miércoles, 26 de marzo de 2014

Desde el Exilio (XXV) La experimentación de la trampa para mosquitos

   Creo que antes de entrar en materia con este episodio, es bueno que os cuente una pequeña anécdota que me pasó hace un par de años.

     Portal y yo estábamos de vacaciones en Benidorm, y aparte de ir a la playa, dábamos paseos por el pueblo y por la zona guiri donde estábamos alojados ("El Rincón de Loix" creo que se llama). Como soy muy curioso, entraba a los minimercaditos que tenían los británicos para ellos para probar los refrescos y chucherías cuyo sabor los españoles desconocemos.

     En uno de esos paseos, vimos un restaurante hindú que tenía la carta clasificada en el grado de picante que era el plato: Suave, Moderado y Fuerte. Para alguien cuyo padre le mostró la afición por las patatas bravas y el picante, eso era lo más parecido que podía encontrar al paraíso; y tras mucho rogarle y suplicarle a Portal, logré convencerla para cenar allí.

     Con el espíritu propio de "ir de sobrao" que nos caracteriza a los madrileños, pedí el plato más picante de la carta sin miramiento alguno, mientras que ella (que detesta el picante) pidió el menos picante. ¿Qué decir? Que me colé y de pleno. Luché titánicamente contra ese plato que me estaba haciendo hervir las entrañas; la piel de mi cara se puso más roja que una caja de Bitter Kas, y mis ojos estaban brotando lágrimas como si de una fuente se tratase, mientras sudaba por todos los poros de mi cuerpo. Con la soberbia propia de la gente de mi región, y queriendo salvar mi orgullo herido, acabé el plato como pude.

     Esa noche hacía incluso frío, pero yo estaba abrasado de calor, deshidratándome por todo lo que estaba sudando... como no se puede quitar uno la camiseta por la calle, fuimos a la playa, para ir yo sin camiseta, y con el agua del mar hasta las rodillas de camino de vuelta al apartamento. Durante el trayecto, me bebí dos litros de agua de una sentada, y me dejé caer en la cama hecho polvo.

     El apartamento de al lado había sido alquilado por unas chavalitas bastante escandalosas (y un poco calientabraguetas, todo hay que decirlo), que esa noche parecía que nos iban a dar tregua (o a lo mejor se habían ido de fiesta, pero a mí en ese momento, me daba totalmente igual), por lo que me dispuse a descansar ahora que había sudado hasta la última gota de picante.

     No llevaba ni 15 minutos durmiendo cuando un mosquito cabrón, de esos que están dispuestos a joderte la noche, empezó a trompetear por toda la habitación. Sólo interrumpía su molesto pitido para darnos picotazos... ¡y qué picotazos! Eso no era un mosquito, era una maldita broca del 9. Me cubrí totalmente con la sábana y ¡milagro! dejé de oírle; pero al minuto y medio me asfixiaba de calor, y tenía que descubrirme. ¡y ahí estaba el cabronazo al acecho! En cuanto me destapaba, ya le tenía de nuevo trompeteándome en el oído, o inflándome a picotazos. Me tiré alrededor de dos horas alternando amortajamiento y asfixia con sábana y pitido insoportable y dolorosos picotazos.

     A las 3:00 am, totalmente fuera de mi, me levanté de un salto de la cama. Portal me preguntó qué me pasaba, y yo, con los ojos inyectados en sangre, le pregunté por las llaves del coche. He de decir que me pone de un terrible mal humor el que no me dejen dormir a gusto, por lo que mi aspecto en esos momentos debía dar mucho miedo, pues incluso la voz me cambió. Había visto una mega-farmacia de esas que abren las 24 horas, y mis intenciones eran claras. "Si vas a salir, pase que no lleves calzoncillos puestos, pero ponte al menos un pantalón" Me dijo Portal. Y es que entre el calor ambiente, más el que la cena me había añadido, aún tenía una inmensa necesidad de rebajar mi temperatura corporal (ahora que lo pienso, agradezco que el mosquito no fuese a cierta zona a probar la sangre) Me puse a tientas el pantalón corto donde llevaba la cartera, una camiseta del revés, las chanclas, y me fui al coche.

     Poniéndome en la piel de la chica de la farmacia, comprendo que me mirase con terror y apenas se atreviera a acercarse a la ventanilla: Si ves un coche que llega haciendo ruedas, aparca bruscamente en doble fila, y ves que de él baja un tío de casi dos metros, unas espaldas que te hacen preguntarte cómo demonios ha entrado ese tío en ese coche, ojos rojos brillantes, pelos de loco, y cara de muy pocos amigos... no creo que te sientas con mucha seguridad. Le pedí dos botes del repelente de mosquitos más potente que tuviera. El primero me lo vacié entero por todo el cuerpo, y el segundo me lo llevé a casa. Me crucé con las "vecinitas" que venían riéndose a fuertes carcajadas y con evidentes signos de haberse bebido hasta el meado que los británicos iban dejando por las esquinas. Que fueran armando tanto ruido por los pasillos me puso de peor humor aún, y tras lanzarles una mirada asesina-canibal-descuartizadora, les di las buenas noches con voz de ultratumba. La cara de terror que pusieron me lo dijo todo; se quedaron calladas (y diría que se les pasó el pedo de golpe). Luego al entrar al apartamento, me di cuenta que llevaba la bragueta completamente bajada (y os recuerdo que iba sin calzoncillos), por lo que verme así y con mi estado de furia, debía ser algo digno de llamar a la policía, los geos y hasta el ejército.

Fin de Flasback. A día de hoy.

     No suelo hacer mucho caso de las cosas que se dicen por internet, pero últimamente, los mosquitos en mi barrio se están convirtiendo en algo realmente molesto. 

     Si sólo fuera el tema de picadura de mosquito común, no le daría tanta importancia; pero aquí en Panamá nos estamos encontrando con un problema más complicado: El Dengue. Esta enfermedad, transmitida por la picadura del mosquito Aedes Aegypti se caracteriza por diarreas, vómitos, mareos, y un fuerte dolor por detrás de los ojos. En algunos casos, puede llegar a provocar la muerte.

     Ya sabéis que el mosquito es un animal cobarde, que te ataca con más virulencia por la noche, especialmente cuando estás dormido. Lógicamente, a las 2:00-3:00 de la mañana no te vas a levantar y pararte a averiguar si el mosquito que te ha picado es el susodicho Aedes Aegypti o no, ni mucho menos se lo vas a preguntar formalmente entre epítetos que van desde el "cabrón" a las más directas y maleducadas menciones a su madre y la posibilidad de que esta ejerciera el llamado oficio más antiguo del mundo. Ya sabéis, las picaduras son molestas; sobre todo por esa sensación de picor que se te origina después en la zona afectada, y que por mucho que rasques, no se va.

     El caso es que, como decía, no suelo hacer caso de TODO lo que se dice en internet, pero el grado de desesperación con los mosquitos es tal que, pensé que no perdía nada por probar el siguiente truco casero:


     Anoche hice la prueba con las esperanza que funcionase... Os puedo decir abiertamente que NO FUNCIONA. Sí que es verdad que los mosquitos se sienten atraídos por el agua, pues es donde suelen desovar, y que una persona con bastante azúcar en sangre tiene más papeletas para ser picada que una con menos. ¡Pues bien! A pesar de preparar esta trampa concienzudamente, los mosquitos siguieron cebándose conmigo (esta noche se han centrado en la planta de los pies; ¿tenéis la más mínima idea de lo terriblemente MOLESTO que es experimentar ese picor ahí?). Cuando me he levantado esta mañana y he ido a revisar la trampa, no había en ella ni un maldito mosquito. 

     ¿Qué voy a hacer ahora? Por lo pronto me he echado una ración generosa de repelente de mosquitos; pero si esto no funciona, he descubierto que el Reflex sí que los repele... ¡Que la fuerza me acompañe!


lunes, 24 de marzo de 2014

Desde el Exilio (XXII) El dilema de la tortilla de patatas

     Cuando me vine a Panamá a vivir, sabía que venía a un país con una cultura, una forma de vivir y unas costumbres diferentes. Desde luego, también imaginaba que la gastronomía iba a variar un tanto; pero lo que no me esperaba, es que el preparar uno de los platos más sencillos y típicos de nuestro país, me iba a costar tanto.

     Todos, quien más y quien menos, hemos degustado una Tortilla de Patatas (o tortilla Española, como también se le suele llamar): Con más o menos patata, cebolla (o ausencia de ella), más o menos salada, más o menos cuajada... y somos menos los que nos atrevemos a prepararla. Estos últimos, sabemos la que se lía en la cocina cuando nos ponemos a preparar un plato tan (en teoría) sencillo de elaborar.

     Algo así me sucede a mi, por lo que no suelo prepararla más a menudo por pereza, más que cualquier otro motivo. Pero la añoranza por la tierra que te vio nacer y en la que creciste, te hace querer ponerte manos a la obra.

      Pero como ya comentaba al principio, si ya de por sí es complicado el preparar nuestra tan querida y común plato típico, nadie me había avisado de lo complicado que es aquí.

Tenía buen color ¿verdad?

     ¿Por donde empezar? Tal vez por la patata como tal. Nadie diría que siendo originario como es del continente americano, este tubérculo sería tan súmamente caro. ¡No os miento! En España los 5 kgs suelen rondar los 3€. Aquí te puedes dar con un canto en los dientes si consigues la Libra (unos 455 grs) por menos de 3$ (unos 2,5€ aproximadamente). Pero la cosa no acaba ahí; resulta que la patata aquí, es mucho más dura, y por lo tanto, cuesta más que se ponga tierna cuando la cocinas, ya sea friéndola, cociéndola o asándola; obligándome a meterlas de 45 minutos a una hora en el mini grill que tengo para que se asen un poco primero. Normalmente, en la receta original sólo tienes que pelar y cortar la patata y cocerla en el aceite de oliva durante unos 15-30 minutos; aquí, con el proceso previamente mencionado, me puedo tirar casi dos horas para obtener el mismo resultado.

     Con la cebolla pasa algo que es diametralmente opuesto. Ya sabéis que con la humedad, las cebollas suelen pudrirse rápido. ¡Pues imaginad en un país donde la humedad es tan elevada! Panamá es un país estrechito rodeado por dos grandes océanos, lo cual hace que el clima sea constantemente el de una zona costera (aunque tengas kilómetros hasta el mar). Esto te obliga a consumir las cebollas que compres en un periodo de tiempo no superior a las 48, porque después se echan a perder. La ventaja es que su olor no es tan penetrante, por lo que no lloras tanto al pelarla como estás acostumbrado.

     Los huevos: aquí poco hay que decir; aparte de que también son relativamente caros (si tenemos en cuenta los salarios de aquí, y que es uno de los productos básicos de la alimentación), y no he sido capaz de encontrar los de "talla XL" que hay en mi país natal

     He dejado el aceite de oliva para el final, pues esta es la parte más dolorosa para un Español. Aquí normalmente se usa aceite de cánola, de semillas, de soja y... haciendo un exceso, aceite de girasol; por lo que no hay costumbre de usar el aceite de oliva. También hay que tener en cuenta que las condiciones climatológicas hacen bien difícil el cultivar olivos aquí, y ese aceite tan apreciado por los mediterráneos, suele venir de importación de países como Chile. Quiero dejar claro que no quiero menospreciar el producto chileno, pero los que hemos probado el aceite de Jaén, sabemos que no hay color, y como dicen en Asturias: "No ye lo mismo". Normalmente, cuando veía el programa de Karlos Arguiñano, me reía cuando este se refería al aceite de oliva como "Oro líquido"... ¡Ironías de la vida! Ahora es cuando lo he entendido. Aquí no es que sea difícil de encontrar, pero el precio es bastante elevado; hasta el punto que me he llegado a preguntar si la sangre de unicornio no sería más barata. Total, que haces un esfuerzo, le metes un buen ostión al bolsillo para comprarte un aceite de oliva (imprescindible el sabor de un buen aceite, pues es el que le da ese puntito de distinción a nuestros platos), te dejas un pastizal en el aceite y... te llevas la decepción, pues por muy puro que diga la etiqueta que sea, te encuentras con que este aceite que compras aquí no tiene apenas sabor. La explosión de sabor y recuerdos que esperas que se den en tu boca, se acaba convirtiendo en una decepción, y el sabor es muy diluido... como si pidieras en la barra de un bar un José Cuervo añejo reposado, y te encuentres con que te han dado un garrafón que sería más útil como matarratas que como copa. Si los comercios y distribuidores se dedican a engañar así a la gente, no me sorprende que los panameños nos digan que estamos locos por comprar aceite de oliva (gastándonos tanto dinero en él), y que no es para tanto. Si probasen realmente un buen aceite de oliva, lo comprenderían.

Esta última la hice hace unas dos semanas. ¿Sartén antiadherente? ¡Los cojones! Se destrozaron las dos que hice (3 horas de elaboración para que se jodieran al darles la vuelta o emplatar)

     Como anécdota final diré que en casa de mis padres, solíamos acompañar la tortilla de patata con unos filetes de caballa en aceite.... ¡Adivinad qué es lo que NO he podido encontrar por mucho que he buscado! ¡MI REINO POR UNA TORTILLA DE PATATAS CON CABALLA!

domingo, 23 de marzo de 2014

Lo acabo de poner en Facebook

    Acabo de escribir el siguiente texto en Facebook. Como sé que algún cabrito me denunciará para que me lo borren, lo pongo aquí; que ya ando un poco quemado y hasta los cojones de los mismos listos y bocazas de siempre.


     A los que os estáis dedicando a compartir cierta foto haciendo una comparativa entre los asistentes a la visita del Papa en Agosto de 2011 y lo del día de ayer:

     Desde luego que salta a la vista que EN AMBOS casos Madrid estaba desbordada e inundada de gente, y EN AMBOS CASOS AHÍ HABÍA MÁS DE UN MILLÓN DE PERSONAS..
Ahora bien, en 2011 quien gobernaba era el PSOE, ayer quien gobernaba era el PP; por lo que se cae en un error de bulto (intencionado o simple lapsus de memoria, da igual), al afirmar y expandir tan alegremente que son las mismas personas las que que hicieron el recuento si se refieren a quien gobierna (cosa que dice claramente el texto de la comparativa de ambas fotos). Es decir, ni ayer gobernaba el PSOE, ni durante la visita del Papa gobernaba el PP, por lo que el decir que los mismos (si, repito, nos referimos a quienes gobiernan como dice el cartel) son los responsables de dicho recuento es una afirmación ROTUNDAMENTE INEXACTA Y FALSA.

     En cambio, si a lo que se quieren referir con "los mismos" es a los miembros de las casta política bipartidista que lleva rigiendo nuestros destinos desde 1982 (año en que el PSOE gano por primera vez las elecciones entrando en una alternancia de poder con el PP en los años 1996, 2004 y en estas últimas elecciones de 2011), entonces sí que estaré de acuerdo con el cartel.
Dicho lo cual, apoyo las marchas por la dignidad, pero lamento que hayan permitido que un tío tan falso, cínico e hipócrita como Guillermo Toledo, se haya convertido en portavoz y leído el manifiesto. Un tío que está viviendo a todo tren en Cuba a base de lamerle las pelotas a los Castro, los cuales se dedican a oprimir a su pueblo (exactamente como está ocurriendo en España, pero mucho más a lo bestia, en España, gracias a Dios, al menos no hay aún desaparecidos que aparecen en cunetas; aunque me temo que como la cosa siga así...); es decir, ese tío que se ha ido a Cuba a vivir de puta madre y del cuento porque en España se le ha cerrado el grifo (¡Por favor, no me digáis realmente que os parece un actorazo! porque no lo es, ni de coña), ¿realmente representa al que se ha echado de su casa, al que ha perdido el trabajo, a quien tiene un familiar que no puede ser tratado en un hospital? ¿Representa a los que nos hemos tenido que ir de nuestro país a buscarnos las castañas de verdad? NO, no lo es, así que por favor, no le deis más publicidad a ese tío a costa de los que lo están pasando realmente mal.

martes, 11 de marzo de 2014

10 años después, sigue siendo 11 de Marzo

     Sí, ya han pasado 10 años de la tragedia en Madrid. Personalmente, nunca he querido escribir sobre ese día, porque ya habían corrido ríos, cascadas y océanos completos de tinta al respecto, y no quería saturar contando algo más sobre algo que todos nos sabemos de memoria.

     Con esos 10 años a mis espaldas, creo que ya puedo contar un poco mi pequeño testimonio; uno más entre los de los miles de madrileños que nos despertamos ese día con esa noticia. No esperéis una historia espectacular, ni demasiado emotiva; es sólo eso: una historia más.

     11 de Marzo de 2004; serían las 8 de la mañana más o menos, y yo estaba durmiendo, pues esa semana en el trabajo, yo estaba en turno de tarde; cuando oí el telefonillo. Eso me medio despertó, y al poco, las voces de una chica con la que iba mi hermana en el tren, me despertaron del todo. Normalmente ambas quedan abajo en la calle para coger el bus que las lleva a la estación de tren, por lo que me sorprendió que la muchacha subiera a casa. "A lo mejor se está meando y necesita pasar al baño" Pensé. Me vestí (tengo la mala costumbre de dormir completamente en bolas desde los 15 años), y salí al salón. Las dos estaban buscando algo en la tele; y creo que fue en Telemadrid donde lo vimos: Un montón de gente, principalmente señoras mayores, que subían caminando de las vías, y señalando un tren parado con cara de "¡Qué fastidio!", al principio pensamos que se trataba de una avería y que la gente se había tenido que bajar del tren (a mí me pasó justo unos años antes, y tuve que ir prácticamente caminando desde Alcalá universidad hasta la estación de Alcalá de Henares). Ya me estaba preparando para llevarlas a ambas al trabajo, pues cuando a un tren le pasa algo, ya afecta a todos, claro. Me estaba terminando de calzar las deportivas, cuando la imagen del agujero que una de las mochilas había hecho me dejó de piedra. "Eso no ha sido un fallo mecánico" Acerté a decir. De repente, el torrente de información colapsó todas las cadenas: "Un atentado" "El atentado más grande de la historia" "Tres trenes..." "Se sospecha de ETA" "Dicen que Al Qaeda está reclamando la autoría" "El presidente Bush manifiesta su solidaridad con las víctimas del terrorismo"... "Dicen que está todo colapsado, y no dejan entrar a nadie" Me dijo mi hermana. Celia (la chica que subió a casa) dijo "Han blindado Santa Eugenia, Vallecas y los alrededores de Atocha para que nadie pueda entrar ni salir; quieren cazar a los culpables" Aún así, bajamos al coche expectantes, decididos a que ambas llegasen a sus puestos de trabajo. Íbamos los tres en silencio, muy atentos a las noticias de la radio, las cuales, eran cada vez más descorazonadoras. Con Celia no hubo problema, pues trabajaba en Coslada; pero con mi hermana no pudo ser. Todos los accesos a Santa Eugenia estaban cerrados a cal y canto. Un policía nacional nos dijo que no se podía entrar ni salir, por lo que nos tocó volver a casa (tras avisar ella en el trabajo que no nos dejaban ni entrar)

     Era mediodía, y aún no se sabía nada de la autoría; unos apuntaban a la banda terrorista ETA, otros a Al Qaeda... y con más miedo que otra cosa, me fui a trabajar. Caras tristes, caras de congoja allá donde mirase, y sobre todo, miedo, el cual casi se podía masticar en el ambiente. Al llegar al curro, me encontré militares con metralletas en las rotondas, lo cual me asustó aún más si cabe. La tienda casi parecía un erial; apenas había clientes, y los que estaban por allí, lo hacían porque estaban hartos de estar encerrados en casa y estaban acongojados; en ese momento, la histeria y el miedo a que la muerte viniese de cualquier lugar, eran algo palpable. Una cosa es que dos aviones se estrellaran contra las torres gemelas, pero eso eran cosas que pasaban siempre en otros sitios, en otros lugares; nadie esperaba que un atentado tan brutal

     Llegué al trabajo con la visión de militares armados en las rotondas y con las calles desiertas. En la tienda el clima era de tristeza y miedo. Los asesinos habían conseguido que todos estuviéramos acojonados... ¡buen trabajo, cabrones!. No, no me creí que hubiera sido ETA; ese tipo de atentados no es su estilo, por mucho que Ángel Acebes dijera lo contrario. Ese día, la tienda cerró a las 21:00 porque estaba desértica

     Al día siguiente, estaban convocadas marchas en repulsa por el brutal atentado, y se decretó que los comercios cerrasen a las 18:00. Yo estaba en turno de tarde esa semana, y me fui a Torrejón a buscar a un amigo para unirnos a la marcha de Alcalá de Henares. Aunque no había aún comunicación oficial, ya en nuestro fuero interno sabíamos que Al Qaeda estaba detrás, y no pocos gritaron e insultaron a Aznar cuando pasamos junto a la sede del Partido Popular. La rabia por el intento de ocultar la verdad que ellos ya sabían era palpable en el ambiente, y acabó estallando.

     Ese fin de semana eran las elecciones generales, y ese mismo Domingo, fui voluntario a un inventario a la tienda de Alcorcón. Justo ahí supimos oficialmente la autoría del atentado, y según salí de allí, me fui a votar. Estaba claro que no iba a votar a los populares, pero tampoco me fiaba del PSOE (no me gustó NADA que varios de sus miembros convocasen una manifestación ante la sede del PP en plena jornada de reflexión), así que voté por una tercera opción. Ya sabéis quién ganó; estaba claro, pero yo al menos tengo la conciencia tranquila de no haber vuelto a votar JAMÁS por ninguno de los dos. ¿Y por qué lo digo? Por lo siguiente:

     Los meses siguientes tuvo lugar la "Comisión de Investigación" que consistió en un espectáculo bochornoso donde los dos principales partidos se dedicaron a ponerse a parir unos a otros, y soltarse perlas típicas de bronca de patio de colegio en plan "a ver quien suelta el vacile más grande y deja peor al otro" En esos meses, me sentí realmente avergonzado de ser español; acabábamos de pasar por un evento terriblemente trágico y dramático, y estos señores, que viven de nuestros impuestos, se dedicaban a demostrar cuanto molan despellejando verbalmente al otro...

     El 11 de Marzo de 2004, aparte de toda esa gente que perdió la vida trágicamente en los trenes, murió también mi fe en los políticos españoles, los cuales convirtieron a las víctimas en armas arrojadizas dentro del saco de mierda que tienen para lanzarse unos a otros.


jueves, 6 de marzo de 2014

Dos chicas sin blanca (2 Broke girls)

     Hacía mucho que no hablaba de programas televisivos. Debe ser porque cada vez veo menos televisión, y si lo hago, es para ver alguna serie que me haya enganchado. 
     Hoy os voy a hablar de "Dos chicas sin blanca", o como se titula originalmente en inglés, "2 Broke Girls".  La serie va de dos muchachas muy dispares que trabajan juntas en una cafetería: Caroline, una chica que procede de las altas esferas hasta que su padre es encarcelado por un delito de estafa, y les embargan absolutamente todo (¡bueno! casi todo). Sin tener a donde ir, y necesitando buscarse la vida cuando nunca ha tenido necesidad de ello, acaba trabajando de camarera en la cafetería. Ingenua y acostumbrada a un estilo de vida que se encontraba en la estratosfera de donde ahora se encuentra, Caroline tendrá que afrontar muchas dificultades que antaño ignoraba que existían.  El contrapunto lo pone Max, que procede de la calle; acostumbrada a pasar mil y una penurias, y habiendo despabilado deprisa (tal vez demasiado deprisa). Directa, simple, soez y gamberra (Pero con buen corazón, no podía ser de otra manera), acoge a Caroline en su casa, y se dedica a la labor de irle abriendo los ojos a una realidad hasta ahora desconocida para ella.

     La serie es un tanto gamberra, pero para mi es ideal para desconectar y reírse un buen rato. Es una pena que caiga en los estereotipos con las protagonistas (Caroline la rubia tonta, Max la morena pechugona descarada), pero al menos pasas un buen rato, y como los episodios duran 20 minutos (sin anuncios), se hacen bastante ágiles.

   ¡En fin! Que os recomiendo la serie, en resumen, para que os echéis unas risas.