
Sí, para el que no me conozca, yo también me dejé llevar por la fiebre del concurso después del exitazo de su primera edición, y ni corto ni perezoso, me presenté al casting de la segunda edición.Tuve que llamar a un 906 y dejar mis datos personales. Creí que no sería seleccionado, pero a las dos semanas se produjo la llamada. Aparte de confirmar mi edad y lugar de residencia, me preguntaron si tenía algo de formación musical; les dije que nada, salvo los 6 meses que pasé en la Coral Polifónica "Clave I", que estaba aprendiendo por mi cuenta a tocar la guitarra y que no; no había grabado ningún disco ni maqueta, ni mucho menos las había sacado al mercado. Me citaron un Martes en la plaza de toros cubierta de Vista Alegre y me dijeron que no podía llevar la guitarra ni ningún instrumento musical para ayudarme; y que tenía que prepararme 30 segundos de una canción, la que fuera.
Según se acercaba el día, me iba poniendo nervioso ¿qué canción elegir? Seguro que buscaban una voz potente y poderosa; algo estilo a Bisbal cuando cantase a pleno pulmón. Descarté enseguida canciones de los triunfitos por que sería la elección obvia, y empecé a descartar también canciones conocidas por el mismo motivo. Tenía que diferenciarme, pero ¿cual elegir?. Al final me decidí por esta:
¿El motivo? Por aquel entonces era muy aficionado a los karaokes (y daba la casualidad de que en Torrejón habían 4) y solía pasar muchas tardes en estos. Como siempre he tenido una voz muy grave, me quedaba con las canciones de José Luis Perales y de Héroes del Silencio, llegando incluso a los agudos de Bunbury en los primeros discos. Pero un día, decidí liarme la manta a la cabeza y arriesgarme con una canción de Sergio Dalma, en concreto "No despertaré". No debió salirme muy mal, por que una amiga se me quedó mirando con la boca muy abierta y me dijo "No creí que fueras capaz de hacer esta canción". Eso fue lo que me animó a elegir la de "No voy a volver a llorar".
Ensayé a 48 horas vista del casting, y asegurándome de que tenía mis 30 segundos de canción bien elegidos, definidos y pulidos para poder hacer un buen papel. De esos 30 segundos dependería mi paso a la "Academia" o el quedarme a las puertas y seguir con mi vida de siempre.
El día en cuestión, conseguí que mi jefe se tirara el pisto y me lo diera libre; y aunque ya tenía carnet de conducir y coche, aún no me atrevía a conducir por el centro de Madrid, por lo que fui en transporte público con el walkman repasando una y otra vez mi canción. Tuve la tentación de cambiar de tema hasta tres veces en el trayecto, pero decidí que era una locura, que eso no era lo que había ensayado, y no era plan de cagarla.
Cuando llegué, el panorama era bastante abrumador: allí había cientos y cientos de personas guardando cola; unas personas de la organización con megáfonos nos iban diciendo que como éramos tantos, en lugar de 30 segundos, sólo podríamos cantar de 5 a 10 segundos para que nos diera tiempo a todos. La gente protestó un poco, pero yo decidí que iba a permanecer tranquilo. Lo chungo era que la cola avanzaba muy, pero que muy lentamente, y eso en una mañana de Marzo (creo recordar), hace mucha pupita a la garganta
Una de tantas anécdotas es el cómo transforma a las personas el ansia de fama, el querer destacar... no sé. El caso es que como si de animales marcando el territorio o queriendo intimidar a posibles competidores para que no se presentaran, más de una y dos personas se arrancaban de repente a cantar en plan "Este/a soy yo y aquí está mi potencia de voz, ¡A ver quién es el/la guap@ que lo supera!". Yo de vez en cuando les prestaba atención, pero enseguida decía para mis adentros "¡Seguid yendo de sobrados con este frío, majetes; veremos qué gracia os hace cuando a la hora de demostrar esto mismo, os halláis quedado afónicos!"
Otros elementos que tampoco faltaron fueron los comerciales de varias academias de artistas y canto, l@s cuales aspiraban a poder captar posibles clientes/alumn@s. Me llevé varios panfletos en la mochila que, por educación, no tiré al suelo, pero que no tenía pensado leer a menos que me diese un apretón inoportuno y tuviera que ir al baño.

A las 12:15 pudimos entrar en el edificio (estábamos citados de 9:00 a 11:00 y yo llevaba allí desde las 8:40. Lo primero que hicieron fue comprobar nuestro nombre en una lista, y darnos un dorsal y unos cuestionarios, amén del típico documento de cesión de derechos de imagen. Otro chico de la organización nos iba diciendo que íbamos a bajar en grupos de 25 personas, que teníamos que coger el micro, decir en voz alta y pronunciando bien nuestro número de dorsal, y empezar a cantas; cuando nos dijeran "siguiente", tenías que pasarle el micro al que viniera detrás. Haciendo su papel de "poli bueno" el chico nos dijo que no nos preocupásemos si no resultásemos elegidos; que había mucha gente válida que probablemente no sería seleccionada; así que el no ser seleccionados no significaba que no fuésemos buenos.
Entablé conversación con la gente de mi grupito; todos muy majetes, y el que más y el que menos, tenían una ilusión tremenda por dedicarse a la música y esperaban que esto les sirviera de trampolín.

Cuando terminaba cada grupo de 25 personas, decían en voz alta los que pasaban a la siguiente ronda; envalentonado por las palabras de mis compañeros de grupo, esperaba que mi número fuera uno de los seleccionados; pero no fue así: "Los números XXXXX y ZZZZ (no recuerdo qué número eran) pasan a la siguiente ronda, los demás ya os podéis ir yendo (que aquí ya no pintáis nada)" Una oleada de frío me recorrió la espalda en dirección ascendente, y otra de calor subía desde mis tripas; ¿Cómo podía la tipeja esta ser tan desagradable y tratarnos con tan poco respeto? Salí de allí abrazando a la chica que aún seguía llorando para confortarla. La verdad es que esa tía, por muy jurado que fuese, no tenía derecho a tratarnos así.
Conseguí que la chica se calmara una vez que estábamos en el vagón del metro, de camino a nuestros respectivos hogares; y ahí acabó mi aventura. Desde entonces no he vuelto a ver el programa. Y después de ver en lo que ha derivado, cada vez tengo menos ganas de saber de él.
Como anécdota-posdata, diré que pensaba que nadie había visto mi intento; al fin y al cabo, no televisaban a todos los que pasaban por el casting. Peeeeeero, internet todo lo registra, y resulta que al día siguiente uno de los jefes vino a preguntarme cómo me había ido; que había visto mi participación y que lo primero que pensó fue: "¿Ese es José Luis? ¡Qué calladito se lo tenía, qué fiera!" Ese recuerdo, y el haber dado con gente tan maja es lo único agradable que recuerdo del concurso y mi paso por él.
Con esto, por cierto, quiero dejar zanjada una cuestión que era la curiosidad que mucha gente ha tenido al respecto sobre el tema, y la farsa versión que una persona hizo circular por ahí de que había ido con mi guitarra a cuestas a hacer el ridículo, cuando no fue así ni de lejos.
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