sábado, 10 de septiembre de 2011

El Club de los Corazones Rotos

        Descubrí esta película por pura casualidad hará unos siete años más o menos. Mi madre trabajaba limpiando las oficinas de "Columbia", y le solían dar cintas de VHS descatalogadas que iban a ser destruidas. En uno de sus cargamentos, vino esta cinta, la cual me dispuse a visionar en una de esas mañanas en las que estaba sólo en casa y sin nada que hacer. La película es del año 2000, y aquí en España (que yo sepa) jamás se llegó a estrenar en los cines.    La historia va de un variopinto grupo de amigos  Dennis (Timothy Olyphant) es un fotógrafo que va a cumplir los 28. Es un chico un tanto sibarita que necesita tener el clima perfecto para todo lo que le rodea (a decir verdad, el personaje se me antojó enormemente pedante, con una actitud entre paternalista, ir de sobrado y como de querer sentirse superior a los demás), después está Benji (papel encarnado por Zach Braff), un muchacho de estética semi-punki que se siente atraído por los cuerpos de gimnasio; Howie (Matt McGrath) con un look de empollón, es el psicólogo del grupo (no sólo entre sus amigos, además lo es de profesión) el cual se pasa la película psicoanalizando a los demás cuando él mismo tiene un problema de dependencia hacia su pareja a la que por un lado desprecia por sus defectos, pero a la que es incapaz de renunciar; Cole (Dean Cain), el típico guaperas que hay en todo grupo de amigos. Un personaje tal vez un tanto estereotipado: es actor, un tío atractivo que sólo tiene que chasquear los dedos para tener una conquista romántica, seguro de sí mismo (el típico tío que sabe que es guapo y se sirve de ello, comportándose como si estar con él fuera un privilegio), y que va de flor en flor, despreciando cualquier atisbo de relación seria, y que siempre le roba los ligues a los amigos (¡Tío, eso no se hace! Una regla de oro en cualquier grupo de colegas que se precie, es que los ligues de los colegas ni se miran); Patrick (Ben Weber), un tío con un humor bien ácido y con el bagaje que le da sentirse "el patito feo" del grupo, lleno de dudas por sus complejos e inseguridades y Taylor (Billy Porter), que hasta hace bien poco alardeaba de una relación duradera, hasta que su pareja le abandona sin previo aviso.
    Cole y Taylor después de un partido de Softball
        Para dirigir a toda esta banda, está el veterano Jack (John Mahoney), su entrenador de softball y dueño del restaurante donde se reúnen todos (y algunos de ellos trabajan), y que es toda una drag en sus ratos libres.      ¿Y qué más puede tener este grupo en común? Pues que todos son gays. El temor cuando empecé a ver la película, era el de encontrarme con una enorme dosis de estereotipos, en la que los personajes serían retratados como locazas, o como las típicas personas ultra-modernas y sofisticadas. En lugar de ello (o aparte de ello, por que un poco de ambas cosas hay en la cinta, pero sin caer en la exageración)
    Dennis, protagonista principal de la película.
       La historia propiamente dicha arranca en el cumpleaños de Dennis, en el cual conoce a Kevin (Andrew Keegan). Kevin es un chaval primerizo, el cual acaba de descubrir que es homosexual; aunque iba a ser una conquista de Benji, es Cole quien, como de costumbre, se acaba llevando el gato al agua, para acabar haciendo lo que hace con todas sus conquistas; dejarle tirado en cuanto se cansa de él, o encuentra otra persona que despierta su interés. Howie sigue colgado de su ex-, que es todo un fumador de hierba, mientras que la hermana lesbiana de Patrick  le ha pedido que done su esperma para ser el padre de un bebé, junto a su novia despótica. Para rematar la jugada el novio de Taylor le dice por teléfono que lo suyo ha terminado, y le da un ultimatum para dejar el apartamento que compartían.
    Howie, Patrick y Benji admirando a un desconocido
    que pasaba por allí mientras posaban
       Tras ver los estragos que Cole ha hecho en Kevin, Dennis decide acercarse a él para intentar mostrarle el lado más amable de su grupo de amigos. Debido a su personalidad, decide "apadrinar" y "guiar" a Kevin por ese nuevo mundo en el que acaba de comenzar a caminar.
       Los personajes parece que no tienen otra cosa de la que hablar que no sea el mero hecho de ser gays, como regodeándose en ello, y no prestando atención a otras tantas cosas en su vida o de sus personalidades que son igualmente apasionantes y atractivas. El propio Jack en un momento de la película, así se lo menciona: "A veces parece que si no fuéseis gays, no tendríais tema de conversación"; una frase que realmente me llegó e impactó; e incluso creo que resume perfectamente el mensaje de la película, y nos describe perfectamente a las personas.    
       ¿Cuantas veces nos hemos puesto clichés o etiquetas, y permitimos que una única etiqueta nos defina? Tendemos a potenciar esa única faceta de nuestra personalidad, y dejamos que sea la que nos defina, y que nos reconozcan únicamente por ella, dejando de lado otras tantas cualidades de nosotros mismos que pueden ser igualmente preciosas, y un gran tesoro para la gente que nos rodea (incluso para nosotros mismos)    
       Por que, vamos a ver. ¿A quién le gusta ser descrito como "Fulanito, el gay" o "Menganito el madridista" o "Zutanito, el borracho" en lugar de: "Fulanito, el chaval de ojos azules que toca el acordeón", o "Menganito, el moreno que habla tan bien", o "Zutanito, el chaval alto que sabe tanto de literatura victoriana"? Etiquetas, todas por doquier; ¿Por qué permitimos que se les dé más importancia a unas que a otras? ¿Por qué elegimos que sean unas y no otras las que nos definan?    Todos tenemos cualidades especiales por las que somos distintos a los demás, y por lo tanto únicos (¡Y que viva la variedad y el ser distintos unos de otros! ¿Os imagináis lo aburrido que sería el mundo si estuviésemos todos cortados por el mismo patrón? ¿No? Pues leed Un mundo felíz de Aldous Huxley, y me contáis). ¿Por qué dejar que sólo una nos defina y diferencie?    
       El caso es que la película me pareció bastante buena para pensar, meditar... la historia la encontré muy bien contada, y el desarrollo de la película no se me hizo largo ni lento en absoluto. Aunque más de uno la venderá como "Una peli pastelosa de gays", a mí me pareció una película bastante inteligente que contaba la historia de un grupo de amigos como cualquier otro que puedas encontrarte en cualquier lado, pero que la única particularidad que tiene es su opción sexual, la cual, si eres un espectador inteligente, queda rápidamente relegada a un segundo plano.
          Os invito encarecidamente a verla totalmente libres de prejuicios, que la disfrutéis con un buen bol de palomitas, y luego meditéis sobre su contenido y mensaje. Espero vuestras opiniones.                                                                                                                                 
                                                                                                       Josele




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