jueves, 29 de mayo de 2014

Conviene conservar artículos así...

CULTURA 'Ser católico no tiene más que ventajas', asegura

Soy católico... Y a mucha honra

  • Javier López presenta en Jaén su último libro, un tratado contra el laicismo militante

El periodista jienense Javier López, autor de 'Soy católico,...
El periodista jienense Javier López, autor de 'Soy católico, ¿algún problema?'. EL MUNDO

Soy católico ¿algún problema? es más que el título de un libro. Es, sobre todo, un tratado contra el laicismo militante escrito desde el humor. Su autor es el periodista Javier López, una de las plumas más brillantes de la narrativa actual andaluza que completa con esta segunda entrega el trabajo iniciado con su primer libro titulado Soy católico ¿pasa algo?.
En aquel primer volumen, un manual de autodefensa para creyentes vilipendiados, Javier López dejó claro que no hay que volver a las catacumbas, como los primeros cristianos, sino declarar desde el respeto a todas las creencias -o no creencias- que ser católico en esta época de endeblez ética no tiene más que ventajas. Su último libro se presenta el miércoles, día 28, en el Salón Mudéjar del Palacio del Condestable de Jaén. En junio lo presentará en Granada.
No es vergüenza, según el autor, sino prudencia lo que el creyente siente al confesar sus creencias. Javier López lo expresa así: "España es un país bronco y el católico una persona pacífica. El laicismo es el matón de la clase al que jalea una sociedad acobardada en el papel de chica de las trenzas. El laicismo impone su criterio porque mete miedo al árbitro, al neutral, que es el que inclina la balanza".
"En este contexto adverso -prosigue- al católico le cuesta tanto hacerse oír que prefiere guardar silencio. De esta estrategia se aprovecha el laicista, consciente de que la opinión pública sigue antes al que grita más que al que actúa mejor". Y pone un ejemplo: "El laicismo vocifera que la Iglesia es rica mientras la Iglesia atiende con sus propios recursos las necesidades de los pobres. Si la sociedad da la razón al laicismo es porque ha calado en ella la idea errónea de que teorizar sobre el amor es más justo que abrazar al desvalido".
Cabría preguntarse entonces cuáles son las ventajas de ser creyente. Javier López pregunta a su vez: "¿Ventajas? Al arzobispo de Bruselas le llueven tartazos, a Rouco improperios y al creyente de base burlas.El católico no busca ventajas. No se persigna para que le hagan hueco en el consejo escolar de un colegio privado ni bendice la mesa para comer gratis. El católico sabe, por el contrario, que la fe lleva implícito el yugo llevadero y la carga ligera. Y eso le hace feliz". Y echa mano de una frase de Jesús para expresarlo mejor: "La frase de Cristo en la que anuncia a los apóstoles que serán perseguidos por su causa no es aparentemente un estímulo para seguirle, pero, sin embargo, es todo un reclamo porque de lo que se trata es de perder la vida para ganarla".
Las flechas de Soy católico ¿algún problema? apuntan hacia toda dirección. El periodista jiennense cree que la Iglesia recibe críticas desde tantos ámbitos que ha sentido la necesidad de devolver la pelota al conjunto de los la que la tienen entre sus obsesiones de cabecera. "Tengo que aclarar que es un libro escrito desde la ironía, que es el humor de sobremesa. En ningún momento pierdo de vista que las personas a las que aludo son gentes con las que gustosamente tomaría café", añade.
Javier López no elude la pregunta de qué peso ha de tener la religión en una sociedad reconocida laica como la nuestra: "¿Se ha preguntado alguna vez el motivo por el que las civilizaciones caen y la religión católica permanece?", interroga el autor. Y responde: "Una sociedad puede describirse como le plazca a sus gobernantes, o a sus generadores de opinión, pero el niño que pone la cuna en el belén desmiente el cliché desde el momento en que le empiezan a brillar los ojos. Y no hay punto de comparación entre una postura determinada por el resentimiento y otra sustentada en elcarpe diem derivado de la fe. Quiero decir que el laicismo mira al cielo, no para pedir que llueva, sino para responsabilizar a Dios de la sequía, mientras que el niño, en cambio, adora el verano".

miércoles, 28 de mayo de 2014

Análisis de lo poquito que vi de la final de la Champions

   Dedico este post a mi amigo El Osezno, después de lo que le ha sucedido en Facebook. Él sabe que yo hace mucho que abomino del fútbol, el cual él adora, le apasiona y ha hecho de este casi su religión. Siempre que hay temporada, ahí está él por las mañanas comentando los partidos como un profesional (sinceramente, lo hace mejor que muchos "profesionales"). Da igual que él sea del Real Madrid; cuando tiene que criticar algo que hacen mal, lo critica, y cuando tiene que felicitarles, lo hace igualmente... pero siempre desde el respeto, sin rebajarse al insulto, y huyendo de hooliganismos.

     ¿Y qué le ha sucedido en Facebook? Pues que en esa página, como en todas las que hay en internet, no faltan los trolls (por cierto, me planteo cambiar al Troll por el Trasgu, figura más patria, y que al fin y al cabo hacen lo mismo), que se dedican a justo lo contrario que mi amigo, y que han estado bombardeándole cada comentario hasta el punto de decidir que ya no piensa comentar nada más sobre el fútbol en dicha red social después de los revolcones verbales que se ha llevado.

     Como he dicho al principio, yo hace años que me desentendí del fútbol (ya os contaré los motivos otro día); pero ya sabéis que soy un poco defensor de las causas perdidas y por eso me he decidido a escribir este post, como apoyo. Dio la casualidad que este Sábado me encontraba terminando ya la mudanza de apartamento, cuando a mediodía estaban emitiendo la final de la Copa de Europa (Me niego a llamarla por el comercial nombre de "La Champions"); así que cansado como estaba, me dejé caer sobre la butaca a ver el partido que enfrentaba a los dos equipos de la capital española mientras devoraba el pollo frito que había comprado.

     Os adelanto desde ya que pillé el partido empezado, y que el gol del Atlético de Madrid me pilló en el baño; pero con la cansina magia de la repetición (lo vi hasta 10 veces desde todos los ángulos posibles; sólo faltó que Iker Casillas, portero del Real Madrid tuviese una micro-cámara filmando desde su bolsa escrotal). Más claro, el agua; el gol que encajó fue por una cagada totalmente suya.

     El partido era un domino claro del Atlético; el Madrid insistía en hacer pases largos que el rival cortaba una y otra vez. Pases largos y arrancadas en solitario sin pasar ni una sola vez para luego cagarla al llegar al área rival (aunque tuviera un compañero totalmente desmarcado a escasos metros); eso era todo lo que vi por parte del hoy deca-campeón de Europa. No, el Madrid no se estaba mereciendo en absoluto el ganar la copa. El Atlético estaba siendo muy superior, con pases cortos que desequilibraban al equipo contrario; tenían al rival bailando al son que ellos querían tocar; y parecía que la cosa iba a quedar así.

     A partir del minuto 60, no sé bien qué pasó; tal vez fueron los nervios de estar por primera vez en muchísimos años en una final de estas características, tal vez la presión de la afición por conseguir ese título derrotando al eterno rival, puede que el ansia por verse por fin campeones de Europa por primera vez en su historia... El caso es que el equipo colchonero empezó a hacer gala de un juego menos pulido, menos límpio: agarrones, patadas, perder el tiempo a lo tonto y adrede con el árbitro a la hora de poner la barrera... No sé, no me gustó la actitud de los jugadores del Atlético de Madrid a partir de ese momento, haciendo gala de unas acciones que les sobraban de la misma manera que sobra el Ketchup que los yankis le ponen a la Paella; y más aún yendo como iban, ganando.

     Me fui por la puerta en el minuto 75, pues tenía cosas que hacer, y al poco rato me llega un mensaje de Portal: "Gol de Ramos"... "¡A tomar por culo!" Pensé; eso significaba que se iban a la prórroga. Tardé... no sé lo que tardé en llegar a la parroquia donde doy ahora catequesis de confirmación los Sábados por la tarde, pero en ese tiempo el partido terminó, prórroga incluida con el resultado de 4-1 a favor del Madrid.
¿Qué cojones pasó en tan poco tiempo? No me entra en la cabeza cómo un partido perdido en casi 90 minutos por 0-1 puede tener una remontada tan desproporcionada en tan poco tiempo; y menos aún si estaban jugando igual a como lo habían estado haciendo. No, no lo entendí. Me alegré por mis amigos madridistas, me dio penita por mis amigos colchoneros, por haber estado prácticamente acariciando el trofeo, para ver cómo el sueño se hacía trizas y luego cenizas que el viento se llevaba de una forma tan brutal.

     No, no entiendo el fútbol; y cuando veo a los aficionados llorar por el partido perdido, aún menos.

martes, 20 de mayo de 2014

Desde el Exilio XXVII, Vivo de milagro

     Hacía mucho que no contaba mis vivencias aquí; se puede decir que tenía este diario de a bordo casi abandonado. Los hechos de hoy me hacen retomar un poco esto.

     Hoy me ha tocado ir a recoger una maquinaria que habíamos llevado a reparar; el personal de la tienda-taller me dijo que fuese a partir de las 13:00, que ya habrían acabado de comer y estarían todos. Como está un poco apartado, salí de la caseta a eso de las 12:15 para poder llegar con el tiempo bien holgado.

     Si ya de por sí el tráfico es bastante desesperante en condiciones de clima seco, os podéis imaginar cuando ya estamos entrando en estación lluviosa. Aquí las tormentas cuando caen, lo hacen a lo grande: tienes el limpiaparabrisas a máxima velocidad, y aún así tienes que reducir la velocidad todo lo que puedas para no pegártela porque no puedes ver apenas a través del parabrisas.

     La Avenida Ricardo J. Alfaro (más popularmente conocida como "Tumbamuerto") suele estar siempre saturadísima de tráfico, así que aproveche para, en cuanto me fue posible, desviarme a una de las carreteras de peaje, la cual, esperaba que estuviese un poco más despejada.

     Y así fue: una carretera de peaje larga, sin semáforos ni viviendas cercanas, sin zonas peatonales... me las prometía bien felices. Pero la casi tragedia estaba a punto de suceder.

     Aún llovía con fuerza, lo cual, me hizo reducir la velocidad considerablemente para tener capacidad de reacción suficiente ante cualquier imprevisto; y mira por donde, que este surgió:

     En una de estas pasadas del limpiaparabrisas que me permitía tener una vista más clara de la carretera, vi cómo surgió de la nada un individuo que había decidido cruzar a pie y corriendo la autopista. "¿De donde coño has salido?" Grité al parabrisas, sabiendo que él no podría escucharme, a la vez que daba un volantazo para evitar la colisión y atropello del tío; no fue demasiado brusco, pero el problema fue la balsa de agua que mis ruedas pillaron en ese momento.

     He de decir que Panamá está construyendo mucho, muchísimo; pero el problema es que una vez que dejan las obras terminadas, parece que no invierten ni un centavo en el mantenimiento de las cosas, y así te encuentras con un bache pronunciado que hace dos meses era una pequeña imperfección en la calzada, y que dentro de dos meses será un boquete de dimensiones considerables. Pues eso es lo que me sucedió: un desnivel no corregido oculto por el agua que había caído y que hizo que mi coche patinara.

     Momentos de pánico: el patinaje me mandaba a una zona sin quitamiedos que daba a un desnivel bastante pronunciado; vistazo rápido por el retrovisor por si viniera alguien por detrás con el que pudiera colisionar (en ese momento, el imprudente que cruzó por ahí me importaba una mierda), y pude ver en el espejo mis ojos abiertos de par en par. Instintivamente, mi mano se estaba dirigiendo al freno de ídem, pero recordé las enseñanzas de la autoescuela: "Jamás uses el freno de mano cuando patines; eso bloquea las ruedas y aumentará el deslizamiento" Cuestión de segundos para obrar correctamente: pisadas suaves del freno mientras intentas dominar el volante para re-dirigirte y evitar el golpe, y la distancia con la caída iba disminuyendo, el coche iba frenando su velocidad, pero no sabía si sería lo suficiente... No pude evitar cerrar los ojos ante la inminencia del impacto, y sólo pude acertar a decir: "¡Por favor, Dios, que sea rápido!".

     Debe ser que Dios no me quiere aún con él allá arriba, pues el coche se detuvo a un escaso medio metro de distancia de la caída. Puse el freno de mano y la palanca en la posición de "Estacionado" (es un coche automático), y respiré hondo. Oí un estruendo de un pitido grave, y vi por el retrovisor un "Diablo Rojo" a toda pastilla. No tenía nada que temer: yo estaba en el izquierdo, él iba por el carril derecho (a toda velocidad, sí, pero en el carril derecho). Le dio igual, el tío estaba decidido a pitarme aunque no le estorbara, y lo hizo. He de decir que muchos conductores de este tipo de autobuses que ya deberían haberse retirado de la circulación desde Febrero del año pasado, tienen la misma actitud: conducir avasallando con su tamaño y sus pitadas de camión grande al resto de los conductores, estés en su camino o no. Ellos tienen que imponer su ley del más fuerte, y punto. Según me sobrepasó, tuve una cruzada de cables y salí del coche; os puedo asegurar que jamás un madrileño soltó un "¡Hijolagranputa!" con más rabia de la que solté en ese momento.

     ¿Y el gracioso que cruzó por donde no debía? Ni rastro de él, pero os puedo asegurar que, si me lo llego a cruzar en ese momento, habría preferido que le hubiese atropellado. ¡Será payaso! Por culpa de él, casi paso a mejor vida.

     ¡En fin! Una vez más que miro a la de la guadaña cara a cara, y esta decide que aún no se atreve conmigo. Sinceramente, espero que se lo siga pensando bastante tiempo más, así como espero que no me vuelva a pillar un tormentón como el de hoy, y que la gente deje de ser tan gilipollas como el imprudente de hoy que casi me cuesta la vida

Sólo la puntita


lunes, 5 de mayo de 2014

Yo tengo una cafetería

   Imaginad que tengo una cafetería en la que doy  desayunos, y a mediodía, suelo dar comidas. Es una cafetería pequeña, coqueta, pero con ganancias suficientes como para poder mantenerme a mí y a mi familia, y como para tener 3 personas atendiendo las mesas y un cocinero, los cuales tienen un salario más o menos justo (ya sabéis que eso es subjetivo, cobran por encima del salario mínimo de su sector, el cual está por encima del salario mínimo interprofesional; para mí es justo, ellos quisieran algo más).

     Un día, mis trabajadores se sientan conmigo a negociar, pues tienen un número "X" de peticiones que hacerme de mejoras en sus condiciones salariales. Tras una negociación en la que yo hago números con lo que nos da el negocio, accedo a darles un incentivo por asistencia al trabajo (lo cual ya de por sí era su obligación); es decir, si no faltan ni un sólo día al trabajo en toda la quincena, les voy a dar una bonificación. Hasta ese día, les daba un 50% de las propinas obtenidas; ahora me solicitan que divida el 100% de las propinas entre todos ellos, independientemente de su desempeño; como me parece bastante injusto, pacto con ellos que se queden con las propinas que les otorguen personalmente los clientes, pues al fin y al cabo, es un premio que le da el cliente al trabajador por un buen desempeño de su labor, y no es justo que Rosita, que está más tiempo mirando el Facebook por su móvil que atendiendo a los clientes, se lleve parte de las propinas de Marta, que se desvive por atender a los clientes de manera rápida y amable.

     Como veo que el negocio va viento en popa, decido ampliar el negocio, alquilando el local de al lado y reformándolo. Para ello, he de pedir un préstamo al banco. En el banco no me ponen demasiadas pegas, pues conocen mi negocio, lo bien que funciona, y el éxito que será su ampliación. ¿Qué sucede? Que tengo que presentar un aval; y como vivo de alquiler, y mi coche no llega a cubrir el préstamo, decido poner mi propia cafetería como garantía, mi única fuente de ingresos y que me pertenece.

     Ya sabéis que el banco no se va a esperar a que tenga ganancias para que pague las cuotas, si no que tengo que pagar desde el mes que viene, decido ampliar un poquito más la cuantía del préstamo para así poder pagar las cuotas con desahogo, y aprovecho para invertir en un café de mejor calidad que el que sirvo habitualmente a mis clientes, y contratar un seguro de salud privado concertado para mis empleados con mayores coberturas que el que teníamos.

     Resulta que Rosita, al ver que voy a ampliar el negocio, deduce que me sobra dinero, y que les estoy pagando demasiado poco, y así se lo empieza a decir al resto de sus compañeros. No llevamos ni un mes de obras de ampliación, cuando los trabajadores se sientan conmigo nuevamente a pedirme que les suba el salario al triple de lo que les pago, pues según ellos se merecen más, y yo me estoy enriqueciendo a su costa.

    Me siento, hago números, y resulta que cualquier incremento por encima del 15% del total que cobran actualmente, me supondría la ruina, y así se lo hago saber. Ellos dicen que no se creen nada de lo que digo, y que, o les incremento lo que me piden, o se declararán en huelga indefinida hasta que ceda a sus pretensiones.

     Les vuelvo a decir que es imposible, y más aún hasta que la ampliación de la cafetería no sea efectiva, que es lo que me garantizará el aumento de ingresos, y que, lógicamente, al tener más superficie que cubrir, tendré que contratar más personal, el cual tendrá las mismas condiciones que ellos, y cuyo sueldo ya estaba contemplado.

     No dan su brazo a torcer, y deciden empezar la huelga indefinida. Durante esa huelga, se plantan con pancartas, palos y piedras en la entrada del local, impidéndome no sólo abrir, si no que tampoco permiten que los obreros accedan a la zona de obras para continuar con la ampliación.

     Como no puedo abrir, no tengo clientes, y no tengo ingresos; sin embargo, no es culpa de los obreros que me están haciendo la ampliación, así que su sueldo tengo que pagarlo igualmente, al igual que las cuotas del préstamo. Durante este tiempo, sigo negociando con Rosita y la gente; y aunque he subido hasta un 22%, ellos no dan su brazo a torcer, y el tiempo va pasando...

     ¿Sabéis cómo puede acabar esto? Pues que habrá un momento en que yo no podré hacer frente a los pagos del préstamo, el banco me puede perdonar ciertos retrasos en el pago (con un incremento por penalización por pagar fuera de las fechas convenidas en contrato), pero habrá un momento en el que verán que no soy capaz de pagar, y, como todos sabemos, "la banca nunca pierde"; por lo que tarde o temprano acabará haciendo la ejecución de contrato de préstamo, y me embargará mi negocio, obligándome a despedir a todos los empleados, y quedándose la cafetería sin ampliar.

    ¿Qué os parece? Algo muy lógico y normal, y que le puede pasar a cualquiera, ¿no? Pues vamos a extrapolarlo a nivel nacional: Cambiadme a mi por el país de Panamá, la cafetería por el Canal, y a Rosita & Co por el SUNTRACS, y tendréis una visión de la situación actual por la que pasa el país:

     El país ha hecho una serie de inversiones en infraestructuras (Metro, hospitales, ampliación del Canal...), y aunque tiene una fuente de ingresos potente como es la explotación del Canal, no da para tanto, y, como cualquier país, empresa o persona, ha tenido que pedir un préstamo para la ejecución de las obras (incluyendo la ampliación del Canal, cuyo fruto le reportará un aumento en los ingresos, pero para ello, la obra tiene que estar terminada) Los señores de SUNTRACS han deducido que si el país tiene dinero para hacer tanta obra, entonces tiene que tener dinero para subir el salario a los trabajadores, y deciden pedir un aumento salarial del 200%. La patronal les hace saber que no es así, y que subir más allá de un 20% supondría el cierre de muchas empresas, pues las obras se contratan por un precio cerrado, y no se puede incrementar dicho precio. Dicho sindicato no da su brazo a torcer, y a pesar de estar negociando, y subir la patronal hasta un 25%, ellos deciden bajar a un 80%, aún a sabiendas de la imposibilidad de la consecución de dichas peticiones.

Obras de ampliación del canal de nuevo paralizadas
     A día de hoy, llevamos dos semanas de huelga indefinida en la construcción, teniendo paralizadas todas las obras del país. Como ya dije, por muy boyante que sea la economía de Panamá, no tiene dinero como para poder pagar tanto proyecto, y ha tenido que pedir préstamos para llevarlos a cabo, confiando en que el Canal ampliado dará ingresos suficientes como para hacer frente a los pagos de manera holgada. Y ¿qué tiene el país para presentar como aval? O aumenta los impuestos (y eso no se lo puede permitir el pueblo), para hacer frente a la deuda externa que se generaría, o pone el propio Canal como garantía. Llamadme agorero, pero la lógica me induce a pensar que es este último caso, así que Panamá podría perder no la posesión del canal, pero sí los ingresos derivados de este para hacer frente a la deuda; ingresos que dejarían de entrar en las arcas del estado, y que se podrían usar para fines sociales, mantenimiento de infraestrructuras, o fabricación de nuevas.

     ¿Apocalíptico? Puede ser, pero las posibilidades son más reales de lo que a más de uno le gustaría creer, y... ¿a quién creéis que habría que darle las gracias?


Así es como (en teoría) lucirá el nuevo juego de exclusas que actualmente se encuentran en construcción.