lunes, 15 de julio de 2013

Desde el Exilio XVII (Concierto de Amaral)

   En su día, ya me confesé ser un ferviente seguidor de la carrera musical del grupo "Amaral", a los cuales vi por primera vez en las fiestas de Torrejón como teloneros de "Jarabe de Palo" (y superándoles con creces, todo hay que decirlo) . Un par de años después, cuando regresaron, tuve la inmensa suerte de conocerlos; y os puedo asegurar que son gente bastante cercana, sencilla y agradable de tratar. 
   Os podéis imaginar entonces mi inmensa alegría al saber que iban a actuar en Panamá, donde me encuentro residiendo. Me enteré un poco de rebote, pues el evento no fue apenas publicitado; y fue gracias a seguir su cuenta oficial de Twitter, que supe del evento. De inmediato me puse a buscar tanto en la página web como en el evento creado en Facebook. Por lo visto la entrada iban a ser inicialmente 10$, pero al saber que era un grupo conocido, rápidamente lo subieron a 20$ (luego pondrían la excusa que el primer precio era pre-venta y que el segundo era el día del concierto, pero os puedo asegurar que 5 días antes, cuando fui a comprar la entrada, me cobraron los 20$ del ala así, por la cara), eso ya me mosqueó ¿Estaría el grupo al tanto de la jugada? En mi fuero interno esperaba y deseaba que eso significaría más dividendos para el grupo; pero visto el nivel de corrupción que hay aquí de arriba para abajo (ya contaré detalles, pero me estoy encontrando aquí con cada cosa, que me hace incluso añorar la corrupción de los políticos españoles, y eso que yo creí estar ya curado de espantos), mucho me temí que no sería así.

   La semana fue un poco accidentada, con un episodio curioso, a la par de enojante con una multa que jamás debieron ponerme (esa entrada de blog la publicaré una vez que mi aventura aquí finalice, pues hay nombres, apellidos y hasta número de placa de por medio), por lo que yo aguantaba el vendaval y el chaparrón aferrándome a la roca del concierto del Jueves, el cual esperaba como agua de Mayo.
   Se me debió notar que estaba bien ansioso por ir, pues me planté en la sala con una hora de antelación. Pedí una cerveza, pues estaba realmente sediento, y vi dos chavales que no me quitaban ojo de encima. ¡Uuuups! Esos ademanes, esas expresiones en sus caras, esas miradas... ¡Lo siento muchachos, pero no juego en vuestra liga! Mi lenguaje corporal debía estar enviando mensajes realmente confusos o contrarios a lo que quería expresar, pues las miradas se intensificaron. Tal vez no debí sostenerles la mirada; la intención era desafiarles y tratar de intimidarles; pero no estaba consiguiéndolo. Por primera vez en mi vida, me estaba sintiendo incómodo. Me aticé la cerveza de un trago con cara de pocos amigos, y me fui situando cerca del escenario; ya que me había plantado allí tan pronto, eso me daba la oportunidad de poder garantizarme un buen sitio... ¡Iluso de mi! la gente empezó a llegar y, sin miramiento alguno, y a base de forzar la posición, fueron colándose. Pocas cosas hay que me den más rabia que eso: ¿Llegas tarde y encima te quieres poner por delante de los que hemos estado esperando pacientemente? Eso es un detalle de una pésima educación; por desgracia, no sería la última muestra al respecto...

   A las 22;20, Eva y Juan hicieron acto de presencia, y el concierto dio inicio. Se presentaron y comentaron (además de la ilusión que les hacía poder tocar por primera vez en Panamá)  la novedad de su último disco, el cual había estado totalmente auto-producido y... ¡oh, oh! Primer toque de atención de Eva (pero de muy buen rollo) ¡La gente estaba pasando de ellos completamente! Es decir, van al concierto, y se dedican a charlar entre ellos, haciendo caso omiso al grupo. Eva les pidió que por favor dejasen la tertulia para más tarde, y que se concentrasen en disfrutar del concierto... Me encantaría decir que le hicieron caso; pero por desgracia, no fue así.

   No fue lo único que pasó; de vez en cuando, los pedales de la guitarra de Juan hacían cosas raras; y eso se traducía en algún pítido que otro, algo de ruido de estática por los altavoces, o que las guitarras no sonasen al volumen que debían. Un problema menor que se iba solventando sobre la marcha; parecía que la cosa iba a chutar y salir hacia adelante sin más problemas pero...

   Si hay algo que destacó por desgracia, fue el vergonzoso comportamiento de la gente, los cuales, envalentonados por el alcohol, debieron encontrar super-divertidísimo el hacer burla y parodia del acento maño en alusión al origen zaragozano del grupo. No nos engañemos; ese comportamiento no lo exhibieron los panameños, los cuales desconocen la diferencia de acentos que hay en España; esas "coñas" venían por parte del público español. 

   El grupo aguantó y capeó bien el temporal durante un buen rato, pero a veces el rictus en sus rostros dejaban entrever cierta incomodidad, e incluso me pareció notar la voz de Eva un poco más grave de lo que suele ser cuando hacen canciones en acústico; pero al final, los gritos de los irrespetuosos pudieron más, y decidieron terminar el concierto no sin antes interpretar sus temas más emblemáticos.

   Se marcharon y, como casi todo el mundo en la sala, me dispuse a esperar los bises; bises que estaban programados, pero que nunca llegaron. Vi que se empezaban a recoger los micrófonos, instrumentos... una chica bastante airada le dijo algo al chaval que estaba recogiendo; no la oí desde donde estaba, pero sus gestos, y la expresión de su cara denotaban bastante enfado, mientras que la cara del chaval era de completa resignación. 

   Armándome de valor, me acerqué a él, y le pregunté si sería posible poder verles y pedirles unas firmas; tengo un cancionero con canciones de varios grupos que siempre me he llevado a todos los campamentos con los chavales, y en los que la música de Amaral ocupa buena parte de las primeras páginas del cancionero. Cuando empecé a aprender a tocar por mi cuenta, estuve a punto de rendirme y dejarlo; y fueron las canciones de este grupo las que me impulsaron a seguir intentándolo. Me hubiera gustado hacerles llegar todo eso: una historia bastante tonta, insignificante tal vez; pero de esas que a los grupos les suele gustar oír de vez en cuando para ver a cuanta gente pueden llegar a tocar con su arte. 

   No pudo ser; el chaval me comentó que Eva y Juan habían dejado el edificio y se habían marchado, que lo sentía mucho, pero que en la vida había visto semejante falta de respeto por parte del público. Le di las gracias por su franqueza; la verdad es que a él también se le veía bastante chafado por lo sucedido.

   No quisiera cerrar esta crónica sin decir que el grupo en su cuenta oficial de Twitter es extremadamente generoso: No han hecho ni una sola mención al mal rato que les hicieron pasar, ni al poco respeto con el que fueron tratados por sus propios compatriotas. Han prometido volver en Octubre; y yo estoy deseando verles aquí de nuevo. 

   Eva, Juan, cuando sea mayor ¡Quiero ser como vosotros! 

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