viernes, 25 de diciembre de 2009

Se acabó

Ante el año que se acaba, como creo que cualquiera, he echado la vista atrás, haciendo un recuento/balance de lo ocurrido; de las cosas que hay en mi vida que me gustan, y las que no. También, he hecho un balance de la gente que ha seguido en mi vida y la que no, y la que me gustaría que siguiese o no.
El resumen es el siguiente: Estoy cansado, muy cansado de cosas, personas, actitudes y situaciones, y harto de dejar que todo eso me afecte. Más de una, y de dos personas me han dicho que tengo el defecto de sobre-cargarme de situaciones, y que eso iba a acabar conmigo; yo me reía, pero veo que no se equivocaban. Por lo que he decidido poner punto y final a la situación, e ir cerrando puertas, por mucho que me joda.
La primera está muy clara, y ya llevo tiempo dándole vueltas: Visto que mis mejores esfuerzos han sido en vano, y dado el escaso apoyo que he recibido de mucha de la gente a la que he representado, y dado voz; viendo los ataques ingratos recibidos por gente por la que he dado la cara cuando no han sido totalmente honestos conmigo, tengo la decisión tomada al 95% de no presentarme a las siguientes elecciones sindicales. Estoy harto y cansado de esforzarme, de luchar, de poner una cara amable e intentar agotar todas las vías diplomáticas para no llevarme más que palos por todos lados. Se acabó el preocuparme más por la gente, que bastantes cosas tengo yo, como para encima preocuparme por los demás. No esperaba agradecimiento ni reconocimiento por lo que hacía; pero desde luego que tampoco es como para machacarme y atacarme de la manera que se ha hecho. Criticar desde fuera, pero cuidándose muy bien de no hacerlo, no sea que nos manchemos las manitas es muy fácil. Pues señores, que cada palo aguante su vela, que yo ya me he cansado. Me he cansado de estar con el come-come todos los días esperando a ver quién me va a atacar ese día en el curro; eso se acabó; a partir de Diciembre del año que viene, iré a la mía: fichando mi entrada y mi salida, haciendo mi trabajo como un tío más y se acabó.
La siguiente de las cosas es la familia. Me cabrea que se me critique el si estoy o no estoy con la gente, y próximo y con relación con mis primos y tíos o no. ¿Para qué? ¿Para encontrarme con intrigas y críticas a las espaldas después de una falsa sonrisa a la cara? ¿Para saltar de pelea en pelea, o de reproche en reproche y tiro por que me toca? Para eso, mejor me quedo aparte y punto, que paso de esas cosas. Sí, es duro decirlo cuando en los últimos dos años hemos enterrado a 4 personas, 3 de ellas por la maldita enfermedad llamada Cáncer (sí, en los 3 casos la culpa la ha tenido la enfermedad, no ningún familiar como algunas personas han dicho por ahí), y con otros dos familiares aquejados por dicha enfermedad (sin contar el que tuvo mi padre). Uno no puede menos que sentir cierto miedo; porque, dado el historial de la familia, uno no puede hacer menos que preguntarse cuando le tocará el turno en esta macabra lotería. Si ese día llegase, espero que sea rápido, con la menor agonía posible y haciendo sufrir a cuanta menos gente a mi alrededor, mejor. Pero volviendo al tema del contacto sí o no. ¿Se atreven a criticarme cuando yo me he molestado en llamar casa por casa para dar mi número cuando me fui de casa de mis padres? ¿Cuantas veces ha sonado mi teléfono en estos más de cuatro años? Si exceptuamos a mis padres, mi hermana y mi familia política, os puedo asegurar que mi teléfono no ha sonado ni una puñetera vez. He estado ahí siempre que mi horario de trabajo me lo ha permitido cuando ha habido alguien hospitalizado, o he tenido que dar un último adiós (eso cuando se me ha querido avisar, claro), también en los momentos felices como bodas, bautizos, etc (pero los momentos buenos se dan por descontado, claro), pero... ¿Cuant@s vinieron a verme, o me han llamado cuando me atropelló la furgoneta, cuando me he dislocado el hombro, o cuando, hace ya casi un año, he estado hospitalizado? NADIE. ¿Y os atrevéis a criticarme y reprocharme a mí? A esa gente se lo digo bien claro: ¡Anda a la mierda! Por ese motivo, para mí ya sólo cuentan mis padres y mis hermanas (hablando de familia de sangre), el resto, si queréis formar parte de mi vida, la puerta está abierta, quien no, os digo lo mismo: Yo no obligo a nadie a permanecer a mi lado, ni tampoco les echaré. Quien quiera quedarse, que sea bienvenido, quien se quiera marchar, que tenga buen viaje.
Con las amistades, sé que este año me he portado bastante mal; la distancia se ha agrandado, y no les puedo culpar, pues gran parte de la responsabilidad por dicho distanciamiento ha sido enteramente mía. Lo reconozco, pues nunca me gustó ocultar nada; soy un muy mal gestor de mi tiempo y les ha tocado pagar el pato a ell@s. ¿Qué puedo decir? No tengo excusa, así que no las pondré. Como decía en el caso de la familia (pero sin tanto rencor), no obligo a nadie a permanecer a mi lado, ni tampoco les echaré (llamadlo cobardía si así lo deseáis); mi puerta siempre va a estar abierta: Quien quiera quedarse, se lo agradezco de corazón, y espero que sepa perdonarme; y a quien quiera salir de mi vida (o sacarme de la suya), lo comprendo perfectamente, y desde luego no se lo voy a reprochar ni a voy a culparle/a de nada.
Sí, es un tanto radical estas tomas de postura, pero podéis creerme; estoy cansado, muy cansado de luchar, de esforzarme, y no llegar nunca a nada, de no ser lo suficientemente bueno para tod@s ni colmar las expectativas que se tienen puestas en mí. No sé si estaré tomando las decisiones correctas o no; pero es lo que siento. Supongo que el tiempo acabará por decirme si tengo o no la razón; pero eso ya lo veré más adelante.
¿Y ahora? Pues ahora tengo simbólicamente una carretera vacía ante mí como la de la foto. Supongo que sólo me quedará seguir caminando a ver qué me encuentro.
¡Nos vemos en el camino (o no)!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad!


¡Otra vez están aquí las navidades! Navidades marcadas por este año funesto de crisis. Unos las celebrarán, y otros las padecerán. Sí, a pesar de la crisis económica, muchos gastarán por encima de sus posibilidades para vivir estos días a todo tren y aparentar una potencia económica que no tienen ante familiares y amigos. Otros, pasarán estos días en los que se supone que hemos de estar alegres con la tristeza del paro, el dinero que no tienen ni les da para vivir, con la amenaza de perder trabajo, vivienda o tener que empeñar bienes muy preciados para ellos para poder tener algo que llevarse a la boca. Otros, pasarán estos días lamentando la ausencia de quienes les han dejado y ya no están con ellos; y así sucesivamente.
Y yo pregunto ¿cual es el sentido de la Navidad? ¿Las comilonas? ¿los regalos? ¿Los modelitos que nos vamos a poner en Nochevieja? ¿La cogorza que nos vamos a pillar la última noche del año? ¿El que vamos a tener un par de días de fiesta en los que no vamos a trabajar?.
¡Qué pena, qué tristeza si realmente es así!
El 25 de Diciembre, es la fecha que se eligió para conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazareth; un hombre como tú y como yo, que vino a cambiar la forma de pensar de la sociedad. Un hombre que nos mostró que lo importante no es tener, y desde luego el más importante no es el que más tiene, si no el que se preocupa de y por los demás; que no tenemos que mirarnos tanto el ombligo, ni preocuparnos de qué hacen mal los demás en lugar de fijarnos en qué fallamos nosotros. Eso vino a decirnos, además de que en muchos de los problemas cotidianos, la llave de la solución la tenemos nosotros mismos, en lugar de culpar tanto a los demás de lo que nos pasa.
Pero ¿hemos aprendido algo en estos más de 2000 años de historia desde que él estuvo enseñando? Seguimos siendo egoístas e irresponsables; mirándonos el ombligo, queriendo tener y ser más que los demás, sintiéndonos superiores, y culpando a los demás de lo que nos pasa; culpando a cualquiera menos a nosotros mismos. ¿Eso es responsabilidad? Mientras sigamos pensando así, seguiremos pasando estas fechas gastando el dinero que no tenemos en aparentar lo que no somos, viviendo por encima de nuestras posibilidades para darle en las narices incluso a nuestros seres queridos (que ya me diréis qué amor hay en ese tipo de actos), pensando nada más que en nosotros mismos y en hacer las cosas a cambio de algo (ya sea material, o en forma del qué dirán) y preocupándonos más en disfrutar estos días de fiesta para desparramar y hundirnos que en recordar por qué se celebran estas fiestas. Incluso no faltarán los cínicos que se dicen no creyentes, y desprecian a los que lo son, pero ¡que nadie les toque estos días de fiesta!
A esos individuos, les deseo también una FELIZ NAVIDAD, aunque ellos la hayan hecho hueca y carente de sentido.
Yo en forma general, os deseo a tod@s y sin excepción, que tengáis una muy FELIZ NAVIDAD, en la que podáis tomar conciencia de qué es lo que celebramos realmente, y que ese hecho os toque especialmente el corazón, y aprendamos a no mirarnos tanto el ombligo, y más hacia los demás.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Perséfone



"Cual es tu nombre?" Pregunté dejándome caer agotado sobre las sábanas. "Perséfone" fue tu escueta respuesta; con un deje frío en el timbre de tu voz y una sonrisa pícara en tus labios.
Perséfone, como la leyenda griega; aquella hija de Démeter Diosa del Olimpo y de Zeus. Perséfone, cuya belleza conquistó a Hades, señor de los muertos, el cual la secuestró para tomarla como esposa. Perséfone, que fue rescatada por su madre, para luego descubrir que al haber probado uno de los frutos del reino de los muertos, estaba vinculada a este, y que no podría dejarlo indefinidamente.
Perséfone, que en la primavera se reúne con su madre, y es entonces cuando las flores se abren en todo su esplendor, y la vida vuelve a la tierra; pero que al pertenecer a su captor, en Otoño ha de volver al mundo de los difuntos, donde le espera su matrimonio, una muerte en vida; muerte que queda reflejada en la tierra con la llegada del otoño, y los fríos invernales.
Perséfone ¡Cuantos paralelismos hay entre tu vida, y la Perséfone griega! He llegado a pensar que sois la misma. Cuando puedes escapar de tu matrimonio vacío, al que casi te viste forzada, y te reúnes conmigo; la primavera llega a mis ánimos; la vida misma estalla en mi interior con el brote de tu sonrisa, y el calor del sol me inunda con tu mirada. Es imposible tener pensamientos fúnebres cuando comparto tu presencia, cuando tus cabellos caen en cascada alrededor de tu cuello y sobre tu pecho; cuando compartimos la danza de la vida y me llevas a territorios inexplorados de suma felicidad.
Pero la realidad se impone, Perséfone. Y al igual que tras la Primavera llena de vida, llega el caluroso verano, tras este llega el melancólico Otoño, y el solitario y frío invierno. Y así son mis noches cuando volvemos a nuestras realidades, Perséfone: tú de vuelta con tu marido captor, y yo con mis noches frías y solitarias, sabiendo que perteneces a otro. Odiándole por que te tiene contra tu voluntad, envidiándole por que te tiene.
Las noches otoñales son las más duras, pues aún tengo fresco el recuerdo de nuestros estivales y calurosos encuentros. En esas noches, fruto de la desesperación, he gritado mil veces al viento tu nombre. La respuesta ha sido el eco del silencio; trayéndome el recuerdo del vacío que deja tu ausencia. Y con ese vacío, con ese silencio atronador que todo lo llena e invade, llegan las noches invernales que congelan mis sábanas, mis ánimos, y hasta tu recuerdo.
Pero sé que la primavera llegará de nuevo a mi vida, es ley y ciclo de la naturaleza; como sé que tú también estarás de vuelta. Tu Hades, tan cabrón, no puede vigilarte ni controlarte todo el año; y ese pensamiento es el que me consuela en mis inviernos que paso privado de tu presencia.
¡Vuelve, amada Perséfone! ¡Trae de nuevo la vida de la primavera a mi existencia, y el calor del verano a mis entumecidos miembros. Trae esa vida y ese calor a mi corazón para que pueda latir con más prisa, recordándome que estoy vivo, y que mi hora de ir a la barca de Caronte aún no ha llegado. Tráeme la felicidad de mi primer encuentro con la primavera, contigo, llenándome de ilusión, haciéndome olvidar el frío, silencioso y solitario invierno. Tráeme ese primavera llena de vida y promesas de un mañana mejor y más cálido.
Y si algún día la tristeza de mi invierno es tal, que mi pobre corazón no lo soportase más, quiero que en mi tumba quede escrito: "Esperó la primavera que le traía a Perséfone"

jueves, 10 de diciembre de 2009

Clímax de Morfeo

Dicen que el sueño de la razón, produce monstruos; esto es: Cuando permitimos que nuestro raciocinio deje de ser el que toma las riendas, cuando nos olvidamos que somos seres racionales, puede salir el ser irracional que llevamos dentro; el monstruo que se guía por los instintos y emociones, sin importarle si lo que hace es correcto, está bien o está mal, pues sólo busca saciar sus apetitos.
A menudo escuchamos la expresión "pajas mentales" sin que algunos tengan bien claro a qué se refiere dicha expresión. Vendría a ser como el perderse en el interior de nuestra mente, y divagar sobre lo que pensamos, sentimos, vivimos; como si estuviésemos filosofando (o tal vez estemos presas de algún fármaco o sustancia alucinógen@). De estas ensoñaciones, suelen salir pensamientos que a los demás se les suelen antojar absurdos y totalmente alienígenas, y entonces es cuando sueltan la susodicha expresión de "hacerse pajas mentales"
Dichas "pajas", bien son el producto del soñar despierto, del permitir a nuestro yo racional darse un descanso y salirnos del punto de vista al que nos tienen obligados por el cual nos guiamos sólo por lo que podemos ver, oír y tocar; pero son también un huir de esta realidad excesivamente tangible que nos aprisiona y limita.
¿Cual es el resultado de lo que conocemos vulgarmente por una "paja"? Lo sabemos bien, el orgasmo, la (vulgarmente conocida) corrida; un estado de relajación total después de unos momentos de tensión y éxtasis. Casi se podría decir que si Morfeo es el señor de los sueños, y las "pajas mentales" son al fin y al cabo, ensoñaciones; lo que saliera de ahí, sería como si Morfeo "se corriese" Como dicha expresión queda muy fea y vulgar (sí, aunque parezca extraño, yo también puedo tender a la moderación en el lenguaje) y "Orgasmo de Morfeo" sonaría a película X con el personaje de la película "MAtrix" como protagonista, he decidido darle un nombre un poco más aceptable, y usando una expresión que hace mucho que nadie usa para denominar al orgasmo: Clímax.
¿Y por qué os suelto esto? Pues por que es como he decidido nombrar una de las etiquetas de mi blog, que se dedicarán para designar exclusivamente eso: El fruto de mis ensoñaciones y pensamientos en los que envío a la razón a echarse una pequeña y relajante siesta.