su antojo. Hasta ahora, me reía de sus intentos y de las chucherías que prometen; pero se ha metido la religión de por medio, y eso es algo que no debemos permitir; y mucho menos debemos seguirles el juego y entrar al trapo.
     NINGUNO, repito; NINGUNO de los actuales partidos políticos, nos representa a los cristian@s. Ni derechas ni izquierdas, tienen derecho a decir que nos representan, y que al votarles, estaremos asegurando que nuestros “intereses” estarán vigilados y cuidados.
     Los Cristian@s amamos a nuestros semejantes por que, como hij@s de Dios, son nuestros herman@s.
     Los Cristian@s repudiamos todo tipo de guerra y actuación violenta contra nuestros herman@s.
     Los Cristian@s no deseamos que hayan injusticias, que haya alguien pasándolo mal (hambre, sin un techo sobre su cabeza, sin saber si verá amanecer mañana), a costa de que otr@s vivan con la única preocupación de no repetir modelito dos veces o de si su próximo Rolls Royce hace o no juego con la fachada de su casa.
     Los Cristian@s somos una familia universal; TOD@S hij@s de Dios; y como tales, tod@s corresponsables un@s de otr@s. Si mi herman@ necesita mi ayuda ¿no iré a ayudar y a tender mi mano?
     ¿Hacen eso en algún partido político? NO. La gente que se dedica a la política, se pasa el día atacándose entre ellos, insultándose y arengando a la gente a enfrentarse unos con otros. Las famosas “Dos Españas” han sido inventadas por esta gente con la vana esperanza de obtener nuestro apoyo aunque ello signifique que nos enfrentemos herman@ contra herman@ por causa suya.
     No nos engañemos; a la clase política le importamos un bledo seamos creyentes o no, sólo quieren que les demos nuestro voto para poder vivir a nuestra costa; agrediéndose delante de las cámaras de televisión, tomándose unas cañas juntos cuando nadie les ve, y riéndose de nosotr@s, pobres infelices, que con el sudor de nuestra frente les mantenemos a ellos en un tren de vida con el que nosotr@s sólo podemos permitirnos soñar. ¿Eso es ser cristian@? ¿Esa gente nos representa?
     No caigamos en ese error. Jesús vino a anunciarnos el Evangelio, la buena noticia de que som@s hijos de Dios y que el amor es el único motor que debe mover nuestras vidas; vino a eso, no a montar ningún partido político, y lo dijo bien claro: “Mi reino NO es de este mundo” No debemos caer tampoco en el error ni clero ni laicos de pedir el voto para una u otra formación, pues eso es usar la fé de las personas en intereses partidistas. Lo vuelvo a decir: el reino de Dios, no es de este mundo, ni se elige a Dios en ninguna votación, ni Jesucristo está al frente de ningún partido político.
     Votemos a quien nuestra conciencia nos diga que va a hacer más por la gente e intentemos aportar nuestro esfuerzo a la hora de no sólo votar cada cuatro años, sino también de preocuparnos por los asuntos públicos (políticos) cotidianos e, incluso, de participar en los partidos políticos que más nos gusten para impregnar su acción de nuestra espiritualidad y ética cristiana

     (Escrito al alimón con un viejo amigo)