Como veis, se trataba de una espiral viciosa que me acababa sumiendo en unas pajas mentales para nada buenas; y eso acabó marcando esa etapa de mi vida, volviéndome cada vez más apático y tímido.
Afortunadamente, esos días pasaron, y a día de hoy, sí que estoy bastante de acuerdo con la afirmación con la que abría este post.
Hoy me miro al espejo, y veo a la persona que soy; con sus defectos y virtudes. Sí, estoy gordo, y no lo voy a negar, la miopía y el repelús que me da el tema de ponerme nada en el ojo me obligan a llevar gafas en lugar de lentillas; tengo una verruga en la nariz (herencia de mi madre), y el pelo comienza a escasear en la cabeza (herencia de mi padre). Además, el vitíligo tiñe mi cuerpo a parchones semi-albinos que debo proteger de la luz solar con mucho más mimo que el resto de mi piel, y me hace parecer una especie rara de dálmata bípedo. Pero también tengo un color agradable de pelo (rubio oscuro-castaño claro), un color de ojos que a más de una chica encandilan (entre verde y azul oscuro) enmarcados en unas gafas que dan un aire un tanto más interesante de lo que soy.
He aprendido a convivir con mis defectos (tanto físicos como psicológicos), pero sin dejar que estos me dominen, o me hagan sentir peor. No dejo que me marquen, ni me cohiban en mi relación con l@s demás. Simplemente están ahí y ya está, pero actúo como si no estuvieran, o como si fueran parte de mí, y procuro llevarlos con naturalidad. ¿Y sabéis qué? Haciendo eso, esos defectos acaban minimizándose, hasta el punto de prácticamente desaparecer-
¿A qué me lleva todo eso? Pues a aprender a querer más a quienes me rodean, a darme cuenta que todos tenemos defectos, o podemos equivocarnos. Te ayuda a comprender mejor a la gente, a no juzgarles demasiado duramente por sus errores, pues yo también los cometo, e incluso; como me dijo en su día un compi de curro, a encontrar la belleza dentro de la imperfección; esto es, a convertir ese pequeño defecto de la persona en una parte que la diferencia del resto, y que la hace identificable y única; como si fuera un rasgo distintivo que le hace especial.
De esta forma, se cumple también el cuento del patito feo; y de ahí, convertir la imperfección en motivo de alegría y seguridad en un@ mism@; convertir al patito feo que se encierra en cada un@ de nosotr@s, en un hermoso cisne.
Por ese motivo os digo: "Aprended a quereros un poco más, eso os ayudará a querer más a l@s demás, y os hará sentir más queridos y felices"
¿Qué me decís?