¿Cuantos de vosotros habéis soñado de pequeños con ser ricos? Yo he sido uno de ellos: quería ser inmensamente rico, tener una casa gigantesca con piscina, gimnasio y garage donde meter el Batmovil y una inmensa caravana donde podría vivir una familia de 10 miembros (por lo menos).
Sí, la vida me sonreiría, y yo estaría nadando en pasta.
Con la experiencia que te da el paso de los años, acabas recordando ese sueño, ese impulso, y te paras a pensar ¿Cual es la auténtica riqueza? ¿En qué consiste realmente el ser rico? La acepción general (y prácticamente mundialmente aceptada) consiste en tener, tener y tener, cada vez más y más cosas; y si puede ser el tener más que el vecino, mejor que mejor.

¿Eso es ser rico? No puede ser algo tan sumamente vacuo y vacío. Si nos limitamos a tenerlo todo, a acumular posesiones, no sé si realmente nos podemos llamar ricos, pero sí acaparadores. Y, lo que es más importante al final: ¿Eso nos hará felices?

El dinero no es más que un frío e inanimado objeto, pequeñas piezas de metal, y trocitos de papel que no se casan con nadie, si no que pasan de mano en mano, cual amante voluble y veleta. ¿Por qué le damos tanta importancia en nuestras vidas a cosa tan nimia como esa, hasta el punto de consagrar nuestra vida a él, y dirigimos todos nuestros esfuerzos a conseguir acumularlo?
No. La riqueza no consiste en amasar dinero y tener y acumular cosas. A la larga, eso no llena los vacíos que puedan existir en nuestro interior, al contrario; en realidad se origina en nosotros un ansia de tener y acumular cosas que nunca se saciará. Sí, podemos obtener el gadget más moderno y reciente de todos los que han salido, pero sabemos que tarde o temprano, eso no será suficiente para llenar ese vacío, (y los fabricantes sacarán en breves un modelo superior y más atractivo estéticamente, aunque ese atractivo radique en 2 milímetros más de tamaño o de pantalla), e iremos en busca de más: siempre de más, pero nunca seremos saciados de ese ansia, de ese hambre de tener y poseer.

O, empeorando aún más las cosas (rizando el rizo), en ese ansia por obtener más y más dinero, más y más cosas, nos podemos olvidar por completo de la gente que nos rodea para que, cuando sea ya demasiado tarde, empecemos a extrañarlos.

No, no dejemos que el dinero y el ansia de tener y acumular gobierne nuestras vidas. Hemos de recordar que el dinero es un medio para conseguir fines, pero jamás debemos convertirlo en un fin al que venerar y consagrar (me atrevería a usar la palabra "sacrificar") nuestras vidas teniéndolo como único motor y motivación en nuestras vidas. ¡Por favor, que estas son bien cortas como para malgastarlas tan miserablemente!
Recordemos las cosas (y las personas) que enriquecen realmente nuestras vidas, y dediquémosles nuestro tiempo. Sí, seguirá habiendo dinero en nuestras vidas, pues lleva tanto tiempo en nuestra historia de la humanidad, que es ya una parte más de nuestra "naturaleza"; pero no debemos perder la cabeza por él, si no centrar nuestra atención, cabeza, esfuerzos y cariño en las cosas (y personas) que realmente nos hacen ricos.
¿Estoy aún a tiempo de cambiar mi respuesta a la pregunta de si quiero ser rico? Seguro que sí, pues nunca es tarde cuando hay propósito de enmienda. Quiero ser rico; rico en lo que realmente importa; pero no quiero ser alguien tan pobre, que sólo tenga dinero.
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