Campamento parroquial Ibros (Jaén)
2012, era una mañana calurosa de Julio cuando una de las jóvenes de la
parroquia vino con una inquietud:
- Josele,
sé que el primer mandamiento es “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, y… ¡Lo
veo tan difícil! Me siento incapaz. Creo en Dios, me siento amada por Él, y
quiero corresponderle, pero amarle por encima de cómo amo a mis padres, a mi
familia, a mis amigos… ¡No sé cómo hacerlo! ¿Me convierte eso en mala
cristiana?
¡Toma ya, la primera en la frente! Y
ahora, ¿qué le digo a esta muchacha? Catequistas, reconoced que, en algún
momento, os han hecho una pregunta de este calibre, y habéis sentido que os
cortocircuitáis por dentro.
Afortunadamente, un pequeño
cuentecito que leí hace muchos años, acudió a mi memoria, y así se lo relaté en
respuesta (perdonad si fallo en algún detalle, pues lo estoy relatando de
memoria)
Se
encontraba San Francisco de Asís orando, y le dijo a Dios llorando: “¡Lo
siento, Dios! Amo al Sol y a la Luna, amo la tierra y la naturaleza, amo a mi
familia, a Clara y a sus hermanas, al pueblo, al día y la noche, a los días
soleados, y a los de lluvia… Los amo a todos al igual que te amo a ti. ¿Cómo
observar el primer mandamiento y discriminar el amor?” Dios le sonrió
cálidamente y le respondió así: “Yo también amo al Sol y a la Luna, amo la
tierra y la naturaleza, amo también a tu familia, a Clara y a sus hermanas, al
pueblo, al día y la noche; amo también los días soleados y a los de lluvia… Los
amo a todos por igual, y también te amo a ti. Además, en todos vivo y amo. Ve tranquilo,
pues, hijo mío, pues amándolos a todos, me amas a mí también”.
- ¿Entiendes
lo que acabo de decir? Dios no nos pide imposibles; sólo quiere de nosotros una
cosa: que amemos, que le amemos, y amemos a nuestro prójimo, hecho a imagen y
semejanza de Él. Todos nosotros tenemos un pedacito de Dios en nuestro ser,
pedacito que a Él volverá cuando nuestro tiempo aquí se haya cumplido. Ama a
Dios en tus padres, en tu familia, en tus amigos… y si te sobra un poquito,
(dije guiñándole un ojo) también en tus catequistas y monitores de campamento.
“Los Diez Mandamientos”, los
relatamos de memoria, de carrerilla, pero… ¿Nos hemos parado a observarlos y
meditarlos detenidamente? Reconozco que la pregunta que me hizo esa muchacha en
su día me lo hizo pasar un poco mal; no sólo por el aprieto en el que me vi, si
no porque me interpeló a mí mismo, y me hizo darme cuenta de lo poco que pienso
sobre ello, de lo poco que lo pongo en práctica, cuando, en realidad, es mucho
más sencillo de lo que parece.
¿Y vosotros? ¿Cómo andáis de amor a
Dios?