martes, 16 de abril de 2013

"El Krakatoa"

 

   Hoy es uno de esos días en los que a uno le da por experimentar en la cocina, y he decidido explorar un poco con los ingredientes que hay aquí. 

   Aviso: la salsa es fortísima; el mero olor me ha hecho llorar, y al segundo bocado estaba sudando. He tenido que ir a ducharme después de comer, por lo que recomiendo que bajéis la cantidad de Ají a la hora de hacer la salsa.

El Ají; su nombre engaña, pues es más fuerte incluso que los jalapeños.

El ají tiene la fama de ser una de las especies más picantes dentro de la gastronomía actual. El Perú ha creado algunas de las recetas más innovadoras y deliciosas usando estos pequeños tesoros.

Descripción 
Su aspecto, generalmente es de colores naranja, amarillo, rojo o morado, dependiendo del tipo de ají que se busca. Tiene un fuerte sabor picante al comerlo. El "Aji amarillo" del Perú es de color verde y se vuelve color naranja cuando madura. Se expende, también, en forma de ají en polvo, seco.
Uno de los atributos del ají es su sabor fuerte y picante y es por este motivo que se le conoce tanto. Es un sabor que despierta el sentido del gusto, diferente a lo ácido, dulce, amargo o salado. Es un atributo buscado en muchos platos. En muchos lugares del mundo el picante es muy aceptado porque realza los sabores insípidos de los alimentos básicos. 

Valores nutricionales
Los ajíes, variedad de los "Capsicums", son una fuente importante de nutrientes. Contiene más vitamina A que cualquier otra planta comestible, además de ser una excelente fuente proveedora de Vitaminas B y C, hierro, tiamina, niacina, potasio, magnesio y riboflavina. Para las personas que se cuidan de ciertos alimentos, el ají está libre de colesterol y grasas saturadas. Recomendable también para las dietas bajas en sodio y altas en fibra. Comer ají incrementa el metabolismo.
Usos
Añada ají y realce con su picante sabor los platos de cebiche, sopas, salsas, guisos, carne, aves y entremeses. Uselo también para decoración agregando color y sabor a sus recetas si lo esparce finamente picado. 

Es novedoso, tambien, combinar los sabores de varios ajíes en el mismo plato para darle un sabor más interesante.

Para preparar los ajíes: cortar el tallo, partir el ají en dos a lo largo, y retirar las semillas y las venas (si se desea eliminar casi todo el picante).

Para guardar: refrigerar los ajíes, sin lavar, entre dos hojas de papel toalla o en una bolsa de papel o plástico.

Para congelar: Abrir en dos los ajíes, retirar las semillas y guardar, enteros o picados, en bolsas plásticas selladas en el congelador.

El ají se usa también como colorante para comidas, como ingrediente farmacéutico y en muchas otras formas.

Historia Históricamente, se asocia el ají con el viaje de Colón a América. Cristóbal Colón recibe el crédito por hacer introducido el ají en Europa y consecuentemente en Africa y Asia. En su primer viaje el encontró una planta cuya fruta tenía el picante de la pimienta. Colón lo llamó pimienta roja porque las plantas tenían los frutos rojos. Estas plantas fueron más tarde clasificadas como "Capsicum". Desde su descubrimiento fue incorporado inmediatamente a la cocina mundial.
Investigadores del "Capsicum" usan indistintamente los términos ají, chile o pimiento como términos vernaculares.

Para la salsa:
5 Ajís
1 cucharada de vino blanco
1 cucharadita de mostaza
1/2 cucharadita de curry en polvo
1 diente de ajo
2 cucharaditas de orégano
1 chorrito de vinagre
1 y 1/2 de agua
Este es el color que tiene recién batida. Si lo queréis más rojizo,
 añadidle  pimentón ¡dulce!, al enfriarse oscurecerá, adquiriendo
una tonalidad más anaranjada, que es lo que buscamos
2 porciones de queso semi-curado (que sea lo más suave posible)

Preparación:

   Picamos los ajís bien pequeño y el ajo, lo vertemos en una cacerola donde previamente habremos vertido el vino blanco. Lo tenemos a fuego medio para que el ají vaya absorbiendo el vino. Añadimos la mostaza, el curry y el orégano. Cuando haya quedado sin casi líquido, añadimos el vinagre y el queso,mientras lo ponemos a fuego lento; continuamos hasta que el queso se derrita del todo. Añadimos el agua, y lo vamos removiendo cada 5 minutos durante una media hora, hasta que quede todo bien empapado.
   Una vez retirado del fuego, lo pasamos por la batidora para que quede como una salsa homogénea. 

Para el puré:
5 patatas
3/4 de litro de agua
400 ml de leche
2 cucharadas de queso parmesano en polvo
2 cucharaditas de mantequilla o margarina
Un taquito de jamón.

Preparación:

Así es como debe lucir el puré: fino, homogéneo, pero
con la firmeza suficiente como para poder moldearlo
   Pelamos las patatas y las metemos en el agua; las hervimos hasta que llegue el momento en que podamos hacerlas puré con un tenedor y haciendo presión con nuestra mano (Nota: en España este punto se suele conseguir a los 15-20 minutos, la patata panameña tarda mucho más). Añadimos la leche, la mantequilla y el queso y vamos batiendo hasta que quede un puré fino y homogéneo, con la menor cantidad de grumos posible.
   Cogemos el taquito de jamón, y lo pasamos por un rayador de esos que se usan para rayar el queso o el pan, de forma que vayan saliendo pequeñas láminas o virutas, y estas las iremos vertiendo en el puré. Si os fijáis, no estoy usando sal, pues eso ya lo va a aportar el jamón. Mezclamos muy bien, hasta que esté totalmente repartido por todo el puré.

Presentación:

Presentación del "Krakatoa", un plato no apto
para estómagos sensibles
   Como el puré será más bien compacto (a pesar de lo fino de su textura), lo serviremos en el plato con una cuchara de madera, moldeándolo como si quisiéramos darle forma de montaña. Con una cucharita, le quitaremos la cima, y le haremos una especie de cráter de una profundidad de el grosor de medio dedo. 
   Con la misma cucharita, verteremos una especie de regueros que vayan cayendo de la cima por las laderas, y rellenaremos el cráter.

Cómo tomarlo:

   Como mencionaba, la salsa es muy fuerte; recomiendo el mezclarla con el puré hasta que este cambie de color y quede anaranjado. Tomarlo acompañado de una enorme botella de agua muy fría, y que llevéis ropa bien fresca y suelta... la vais a necesitar de lo mucho que sudaréis al tomarlo.

Por qué decidí poner ese nombre al plato:

   El Krakatoa, según me contaron de pequeño, fue un volcán el cual, erupcionó tan súmamente fuerte, que partió la isla en la que se encontraba por la mitad, y hay quien dice que se vio una de las mitades de la isla volar por los aires (probablemente fuese más leyenda que realidad, por eso podéis ver la verdadera historia si hacéis click en el nombre para abrir el vínculo). Animado por esa leyenda de mi infancia, y viendo el efecto que ha tenido en mí (llorar sólo con oler la salsa, tener que desnudarme por que sudaba descontrolada y abundantemente), creo que es el nombre que mejor lo define. Disfrutadlo... si os atrevéis...

   

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