martes, 2 de julio de 2013

Desde el Exilio XV

   Erase una vez, una puta semana de mierda

   Tal vez así es como debiera de haber titulado esta entrada en realidad; pues es lo que describe a la perfección la semana que terminó ayer.


   Comencemos con nuestro querido Lunes, día el cual en el que en el trabajo tuve que hacer de nuevo inventario de la zona de equipos de seguridad para los trabajadores; me explico: Aunque está dentro de mis competencias, se supone que el encargado, cada vez que entrega algún elemento de seguridad a los trabajadores, ha de hacerles firmar un documento como que se les ha hecho dicha entrega, y me lo tiene que remitir a mi para que pueda tener el stock controlado... Pues bien, resulta que, como de costumbre, no lo ha hecho, obligándome a encerrarme durante casi una hora a re-contar las existencias en un almacén sin ventanas ni ventilación; lo cual me obliga a salir cada 10 minutos si no quiero morir asfixiado; porque entre el ambiente opresivo, el calor de la caseta (toda metálica, apenas aislada y en clima tropical como estamos) y el olor (mezcla de sudor, cartón húmedo y demás)... Ese día no tenía muchas ganas de bajar a la obra, pues el calor era totalmente asfixiante; aún así, me obligué a bajar para controlar todo el material que hay y comprobar que el fabricante no nos había dado gato por liebre en las entregas. Al poco rato de subir, comenzó a llover. No le habría dado demasiada importancia; ya he visto lluvias torrenciales antes; pero me alarmó que la gente de la parroquia de aquí, empezara a suplicar prudencia a todos los que teníamos que conducir.


   Estando como estamos alejados de casi todo, perdidos en medio de un trozo de selva donde irá la Ciudad Hospitalaria, pues tampoco nos parecía una tormenta tan bestia; pero cuando te empiezan a decir que si en las vías de peaje hay árboles arrancados de cuajo en medio de la carretera, y que hay una niña desaparecida, ya te empiezas a preocupar. Al poco, Portal me hizo llegar las fotos de un centro comercial situado en una zona bastante pija de la capital. Tal como se puede ver en las imágenes, está claro que da igual tu posición social, pues ante la naturaleza, todos somos iguales cuando esta enfurece. Al día siguiente, me enteré por la prensa que la niña había fallecido; una niña de 12 años. Alarmado, llamé a la guardería por si fuera necesario ir a buscar a Nico; pero las profesoras me tranquilizaron y dijeron que no me preocupara, que allí todo se estaba desarrollando con total normalidad.

Medio palmo de agua... y eso que está relativamente elevado
Hubo gente que se quedó atrapada en sus coches por la caída de postes y árboles

Esto es en el parking del centro comercial.

Aunque muy pequeña (lo siento, pero el zoom de la cámara
del móvil no da para más), ahí tenéis a la ranita
   El Martes, antes de bajar nuevamente a la obra, me encontré con una pequeña rana nadando en el inmenso charco que había enfrente de mi caseta. Fue una imagen que me transmitió tanta paz después del vendaval del día anterior, que no quise dejar pasar la ocasión de fotografiarla. Así que aquí esté, la pequeña ranita inmortalizada para la posteridad; sabiendo que, seguramente, alguno de los coches de la zona donde nos encontramos, la habría aplastado inmisericorde e inconscientemente.
   Parecía que iba a ser un monótono día más, pero no fue así. Apenas había llegado a mi despacho por la mañana, empecé a experimentar un ligero mareo; como no me había dado tiempo a desayunar, achaqué el bajón a la falta de azúcar; no problem, me tomé la chocolatina que había comprado de camino, y listo.... pues va a ser que no; el mareo fue yendo cada vez a más, llegando a su culmen a partir de las 11:30. A partir de ahí, comencé a cabecear... estaba claro: necesitaba ir a casa a acostarme; pero mi jefe no aparecía para poder decirle que me marchaba. A las 12:30 le di el aviso de que me marchaba; en ese momento ya no era sólo mareo, si no un dolor opresivo en la cabeza, en la zona que va más hacia la frente. Rara vez me dan ese tipo de jaquecas, pero suelen ser especialmente dolorosas, y me suelen volver bastante agresivo, por lo que, ya que iba a faltar al trabajo, e iba a necesitar un justificante médico de todos modos, pensé que no perdía nada por ir al hospital.... Os juro que pensé que se trataba de un mareo, y que con una siesta en paz y silencio se me pasaría. Pues bien, resulta que el médico que me atendió me tomó las constantes vitales y, tras unas pruebas de equilibrio, empezó a palparme el cuello. "La buena noticia es que se trata de una dolencia muscular; tiene usted sobrecargados los músculos cervicales, y eso empieza a presionar y tirar de los músculos craneales, causándole ese dolor como si le estuvieran apretando. No se preocupe; le inyectaremos un calmante, y ya verá cómo se le pasa". Acto seguido me llevaron a una camilla de la zona de urgencias, me hicieron quitarme la camiseta y ponerme una de esas camisolas de hospital; me reí para mis adentros, pues sabía que no me abrocharía (como así sucedió), pero no repliqué y obedecí.
   Al rato llegó una enfermera con los aperos para ponerme una vía. "¿Van a canalizarme? Creí que solamente me iban a poner un calmante" Pues resulta que no; que también iban a sacarme sangre, y querían inyectar el calmante poco a poco. Ahí empezó el suplicio. Para los que no me conocen, he de mencionar que le tengo auténtico pánico y pavor a las agujas; sé que es una tontería, pero recordad que el miedo es algo irracional; y aunque he aprendido a controlarlo en parte para que me saquen sangre, me pongan una vacuna, o me tatúe, cuando me tienen que pinchar en más de dos ocasiones, es cuando empiezo a hiper-ventilar, sudar a chorros, y marearme... Cuatro picotazos en los brazos y dos en las manos hasta que lograron encontrar una vena... he de añadir que además tengo las venas bien finas, y es difícil localizarlas y canalizarlas, por lo que el show estaba servido. Cuando por fin lograron ponerme la dichosa vía, me sacaron sangre para analizar (cuando tus venas son finas, y la aguja tiene cierto grosor, os puedo jurar que notas cómo sale la sangre de tu cuerpo), me pusieron el calmante mezclado con el suero, y se marcharon... eran las 16:00 (desde las 13:00 que había llegado al hospital, con sólo una chocolatina en el cuerpo desde las 9:00 de la mañana). Uno diría que con el jaleo típico de la sala de urgencias, no me podría dormir... bueno, como dirían los gringos (que es como llaman aquí a los yankis): Guess Again! ("¡Adivina de nuevo!") Ya os dije que el mareo era bastante grande a esas alturas, lo cual se había agravado con los pinchazos, por lo que no me hizo falta siquiera mi máquina para el apnea; caí rendido en cuestión de minutos. Dormiría unos 20 minutos más o menos cuando el doctor llegó con los resultados de los análisis: al parecer todo estaba en orden (a excepción del cloro, el cual estaba por encima de los valores medios, pero eso no me lo mencionaron, ni sé de qué es indicativo). El caso es que tardaron un poco más en quitarme la vía y dejarme vestirme. El médico me dijo que todo estaba normal y que, efectivamente, se trataba de una tensión cervical, y que esta era la que me había provocado el mareo; me recetó un fármaco del cual tendría que tomarme UNA única pastilla la próxima vez que me pasase. "¡Vas dao, Menelao!" Pensé para mis adentros. Servidor es enemigo casi total de la auto-medicación; y aunque conservo la receta, aún no he comprado las susodichas pastillas, ni tengo intención de hacerlo.

   El Miércoles pasó sin pena ni gloria, casi igual que el Jueves, excepto por una pequeña excepción. normalmente los jueves recibo los partes de asistencia de la semana junto a los justificantes médicos de los trabajadores; los cuales he de escanear a primerísima hora y remitir vía e-mail a las oficinas centrales antes de las 8:30, ( y el día que más temprano llego, lo hago a las 8:10). Este día parecía que todo iba a salir a pedir de boca, peeeeeeeeeero.... resulta que en las oficinas centrales llevaba varios días fallando internet, por lo que me tocó coger el coche, y desplazarme hasta allí. Fue un día entretenido, y al menos me sirvió para poder salir un poco y airearme.

   Llegamos al fatídico Viernes, el día que me alteró pero bien los nervios. La mañana no se me dio del todo mal; pero todo se torció a partir del mediodía. Mi jefe me pidió que llevase a uno de mis compañeros al aeropuerto, pues se iba de vacaciones a España; todo bien hasta ahí; yo le acompañaba, y luego pasaría la nota de gastos por los peajes y el parking del aeropuerto. Fue a buscarle a la zona donde vivía, y fuimos hasta el aeropuerto. Fue un rato bastante agradable donde pude charlar con un Español de mi nivel; no me malinterpretéis, pero el trato que tengo aquí con Españoles es con gente de oficinas, jefes... gente acostumbrada a mandar; y no es una posición en la que me encuentre demasiado cómodo siendo como soy un "machaca" de los de toda la vida, me encontraba cómodo hablando con un tío que no me hablase de las maravillas de su I-pad, de lo útil que le resulta y que es capaz de tirarse horas hablando de él y sus utilidades (que se me antojan más bien argumentos para justificar el pastizal que se han gastado en algo que tiene el logotipo de la manzanita impreso/pegado). Llegamos al aeropuerto, y como tenía que llevar también la maleta de un compañero que se había vuelto a España para no volver (estas cosas también pasan; no todo el mundo es capaz de adpatarse), aparqué, y le eché una mano para que pudiese facturar sin problemas. Facturamos, le acompañé al control de pasaportes y al querer volver al coche.... un tío me abordó pidiéndome que le mostrase el pasaporte a la vez que me mostraba su placa de policía; me pidió que le acompañase a la zona de la policía, y ahí comenzó una de las experiencias más bizarras, humillantes y enojantes que he vivido jamás.
   Para empezar, me preguntaron dónde trabajaba. No iba a mentirles diciéndoles que no trabajaba, pues mi calzado de seguridad lleno de barro me delataba; además, estaba totalmente seguro que el policía de incógnito que me había abordado nos había oído hablar a mi compañero y a mi. Cuando les dije dónde trabajaba, el comisario (al menos se referían a él así) empezó a vociferar "¡USTED NO PUEDE TRABAJAR PORQUE ESTÁ AQUÍ CON UN VISADO DE TURISTA! ¡USTED MIENTE AL PASAR LA FRONTERA! ¡ESTOY HASTA LOS HUEVOS DE EXTRANJEROS QUE VIENEN COMO TURISTAS Y LUEGO SE PONEN A TRABAJAR!" La verdad es que aunque me molestaban los gritos, me molesta mucho más la gente que escupe cuando habla o vocifera, por lo que me sentí tentado de sugerirle que se comprara un babero; pero mi instinto me decía que ese no era el momento de ponerse en plan vacilón. Con toda la calma del mundo, le expliqué que mi intención inicial no era la de trabajar, si no la de venirme de turista unos meses, pero que me habían ofrecido trabajo y que la empresa estaba arreglándome los papeles "¡ESO ES MENTIRA!" volvía a gritar el comisario fuera de sí"¿Tú  qué cojones sabes, puto bocazas?" le respondí mentalmente "¡Y CLARO, USTED NO TENDRÁ NI SEGURO! ESTARÁ COBRANDO EN NEGRO SIN PAGAR UN SOLO IMPUESTO" "Lamento discrepar" Le respondí "pero sí que estoy cotizando a la Caja del Seguro Social (La Seguridad Social de aquí), y se me está pagando por nómina, de la cual también me descuentan los impuestos pertinentes que indica la ley" "¡ESO ES MENTIRA!" Volvió a gritarme el tío mientras volvía a proyectarme saliva a las gafas (¡Joder, qué obsesión tiene este tío con que todo el mundo le miente!). Con toda la paciencia del mundo, y tras limpiarme por séptima vez las gafas de saliva, abrí mi cartera, saqué mi tatjeta de la Caja Del Seguro Social, y se la extendí. Me la quitó de un zarpazo mientras murmuraba "Es una falsificación, seguro"... El tío me estaba empezando a tocar los huevos de manera totalmente soberana; y como no es mi tipo precisamente, conteniendo la ira (y las ganas de saltarle a la yugular y darme un festín con sus vísceras aún palpitantes) le dije: "¡Dígaselo a quienes me lo gestionaron, que me hicieron esperar por 6 largas horas para hacer los trámites! ¡Adelante! ¡Dígale a ellos que es falsa!" Entonces, el tío pareció enloquecer al ver que era un documento verdadero y legítimo; y empezó a gritarle a sus subalternos: "¿A VOSOTROS OS PARECE NORMAL ESTO? MI HIJA LLEVA SEIS MESES TRABAJANDO, Y NO LE DAN SU TARJETA, Y A MI NO ME DEJAN TENERLA COMO DEPENDIENTE MÍA. Y SIN EMBARGO A ESTE (prácticamente me escupía cada vez que se dirigía o se refería a mi) SE LA DAN A LA PRIMERA. ¿OS PARECE NORMAL? ¿OS PARECE LÓGICO? ¿OS PARECE JUSTO QUE UN EXTRANJERO TENGA MÁS DERECHOS QUE NOSOTROS?"
   Llegados a este punto, yo no sé cómo este hombre podía hablarme de derechos cuando me tenían retenido ahí sin decirme aún el motivo por el que me estaban reteniendo, y negándome el poder llamar a mi mujer para avisarla cuando les pedí que me dejasen llamar. Acto seguido, se fue a otro lado (cosa que agradecí, pues me dolían los oídos por tanto grito, el orgullo por cómo me estaba tratando este tío sin haber hecho yo nada malo, y estaba harto de tener que limpiar mis gafas de salivazos... es una cosa que me da mucha rabia). En ese momento, uno de sus subalternos me comentó que no me preocupase, que iban a hacer unas comprobaciones rutinarias para ver si decía la verdad, y si no había delinquido, y que luego me dejarían ir. Volví a preguntar si me dejaban llamar a mi mujer para que recogiera ella a nuestro hijo de la guardería. El chaval se encogió de hombros y dijo "Eso tiene que autorizarlo el comisario".
    Al rato, el tío volvió y cogió el código disciplinario que tienen ellos, y empezó a pasar páginas. "¡Aquí!" Dijo "Estaba seguro que estaba en algún sitio" y empezó a comentar que según el artículo 119 de su código disciplinario, el mal trato por parte de un policía a un viandante era algo sancionable, y que iba a sancionar a uno de sus agentes por un caso de mal trato y falta de respeto a una persona. "¡PERO SERÁS HIJOPUTA!" Pensé para mis adentros. Ese tío iba a sancionar a uno de sus agentes por un presunto mal trato a una persona, cuando él mismo me estaba tratando a mi como a una mierda. Os puedo jurar que me hervía la sangre en esos momentos, y ya cualquier cosa que dijera, me la iba a tomar a mal. Luego se semi-recostó en la silla y empezó a decir: "Este Sábado haré Barbacoa; tengo ahí unos chorizos magníficos" Y yo respondía mentalmente "¿Barbacoa? ¡Pero si no tienes ni puta idea de lo que es un chorizo en condiciones! A lo que tú llamas "Chorizo" en mi tierra es una butifarra venida a menos, es la prima rica de la salchicha común" y el tío seguía "Y tengo ahí unas cervezas deliciosas" "¿Cervezas deliciosas? Vuelves a demostrar que no tienes ni puta idea. Balboa no es una cerveza buena ni de lejos; si probases una Mahou o una Amstel en condiciones, te ibas a callar la puta boca antes de decir más sandeces"
   A las 17:30, me dijo "Puede llamar a su mujer para que vaya a recoger al niño; pero NO le diga donde está. Dígale simplemente que se va a retrasar" y además, me hizo llamarla delante de él, para cerciorarse que le obedecía; en esos momentos, ya dudaba totalmente de la legalidad de lo que este hombre estaba haciendo. Intentando mantener un tono neutro y lo más tranquilo posible, llamé a Portal para decirle que acudiera a la guardería a por Nico; se mosqueó (y con razón) por la poca antelación con la que la avisaba, pero no me dejaban decirle más, y estaba a medio camino de romper a llorar de rabia, y golpear a ese individuo que tenía ante mis ojos hasta convertir su cara en una pulpa irreconocible y sanguinolenta.
   Después de la llamada, me volví a sentar, y a las 17:45, ya me empezaba a impacientar, y les pregunté si era normal que tardasen tanto en comprobar mis papeles. Volvieron a llamar, vuelta el silencio tenso. El comisario ya había dejado de ladrar, pero mi interior seguía rugiendo, reclamando que se derramara su sangre. A las 18:00, se recibió la llamada. El agente que cogió el teléfono lo dijo bien claro: "Ok, nada entonces. Todo en orden; ok, se puede marchar" Fue toda la señal que necesito el comisario para levantarse y marcharse sin decir palabra alguna. El agente se disculpó por las molestias ocasionadas y por el mal rato; que efectivamente todo estaba en orden, y que no constaba delito alguno en mi historial. Al menos esto chico fue agradable, y trataba de darme conversación cuando el comisario se ausentaba. En cuanto al comisario.... el muy bastardo se levantó y se fue para no pasar por el trago de tener que pedirme disculpas. Además de Xenófobo, capullo, (y me atrevería a llamarle corrupto si los métodos utilizados conmigo se pudieran calificar como tales, pero como no es el caso, le calificaré de "vulgar matón de escuela") y demás, había que añadirle el adjetivo de "orgulloso" ¡VAYA JOYITA DE COMISARIO TIENEN EN EL AEROPUERTO DE TOCUMEN, SEÑORES! ¿qué le costaba pedirme disculpas por el trato recibido? Por lo visto debía de costarle muchísimo, pues se marchó a la habitación contigua con tal de no hacerlo. Pues lo siento por él, pero ese tipo de personas que viven odiando a la gente, no suelen acabar bien, y mucho menos acompañadas... ¡Que le aprovechen sus "chorizos" y sus "magníficas cervezas"! Algo me dice que el amargo sabor de la soledad no conseguirán que las disfrute tanto como le gustaba jactarse ante sus subalternos.
   Pasado el mal trago, y una vez que salí de las dependencias policiales, llamé a mi jefe para ponerle al tanto de lo que me había sucedido; y a base de whatsapps, se lo comenté también a Portal mientras me dirigía al punto de pago del parking del aeropuerto. Os puedo asegurar que tuve un par de veces la tentación de volver allí y darle cuatro puñetazos a ese tipejo bien dados; pero cuando eres padre de familia, y estás en una situación tan difícil como estamos ahora, no me habría merecido la pena el haberme manchado las manos de mierda para desahogarme. Pagué el parking, y le puse un par de mensajes a la catequista del grupo de jóvenes adultos de la parroquia a la que voy excusándome por no poder ir, y contándole lo que me había pasado. La verdad es que la pobre se comportó genial; en seguida supo que necesitaba ayuda por el estado de ánimo en el que me encontraba, se ofreció a llamarme... Decliné ambas ofertas. En esos momentos seguía conteniendo la ira, y cualquier mínimo pinchazo me iba a hacer explotar como una bomba atómica. Desde joven he tenido siempre la mecha muy corta; y hacía falta muy poco esfuerzo para que saltase. Una vez que me puse a trabajar en comercio, a estar de cara el público, eso era un lujo que no me podía permitir. Tuve que aprender a controlarme, a tragarme el mal genio... ¿El problema? que eso es energía que tiene que salir por algún lado; y si no la dejas escapar.... en mi caso va bullendo y quemando por dentro, y el esfuerzo de seguir conteniéndola me deja totalmente exhausto, sin fuerzas... así me encontraba cuando ¡Oh, lalá, atasco de los gordos para llegar a casa! ¡Incluso en la carretera de peaje! Es decir, si ya iba calentito.... los atascos me ponen de un tremendo mal humor; sobre todo porque parecen afectar muy negativamente a la psique de las personas, y estas se dedican a hacer el tonto, lo cual, me cabrea mucho más aún.
   Cuando llegué a casa, eran cerca de las 20:00, estaba cansado, cabreado, agotado... cuando me encuentro en ese estado de ánimo, no tengo ni hambre, por lo que no recuerdo si cené o no esa noche; sólo sé que quería irme a dormir.

    El Sábado y el Domingo fueron días más de quedarse en casa. El pobre Nico estaba bastante indispuesto del estómago, y se tiro la mañana de ambos días vomitando. Nos costó lo nuestro, pero parece que ya se está estabilizando. Y ¿qué más pasó? ¡Ah, sí! Creo que la selección Española perdió ante Brasil en la final de un torneo que ni sé cual es, ni quienes compiten. Pero comprenderéis que con la semanita que llevaba, todo eso me importaba una puta mierda ¿no? ¡Pues eso!

2 comentarios:

  1. Excelente y explícito resumen, querido tocayo

    Ya te lo comenté en mi e.mail: Al loro con los polis-bananeros. Ten en cuenta que han mamado de la teta de E.E.U.U. durante muchos años y además se quiera o no, llevan genes españoles y eso condiciona un huevo.

    No críes mala sangre. Contempla la vida desde el tendido pero no saltes al ruedo. Eso déjalo para los más viejos y kamikaces como yo que nada tenemos que perder excepto la Libertad. Tú todavía eres joven y eres responsable de tu familia.

    Un fuerte abrazo, querido Josele.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues me temo que hay segunda parte. Normalmente mi jornada laboral es de Lunes a Viernes, pero ayer me tocó ausentarme un momento. Lo que iba a ser una ausencia de una hora, se convirtieron en casi dos horas. El caso es que he decidido hoy Sábado ir a trabajar por iniciativa propia para hacer el trabajo que no pude hacer ayer debido a mi ausencia.
      Pues bien; hoy al salir de casa, me he encontrado sentado en un banco del portal a un señor con cara de odiar al mundo; es el único que no me ha devuelto el saludo (el de la limpieza y el guardia de seguridad me han devuelto el "buenos días" habitual)no he necesitado mirarle mucho de reojo; y rara vez olvido una cara. O mucho me equivoco, o era el propio comisario. Sería demasiada casualidad que viviera este señor en mi barrio, pero como encima sea vecino mío...

      Eliminar