martes, 28 de mayo de 2019

¿Amarás a Dios sobre todas las cosas?


            Campamento parroquial Ibros (Jaén) 2012, era una mañana calurosa de Julio cuando una de las jóvenes de la parroquia vino con una inquietud:
- Josele, sé que el primer mandamiento es “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, y… ¡Lo veo tan difícil! Me siento incapaz. Creo en Dios, me siento amada por Él, y quiero corresponderle, pero amarle por encima de cómo amo a mis padres, a mi familia, a mis amigos… ¡No sé cómo hacerlo! ¿Me convierte eso en mala cristiana?
            ¡Toma ya, la primera en la frente! Y ahora, ¿qué le digo a esta muchacha? Catequistas, reconoced que, en algún momento, os han hecho una pregunta de este calibre, y habéis sentido que os cortocircuitáis por dentro.
            Afortunadamente, un pequeño cuentecito que leí hace muchos años, acudió a mi memoria, y así se lo relaté en respuesta (perdonad si fallo en algún detalle, pues lo estoy relatando de memoria)
            Se encontraba San Francisco de Asís orando, y le dijo a Dios llorando: “¡Lo siento, Dios! Amo al Sol y a la Luna, amo la tierra y la naturaleza, amo a mi familia, a Clara y a sus hermanas, al pueblo, al día y la noche, a los días soleados, y a los de lluvia… Los amo a todos al igual que te amo a ti. ¿Cómo observar el primer mandamiento y discriminar el amor?” Dios le sonrió cálidamente y le respondió así: “Yo también amo al Sol y a la Luna, amo la tierra y la naturaleza, amo también a tu familia, a Clara y a sus hermanas, al pueblo, al día y la noche; amo también los días soleados y a los de lluvia… Los amo a todos por igual, y también te amo a ti. Además, en todos vivo y amo. Ve tranquilo, pues, hijo mío, pues amándolos a todos, me amas a mí también”.
- ¿Entiendes lo que acabo de decir? Dios no nos pide imposibles; sólo quiere de nosotros una cosa: que amemos, que le amemos, y amemos a nuestro prójimo, hecho a imagen y semejanza de Él. Todos nosotros tenemos un pedacito de Dios en nuestro ser, pedacito que a Él volverá cuando nuestro tiempo aquí se haya cumplido. Ama a Dios en tus padres, en tu familia, en tus amigos… y si te sobra un poquito, (dije guiñándole un ojo) también en tus catequistas y monitores de campamento.
            “Los Diez Mandamientos”, los relatamos de memoria, de carrerilla, pero… ¿Nos hemos parado a observarlos y meditarlos detenidamente? Reconozco que la pregunta que me hizo esa muchacha en su día me lo hizo pasar un poco mal; no sólo por el aprieto en el que me vi, si no porque me interpeló a mí mismo, y me hizo darme cuenta de lo poco que pienso sobre ello, de lo poco que lo pongo en práctica, cuando, en realidad, es mucho más sencillo de lo que parece.
            ¿Y vosotros? ¿Cómo andáis de amor a Dios?

domingo, 19 de mayo de 2019

¿Creo o postureo?




            “Postureo” ¡Toma palabrota! A más de uno le sonará la palabreja en cuestión, y sabrá a qué se refiere; mientras que habrá quién le sonará a uno de esos términos “modernos” que usa la juventud de ahora. Pero… ¿Es tan actual? Me temo que no (para gran “alegría” de quien se pueda sentir un poco Dinosaurio ante este término)

            En El Lazarillo de Tormes, novela del género de la picaresca, cuyas ediciones más antiguas datan de 1554, hay un momento de la vida del protagonista en que entra a servir en casa de un hidalgo (noble sin título, a modo resumido para definirlo), el cual, tenía su casa, y poco más; de hecho, ni para comer tenía. Aún así, tenía un puñado de migas guardado siempre en su bolsillo, las cuales, antes de salir de casa, esparcía por su barba y pechera, para sacudírselas cuando salía de casa para que todo el mundo le viera, y pensase que había comido opíparamente, como se esperaba de alguien de su condición.

            Ahí lo tenéis; una palabra nueva, para una actitud que no lo es tanto: el aparentar. En un mundo cada vez más regido por las redes sociales, que parece que se convierten en escaparate de aquella imagen que queremos proyectar hacia los demás, el término es cada vez más abundante, porque… ¿Qué hay de verdad en todo ello? ¿Somos tan felices como queremos mostrar? ¿Somos tan guays como pretendemos que nos vean? ¿Somos realmente esa maravillosa persona que pretendemos que la gente crea que somos? ¿O, en realidad, somos unos buenos publicistas? Términos nuevos, medios nuevos, para un asunto viejo casi como el mundo: Nos preocupa, y mucho, la imagen que los demás tengan de nosotros, y lo que puedan decir; incluso en más de una ocasión habremos oído decir la siguiente frase en los trabajos: “Importa más lo que parece que haces, que lo que realmente hagas”
            ¿Y en la Fe? ¿Nos pasa igual? Es un tema bastante recurrente, y al que alude todo el que busca argumentos para atacar a los creyentes: nuestra falta de coherencia. ¿Cuántos de nosotros no acudimos a misa todos los Domingos, nos damos los golpecitos en el pecho, asentimos cuando el sacerdote habla en la homilía, y en cuanto ponemos un pie fuera de la iglesia, parece que nos hemos olvidado como por ensalmo de lo que hemos oído de puertas para adentro? Sí, de carne y hueso somos; imperfectos, limitados, débiles y propensos al error. No estoy diciendo que no podamos equivocarnos, que tengamos prohibido caernos… ¡En absoluto! Lo que sí pretendo decir con estas líneas desde las que tengo la ocasión de dirigirme a vosotros, es que, aunque podamos errar, aunque podamos caer en la tentación de meter la pata (al fin y al cabo, somos de este mundo, y en él vivimos, y nuestra sangre es tan roja como la de cualquiera de los que nos rodean), nos acordemos de en qué creemos, en quién creemos, y qué conlleva todo ello asociado; que seamos lo más coherentes posibles entre lo que predicamos y lo que hacemos; que seamos plenamente conscientes de esas oraciones que parece que recitamos como si tuviéramos el piloto automático puesto, y nos paremos a meditar lo que dicen, y si realmente las aplicamos a nuestras propias vidas.

            ¡En fin! Que, al fin y a la postre, no nos preocupemos tanto por engalanarnos por fuera, de vestirnos para la foto, si luego, en nuestro interior, no lucimos tan bonitos; pues, a los ojos del Padre, somos algo más que una imagen; pues Él sabe ver a través de nuestra propia publicidad; que nuestra Fe, sea más un CREO, que un simple Postureo

Si no puedes perdonar....


Si no puedes perdonar, esto es para ti

            El perdón es un tema recurrente en nuestra Fe, es también una de las características del Amor. Vemos y se nos dice en más de una ocasión que hay que saber reconocer que se ha metido la pata y pedir perdón por ello, y también, que hay que saber perdonar; hacer borrón y cuenta nueva. ¿Hasta dónde? “Hasta setenta veces siete” dice Jesús, y así queda reflejado en la Biblia, es decir: SIEMPRE.

            “¡Ya, claro!” Nos decimos todos; que eso es muy fácil y bonito de decir, pero hay casos… y nos escudamos en el que somos de carne y hueso para enrocarnos en nuestras posiciones de orgullo y rencor, y no dar nuestro brazo a torcer. Y empezamos con las cosas que son “imperdonables”, y luego…. ¡Que ya nos conocemos, que luego no dejamos pasar ni la más mínima!

            Pero… ¿Y si os dijera que hay gente capaz de perdonar lo “imperdonable”? ¡En serio! En este libro, Si no puedes perdonar, esto es para ti, la hermana Sor Leticia, de la orden de predicadores, ha recopilado siete testimonios de siete personas que han pasado por ese tipo de experiencias; siete personas con vidas normales, no muy distintas a las de cualquiera de nosotros que ahora mismo leemos estas líneas, y que se han encontrado con estas situaciones, y que… ¡Fueron capaces de encontrar el perdón! Tanto en el papel de perdonar, como en el de sentirse perdonados. En este libro encontraréis casos de gente que perdió a seres queridos en un atraco a una tienda, gente que tuvo un accidente de tráfico en el que un familiar muy cercano perdió la vida, gente que está pagando con la privación de su libertad los errores cometidos… y aún así, han encontrado en el perdón y en Dios la paz que el rencor y la culpa les negaban.

            Tras leer sus historias, sus experiencias, uno se da cuenta de que, muy a menudo, nos atascamos por cosas que, en el fondo, no son tan importantes.

            ¿Os gustaría conseguir el libro? En el siguiente enlace podéis hacerlo: https://www.dominicaslerma.es/index.php/multimedia/libros/346-si-no-puedes-perdonar-esto-es-para-ti.html

                Dadle una oportunidad, dáosla también a vosotros mismos, y ya me contaréis.