martes, 29 de agosto de 2023

Me protege un ángel

 

Me protege un ángel

que al nacer me dio Dios.

Me protege un ángel del Señor.

El Padre a mí me regaló 
un protector desde el día que nací, 
y a mi lado estará 
hasta el día del juicio final.
 Él me protegerá
 sé que nunca me abandonará.
Me acompaña en mi caminar,
 no me abandona en el pesar. 
Él me protegerá,
sé que nunca me abandonará. 
Siempre está junto a mí, 
me acompaña en el sufrir, 
aunque nunca lo vi, 
y no lo pueda sentir
Él me cuida y me guarda, 
	me vigila y acompaña     
 Es el regalo de Dios


Madre del barrio

 

Al Sur de las vías en un antaño humilde barrio,

se erige una conocida parroquia:

la de Nuestra Señora del Rosario.


Algo más de medio siglo de vida tiene por edad,

tiempo que nunca mermó el afán

de ser referente en Fe y Caridad.


Nacida bajo la advocación de la Magdalena

al poco cambió de nombre,

pero no de su vida plena.


Parroquia en la zona humilde y referente,

en la que lo más importante

ha sido siempre su gente.


Acompañamiento, Fe, Esperanza y Caridad,

Celebraciones, Campamentos,

y Evangelizar como actividad.


No podemos estar mejor arropados en el Barrio

que bajo el manto de la madre

Nuestra Señora del Rosario.





domingo, 26 de febrero de 2023

¿Quién es Martín Valverde?

 

    Hace años (una década ya, en realidad), cuando formaba parte del Coro Joven Diocesano, me pidieron echar una manita en una parroquia de Alcalá para tocar en unas comuniones, y allí, aprendí una canción preciosa titulada “Nadie te ama como yo”, la cual, incorporé a mi repertorio de cantos para celebraciones. Ignoraba entonces quién era su autor, pero lo descubrí al año siguiente, durante mi estancia en Panamá.

     Aquí, en España, quitando a “La Voz del Desierto” somos poco conscientes de los grupos que se dedican a hacer música religiosa, o dirigida a acercar la Fe a través de la música (y os sorprendería saber que aquellos a los que conocemos como “los curas rockeros”, no son los únicos en nuestro país); y sin embargo, en latinoamérica no solo es algo mucho más común, constituye todo un género musical además. Fue allí, en Panamá, donde vi tiendas completas dedicadas exclusivamente a la música religiosa (lo cual me ha hecho sentir una sana envidia), y donde descubrí al autor de la canción con la que he abierto estas líneas: Martín Valverde.

    ¿Y qué os puedo contar de él? Nació en San José, Costa Rica el 19 de Enero de 1963, y acudió al colegio con los padres salesianos en el colegio Don Bosco, y allí se sembró la semilla del amor a Dios, la Iglesia, nuestra Madre María y la música. Allí, su padrino, el presbítero Jorge Miranda le animó a dirigir un grupo musical salesiano, y poco después, fundaría un coro parroquial.

    Estudió música de forma profesional en la Escuela de Guitarra Clásica de San José y en el conservatorio de la Universidad de Costa Rica, formando además, parte del grupo musical de la misma.

    En 1979, motivado por su hermana, se unió al movimiento de Renovación Carismática, y comenzó a componer canciones religiosas. Fue en esa época que empezó a entablar relaciones con muchos movimientos juveniles, que lo llevaron a México, donde conoció a la que en 1986 se convertiría en su esposa: Elizabeth Watson (“Litzy” cariñosamente)

  En 1989, después de establecerse un año en Tehuacán, dirigiendo retiros, campamentos y conciertos, fue invitado a colaborar en la formación de músicos para la evangelización y formación de líderes juveniles en la Oficina Latinoamericana de Evangelización 2000. Fue este proyecto el que le propulsó internacionalmente para impulsar su labor en toda América Latina.

     Se le reconoce como el primer músico católico en hacer presencia cultural en estadios, plazas, auditorios, llenando esos lugares.

    En la actualidad, Martín dirige una empresa de laicos católicos llamada “Producciones Dynamis”, la cual promueve y asesora a diversos músicos y grupos de evangelización, además de distribuir en toda América Latina y parte de Europa sus materiales musicales. Aparte de esto, dirige además un centro de formación (que lleva su nombre) para personas que se inician en la lectura de la Palabra y en la música católica.

    Su discografía cuenta con ¡49 discos!, y ha escrito ya 9 libros, lo cual, supone una muy productiva carrera. Podéis saber más sobre él en su página web https://martinvalverde.com.

     Como recomendaciones personales de su música, me permito sugerir “Nadie te ama como yo” y “Tal como soy”.

    Adjunto la letra de la primera, para que podáis disfrutarla:


Cuánto he esperado este momento
Cuánto he esperado que estuvieras aquí
Cuánto he esperado que me hablaras

Cuánto he esperado que vinieras a mí

Yo sé bien lo que has vivido
Yo sé bien por qué has llorado
Yo sé bien lo que has sufrido
Pues de tu lado no me he ido

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, esa es mi más grande prueba
Nadie te ama como yo

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo
Nadie te ama como yo

Yo sé bien lo que me dices
Aunque a veces no me hablas
Yo sé bien lo que en ti sientes
Aunque nunca lo compartas

Yo a tu lado he caminado
Junto a ti yo siempre he ido
Aún a veces te he cargado
Yo he sido tu mejor amigo

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, esa es mi más grande prueba
Nadie te ama como yo

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo
Nadie te ama como yo









sábado, 1 de octubre de 2022

Carta de Despedida al Padre Andrés

 


   Recibí la noticia recién comenzada mi jornada laboral de un Miércoles que empezó alegre; primer día de clase de mis hijos, y recién felicitada por su cumple una de mis primeras alumnas de guitarra de la que, además, fui uno de sus catequistas (y en esta familia le tenemos especial cariño)

   Aunque en mi fuero interno intuía que pasaría, (la última misa de este Verano en la que pude verte, ya me hizo temer lo peor) no esperaba que fuese TAN pronto, y ya mi mente no podía pensar en otra cosa. El aluvión de mensajes que fui recibiendo a lo largo del día iban golpeando de forma repetitiva en mi ánimo, como la quemazón del sudor cayendo en una herida recién abierta, y costándome un esfuerzo titánico el poder actuar de cara al público con naturalidad, como si nada hubiera pasado; y rogando por terminar ese día mi jornada pronto, para poder ir a la parroquia a decirte “Adiós”

   La Parroquia: aquel lugar donde nos conocimos allá por 1995, recién llegado como estaba a Torrejón, y donde, desde aquel día de inicios de Septiembre, saludabas con ese canturreo tan tuyo: “¡Hoooooola, jóvenessssss! ¿Qué tallllllll?” ¡Dios! Hasta el saber que ya no voy a oírtelo duele. Un chaval enfadado con el mundo por ser apartado en su adolescencia del lugar donde creció y tenía a todos sus amigos, para venirse a vivir a la otra punta de Madrid en la que, a pesar de tener a casi todos sus primos, ninguno le hizo ni el más remoto caso, acentuando ese sentimiento de soledad.

   27 años, que se dice pronto, desde que nos conocimos, toda una vida, y aquí hemos compartido precisamente eso: Vida… y Fe, no lo olvidemos, que también es importante, y pasamos por ello como de puntillas. 27 años en los que hemos vivido en esta comunidad parroquial muchas cosas: El primer intento de Consejo Pastoral Parroquial (del que entre nuestras grandes amigas, las Dominicas y tú, quisísteis que formase parte del mismo), el auge de grupos de jóvenes (cerca de ¡200! llegamos a ser), la espantada de los mismos poco antes de la marcha de las Dominicas, marchas solidarias junto a todas las parroquias (testigo de las cuales ha tomado Manos Unidas con su carrera de todos los años) y mercadillos solidarios de Comercio Justo del Comité Óscar Romero (a día de hoy, desaparecido también; no es un reproche, es un hecho), el decir dolorosamente “Adiós” al Padre Juan (y a mucha gente más de esta Parroquia), compañero de fatigas tuyo desde el Seminario.

   Justo antes del “Annus Horribilis” que supuso para el mundo el 2020 con el Covid, tuvimos la inmensa suerte de ir juntos al encuentro “Vida compartida” en Valladolid con nuestras viejas amigas, las Dominicas, en representación de nuestra parroquia; y ese viaje juntos en coche, nos hizo compartir muchas confidencias y sentimientos de todo lo vivido: las cosas alegres, y las más dolorosas. Aunque no recuerdo muchos detalles de la misma (casi 3 horas de ida y otras 3 de vuelta, dieron para mucho que hablar), atesoro ese “ratito”, las sensaciones, y tu reacción cuando me abrí en canal al expresar el dolor de corazón que produce ser “el inadaptado”, aquel del que cuando se hacen “grupitos” la gente siempre “se olvida” de invitar; el “distinto” (por no decir “El raro”)...permaneciste unos instantes callado, y a continuación dijiste: “Pero sigues aquí. Otros se habrían rendido, se habrían marchado; y tú, en cambio, permaneces, a diferencia de aquellos que te olvidan. No sólo eso: para otros jóvenes como tú, eres un ejemplo, y se han sentido cómodos contigo, porque les das testimonio de que en la Iglesia hay sitio para TODOS.

   Ese día 7 de Septiembre, mientras la noticia corría como la pólvora, y me hacía arder el teléfono, y prácticamente agotar la batería; me di cuenta de las vidas de cuántas personas habías tocado, y no sabían nada, porque hacía ya años que se habían marchado de la parroquia. ¡Debían saberlo! Traté de buscarlos a casi todos aquellos de los que tenía contacto y no lo supieran aún; ya fuera porque los tenía de contacto en el móvil (y rogando a Dios porque no hubieran cambiado de número), o por Redes Sociales. En efecto, aunque ya no forman parte de nuestra comunidad, por propia voluntad, todos recibieron con tristeza y dolor la noticia. Algunos pudieron acercarse a la parroquia; otros van a hacer lo posible por venir el próximo día 7 de Octubre: y todos coincidían en una cosa: Tu marcha supone el Fin de una época (palabras textuales de todos con los que he hablado); una muy bonita e importante, y que supuso una gran influencia en sus vidas. Ese día, una parte de esas personas se marchaba contigo, y les dolía.

   18:00 del día 7 de Septiembre. Tuve la suerte de poder terminar mi jornada pronto, y poder llegar desde Guadalajara sin apenas tráfico, se ve que Dios quería que pudiera llegar, y cuando lo hice, tú aún no lo habías hecho.

   Cuando ya ibas a hacerlo, el personal de la funeraria nos ofreció la posibilidad de poder llevarte al altar; la verdad es que se me antojaba necesario: si alguien debía llevarte allí, habíamos de ser miembros de la Comunidad Parroquial; gente cuyas vidas habías tocado, y con quienes tanto habías compartido, y no alguien anónimo que seguramente ni te hubiera llegado a conocer. De los presentes, varias cabezas se giraron hacia mí, y, sin pensarlo ni dudarlo, me ofrecí a ello, aceptando esa silenciosa petición: era para mí, una forma de poder agradecer el servicio dado a la Parroquia y sus gentes, una forma de darte servicio a ti; un honor, el cual aunque físicamente estaba capacitado para ello, dudaba si realmente era merecido por mi parte; si no habría alguien “más digno” de acompañarte y llevarte en dicha procesión.

   Nos coordinamos para poder hacerlo de la forma más solemne y segura posible; el féretro lo encontré sorprendentemente ligero, y al ver todos los rostros doloridos de la gente, sus ojos inundados de lágrimas, costaba muchísimo no dejarse llevar por el sentimiento generalizado, y concentrarse en la labor. Recuerdo que iba todo el camino rogándole a Dios que a ninguno nos flaqueasen las fuerzas, ni tropezásemos, provocando un desastre; en constante alerta y pendiente del resto de mis compañeros por si acaso alguno fallaba (incluyéndome a mí mismo). Suspiré aliviado y le di gracias al Padre porque todo saliera sin contratiempos.

   Me he extendido mucho, muchísimo; y aún siento que me dejo cosas por decir, Andrés. En realidad, esta carta de despedida no es sólo para ti; si no que también es para mí, para dejar salir todo esto que llevaba dentro; y por ello, quiero pedirte perdón, por haberte usado, en parte, con fines un poco egoístas.

   Perdón, también por no haber sacado un ratito para visitarte en el hospital, a pesar de no querer que te agobiásemos cuando estuviste ingresado, ni a casa; perdón por no haberte, al menos escrito o llamado; aunque sé, que desde el cielo, esbozarás esa sonrisa tan tuya, habiéndome perdonado incluso antes de yo pedírtelo.

   Y GRACIAS, por tantos años aquí con nosotros; de servicio, de Vida compartida, de sonrisas, convivencias, cantos… y me quedo corto, créeme.

   “¡Hooooola, jovenessssssss! ¿Qué talllllllll?…



   
¡Mierda, cómo lo voy a echar de menos!

sábado, 14 de mayo de 2022

¡Infiernos!

-¡Siempre igual! ¡Esa gentuza se podría ir al Infierno!- Exclamó papá fuera de sí mientras veía las noticias

- Papá.- Preguntó Lucas. -¿Qué es el Infierno?

Los ojos de Papá buscaron desesperadamente los de mamá en una clara súplica “¡Échame un capote!”

-¡Ah, ah!- Canturreó ella divertida. - En este jardín te has metido tú solito, así que te toca a ti explicárselo a Lucas; y para otra ocasión, controla un poco tu genio.

- Dicen mis amigos que es donde va la gente mala; que allí hay fuego por todas partes, te meten en unas ollas gigantes, y los demonios, que son rojos, tienen cuernos y patas de cabra, te pinchan con unos tenedores gigantes.- Dijo Lucas con cara de pasar miedo ante la sola idea.

Muchas ideas le pasaron a papá por la cabeza; y sobre todo primaba la de no estallar en carcajadas ante la imagen que su hijo le había descrito, y que a él le recordaba a varias historietas que leía de pequeño. Reírse de eso no iba a estar bien, porque su hijo iba a creer que se iba a burlar de él. Papá apagó la tele para asegurarse de que su hijo iba a contar con toda su atención, con un gesto, le invitó a sentarse junto a él; y tras ordenar las ideas para poder explicárselo de la manera más clara posible, y tomar una buena bocanada de aire, se aplicó a la tarea.

- A ver, hijo, ante todo, voy a explicarte que eso que te han dicho tus amigos, es una idea muy antigua que se tenía para referirse a este lugar, pero en realidad es una cosa fácil y difícil de explicar a la vez. Lo primero es que hay que hacer algo muy, pero que MUY gordo y no estar arrepentido de ello para ir, ¿entiendes?

- Sí… - Contestó el niño

- Y lo siguiente, es que es algo no tan terrorífico como te han dicho tus amigos, pero sí muy pero que muy triste; el Infierno, es un sitio donde Dios NO está

Papá se tuvo que tomar unos momentos de pausa para ver la reacción de Lucas. El niño estaba asimilando lo que le había dicho su padre, y estaba formando la respuesta en su cabeza.

- Pero entonces… casi se puede decir que todo el mundo está en el Infierno, porque se comportan como si Dios no existiera, y no les importa.

- Aquí viene lo complicado, hijo. Mamá y yo siempre te decimos que Dios es Amor, ¿verdad?

- Sí...- Respondió Lucas. - Y también el padre Manuel en la misa lo dice, y mis catequistas

- Bien. Pues imagina un mundo SIN amor; donde nadie quiere a nadie, donde no hay nadie que te quiera porque falta Dios, y por lo tanto el amor no está; un mundo donde no tienes amigos verdaderos, donde tus padres no te quieren, y tú no quieres a nadie; un mundo sin esa sensación calentita de querer y saberte querido; un mundo en el que, en realidad, estás sólo.

El niño abrió mucho los ojos, empezaba a darse cuenta de lo que su padre le estaba diciendo. No era algo tan gráficamente terrorífico como le habían pintado, pero eso no hacía mucho más agradable lo que su padre le acababa de contar. Papá abrazó fuerte a Lucas, y le dijo:

- Si tú haces algo mal, si haces daño a alguien, o haces algo movido por falta de amor, y no te arrepientes de lo que has hecho, ni tratas de corregirlo, entonces es cuando te compras un billete directo a ese lugar sin Amor. Pero puedes estar tranquilo, porque sé que tú no eres de esa clase de persona; eres un niño bueno, que sabe cuando ha metido la pata. Mamá y yo te queremos mucho, y por eso te perdonamos cuando haces algo que no está del todo bien, ¿verdad?

- Sí.- Respondió Lucas esbozando una tímida sonrisa

- Pues con Dios pasa igual; Él nos quiere con locura, infinitamente, a pesar de nuestras meteduras de pata. Es por eso que te vuelvo a decir que puedes estar tranquilo, porque mamá y yo estamos convencidos de que no irás allí si sigues haciéndolo como hasta ahora.

- ¡Bueno, chicos!.- Dijo mamá viendo que la conversación llegaba a su fin. - ¿Preparamos la cena?

- ¡Sí!.- Respondieron ambos a la vez. La tele, por supuesto, ya llevaba un rato largo apagada, y así siguió.



sábado, 4 de diciembre de 2021

¿Fiestas Sagradas?

                                                    ¡Las fiestas son sagradas! (¿Santificarás las fiestas?)

     ¡Oiga usted, qué curiosa expresión! Se la oigo decir a menudo a mucha gente para justificar el tener una excusa para tener unos días de no trabajar, e incluso hacer escapaditas a la playa, a un alojamiento por ahí… Ya da igual de qué tipo de fiesta se trate, o el motivo por el que ese día no se trabaja (¡bueno! Gran parte de la población en general, que otros tantos, no son tan “afortunados”).

     En España, somos un país de profundas raíces cristianas, y una grandísima parte de nuestras festividades, son, de hecho, celebraciones de origen religioso; fijaos hasta qué punto es cierto lo que digo que, si cogiera un calendario (Por cierto, aprovechad para adquirir ya el que publicamos todos los años en la parroquia; que a la que os descuidéis, nos plantamos ya en Enero, y “nos pilla el toro”), y quitase TODAS las festividades de origen religioso, las fiestas que nos quedarían se podrían contar con los dedos de una mano: Año Nuevo, El Día del Trabajador (aunque teniendo en cuenta que se conocía como “San José Obrero”, tengo mis reservas al respecto), El 12 de Octubre (Día de la Hispanidad, se conmemora el descubrimiento de América. Aunque también es el día de la Virgen del Pilar, patrona de Zaragoza y nuestro país) y el 6 de Diciembre (Conmemoración del referendum de la Constitución Española)… ¡Y parad de contar, que no hay más!

    No voy a entreteneros repitiendo la forma de celebrar todas esas fiestas, pues ya lo he hecho en el primer párrafo. Pero sí me llama la atención que parece ser que como no tenemos bastante con las que tenemos, nos empeñamos además en adoptar también las de otros países, y curiosas formas de celebrarlas: Tenemos unos “Carnavales 2” (Halloween), dos fiestas en las que ponernos hasta arriba de cerveza (San Patricio, patrón de Irlanda, y la Oktoberfest, festival de la cosecha de cebada alemán que se celebra EN SEPTIEMBRE)

     Y ahora, en estas fechas, me da por observar el retorno de las “Navidades Mágicas” en nuestro pueblo, el famoso “Parque temático Navideño” que nos han puesto al lado de casa donde veo un parque de atracciones (Con casa del Terror incluida), una sección de “Food Trucks” (camionetas que te vende comida basura a precios desorbitados, nada que ver con los verdaderos “Food trucks” americanos), un PABELLÓN dedicado a la Oktoberfest, y una “Puerta mágica” en la que ponen a todo trapo canciones pop que, aunque tengan la palabra “Navidad” en su letra, no tienen ni rastro de lo que realmente se celebra (y ni un mísero villancico ponen)… Busco, y busco, y re-busco… y no encuentro apenas rastro de la NAVIDAD. Con la excusa del nacimiento del Hijo de Dios, se ha montado un (lo que llamamos en mi casa) “San Queremos” consistente en una orgía de consumo y mercadotécnia… ¡y ahí vamos nosotros, como borregos!



     Llamadme “rarito”, pero creo que lo de “Santificarás las fiestas” no iba por todo lo que he descrito...

viernes, 14 de mayo de 2021

¿En nombre de Dios?

 

¿En nombre de Dios?


     Hará como cosa de dos años, compartí una vivencia y reflexión en torno al primer mandamiento; y la verdad, pretendía que fuera el pistoletazo de salida para reflexionar en torno a los mismos. Así que, más tarde de lo esperado, trato de retomar la serie.


II No tomarás el nombre de Dios en vano


     Cuando te toca aprender dicho mandamiento siendo un crío, preparándote para la Primera Comunión, se te antoja un poco raro. ¿Cómo es eso? Nuestros padres entonces lo tenían bien fácil: nos decían que se trataba de no Jurar nada por Dios para enfatizar que estamos diciendo la verdad respecto a algo, y que más feo aún era hacerlo cuando nuestra afirmación en realidad era falsa. “¡Eso está chupado!” pensábamos por aquel entonces. Mas, nos paramos a pensar y… ¡Ay, amigos! ¿Seguro que es algo así de sencillo? Entiendo que, en realidad, hay que ir más allá, y dicho mandamiento encierra algo más serio y grave: ¿Cuánta gente no hace si no obrar “por mandato divino” o “en nombre de Dios”? ¿Cuánta gente no ha cometido actos egoístas, o incluso malvados diciendo que obraban para gloria del mismo?

     Sí, el ejemplo fácil es retrotraerse a tiempos más oscuros, volver a los tiempos de la reconquista, las cruzadas, la inquisición, la quema de “brujas” (llevada a cabo por protestantes, ¡ojo!) en América del Norte… pero tampoco es que en la historia reciente hemos brillado por haber evolucionado en ese aspecto: Los Talibán en oriente, Boko Haram en África, la guerra de Irak de hace casi diez años, el conflicto Palestino-Israelí, que parece no tener fin… Guerras, odio y muerte, y con Dios como excusa ¡Si esto no es atentar contra el Segundo Mandamiento, no sé entonces qué es!

     Pero aterricémoslo en nuestro día a día cotidiano, en nuestros quehaceres diarios ¿Cuántos no dicen (nos decimos) hacer las cosas en nombre de Dios, o con Él como excusa, cuando realmente no es así? ¿De verdad lo hacemos por Él? ¿O buscando la aprobación de los demás para satisfacer el ego? Tal vez sería necesario el realizar un examen de conciencia al respecto, y buscar si realmente hacemos lo que hacemos por lo que decimos, o si no estaremos faltando a este mandamiento.

domingo, 9 de mayo de 2021

Reboot

 

    Es una tendencia en el mundo del “Cómic” (tebeos o historietas, como algunos las hemos conocido siempre), y de las series de televisión y cine últimamente el hacer Reboots ¿Y qué significa esta palabrota? Pues, según las distintas traducciones o acepciones de la misma, significa re-imaginar, re-tomar, o re-iniciar una cosa.

    Hace unos meses, debido al estado de alarma y las limitaciones de aforo, se tomó la decisión de poner una misa más para niños y jóvenes a las 12:00 ¿Cómo hacer, si parte del coro de la misa de 11:30 (Ahora 11:00) tienen además grupo justo después de misa? Sopesé, medité… A las 11:00 puedo seguir tocando el bajo, pues hay guitarristas de sobra; pero, ¿dejar una misa (en la que además hay niños) sin coro? Entonces entendí que Dios es lo que lleva años esperando de mí, y hacia donde lleva tanto tiempo encaminándome: A iniciar nuevamente de cero; a re-iniciar dejando de lado mis gustos y comodidades, y ponerme al servicio de la comunidad.

    Es curioso cómo, una y otra vez, desde que entré en el ministerio de la animación litúrgica, me he encontrado con esta situación. Me pasó hace ya muchos años, cuando, recién entrado en el coro de la misa de 11:30, hubo una desbandada de los jóvenes que formaban parte del mismo; me pasó nuevamente en torno al año 2002 tras otra desbandada de jóvenes que hubo en la parroquia; nuevamente me ocurrió en Panamá… Mas como nos dijo en su día mi tocayo, José Luis, el misionero paul: “No hay casualidades, existen Diosidades

    He entendido ahora que es lo que Dios hace conmigo: me pone ahí en esa situación una y otra vez para que dé un paso al frente, a re-iniciar dejando a un lado gustos y comodidades, arremangarme, y ponerme manos a la obra, aunque sea inicialmente en solitario, que Él ya proveerá, e impulsará a otras personas a acompañarme, como ya está sucediendo.

    A día de hoy, 9 de Mayo, con el estado de alarma extinguido, y en el momento de escribir estas líneas, no sé durante cuanto tiempo más se prolongará esta situación, pero ahí estaré y continuaré mientras sea posible, porque sé que es mi lugar.

    Dios nos habla diariamente; no con palabras claras y directas, pero sí con gestos o situaciones. Depende de nosotros el que estemos atentos y sepamos/queramos escucharle. Así que ya sabéis, tened bien limpias las orejas del corazón para poder estar atentos a lo que se nos dice.









miércoles, 5 de mayo de 2021

Tocando el bajo

 

¿Por qué el bajo?

     Es una pregunta que me hacen mucho últimamente. ¡Caramba, carambita! ¿Por dónde empezar a contar/explicar? Supongo que por el principio: Hace ya unos años, cuando me inicié en la guitarra (allá por 1996), escuchaba a un grupo llamado “Héroes del Silencio” del cual, me llamaba mucho la atención el bajista; y ya ahí me picó el gusanillo sobre dicho instrumento.

     Con el paso de los años, fui conociendo cada vez a más personas que tocaban dicho instrumento; todas grandísimas personas, lo cual, me hacía aún más atractivo el iniciarme a él.

     Al final, cuando hace cuatro años, estuve de incapacidad laboral bastante prolongada, y viendo que en el coro éramos nada menos que 5 guitarristas, decidí liarme la manta a la cabeza, y aprender por mi cuenta a tocar este instrumento para enriquecer el sonido en las misas, quitarme esa espinita de aprender, y de paso, homenajear a esos bajistas que tanto apreciaba y aprecio (algunos, grandes amigos míos, y uno de ellos, en concreto, fallecido en 2015).

     Pero ¿qué tiene de particular dicho instrumento? A pesar de compartir forma con las guitarras, y tener sus cuatro cuerdas afinadas en las mismas notas que las 4 más graves de su hermana, y tocar EXACTAMENTE LAS MISMAS NOTAS (por lo que “perderse” a la hora de cantar con este instrumento es algo que no debería pasar), la tarea de este instrumento es dar una base rítmica, mientras la guitarra nos brinda la melodía; su misión es apoyar en lo que es la velocidad de la canción, y también servir de guía para las voces graves.

     Y es que, de eso se trata también: de la misma manera que en una agrupación musical caben distintos instrumentos y cada uno tiene su función, en las parroquias también sucede de esta manera: Cabemos todos, y no todos tenemos por qué ser iguales, ni hacer exactamente lo mismo; cada cual tiene su función, y aquí estamos para desempeñarla.

     
¿Y tú? ¿Qué instrumento del Señor eres?

sábado, 30 de enero de 2021

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

 

     Esta pregunta que más de alguno habrá leído cantando gracias a la conocida canción del grupo Burning, es el título de este libro, en el cual, el autor ha entrevistado a varias religiosas que están en conventos de clausura y misiones por medio mundo.

    Jesús García, colaborador de Ayuda a la Iglesia Necesitada, ha querido, a través de este libro, acercarnos un poco a las vidas de varias de estas mujeres; no sólo a cómo es su día a día; también a cómo fue esa llamada de Dios para vivir su Fe de esta manera: dejando atrás vidas que, aunque a nosotros se nos antojarían “normales” con sus profesiones, proyectos de pareja, familia, se encontraron un día con Dios, y esa llamada fue tan fuerte como para olvidarse de todo lo mundano en lo que andaban enfrascadas antes de ese encuentro. Tenemos en este libro médicos, chicas fiesteras, gente de ambiente parroquial, y de ambientes totalmente alejados ¡Incluso una ex-aspirante a campeona olímpica de esgrima!

     Diez “Celdas” (así es como se han definido cada uno de los capítulos-testimonio de este libro) en el que encontraremos diversos carismas: Carmelitas, Hermanas del Amor Misericordioso, Agustinas del Monasterio de la Conversión (La hermana Carolina, una vieja conocida de esta parroquia de cuando hemos ido a Sotillo), Dominicas, Hermanas Reparadoras, Franciscanas, Hijas de María Nuestra Señora, Misioneras de la Caridad, Madres Clarisas, Monasterio de la Madre de Dios… Y diez relatos de vidas que sorprenden (incluyendo a las propias protagonistas en el momento de vivirlo) por lo inesperado en algunos casos, y la sencillez con la que una vida planificada puede ser cambiada por Dios; bien de manera fortuita, o bien enamorando poco a poco corazones.

     He encontrado en este libro no sólo testimonios, también auténticas perlas que deberían hacernos reflexionar a todos y cada uno de nosotros. De hecho, me gustaría compartir un párrafo que no me he podido sacar de la cabeza:

    “Lo que sí hace falta son personas que te señalen a Cristo, como hizo Juan el Bautista. Él, el más grande de los profetas, señaló a Cristo incluso a sus propios discípulos. La persona que se ocupa de la pastoral juvenil tiene que entender que sus discípulos no son suyos, tiene que llevarlos a Jesucristo y luego desaparecer. Es Cristo quien los atrae y los llama”

     
Son sólo palabras, pero golpean con fuerza y resuenan como tienen que hacerlo; y como muestra, aquí tenéis un botón. Una lectura altamente recomendable, para que podáis acercaros un poquito mejor a lo que es la vocación a la vida consagrada, y comprobéis que podríamos ser cualquiera quien recibe esta llamada.