martes, 3 de diciembre de 2013

Albóndigas caseras

   Comparto aquí con vosotros la receta de albóndigas de mi madre (que desde que me enseñó a hacerlas, ya dejó de hacer ella, pero por lo tedioso que es elaborarlas, cosa que yo, sin embargo, disfruto).

Ingredientes:

-500 gramos de carne picada (preferiblemente mixta de cerdo y ternera, aunque la picada de pollo es interesante)
- Harina
Probad a usar setas naturales en lugar
de las de lata. El sabor no os defraudará
- Aceite de oliva (para freír las albóndigas)
- Una lata grande de champiñones (aunque si los usáis naturales de huerta, o ponéis setas, ganan mucho en sabor. Aproximadamente unos 100-200 gramos)
- Una cebolla grande (la morada le da un sabor más intenso)
- 3 patatas grandes
- Una lata grande de guisantes
- Dos cucharadas soperas de vino blanco (si sustituímos el vino por sidra natural le da un punto bastante bueno de personalidad al plato, y si os sentís aventurer@s, probad a usar una cucharada de Tequila en lugar de las dos de vino)
- Un huevo
- Pimienta negra molida (aunque la blanca se suele llevar muy bien con la carne picada)
- Sal (la receta original lleva, yo no le pongo nunca)
- Pimentón de la vera
- Romero

Elaboración:

Las albóndigas ya hechas antes de ir a la olla
   La noche anterior pondremos la carne picada en un bol, y le pondremos pimienta al gusto. rompemos el huevo crudo encima, y lo mezclamos con la carne usando las manos hasta que quede totalmente maridado. Cubrimos el bol con un paño, y lo dejamos macerar toda la noche (si es verano, dejamos el bol en la nevera; en invierno puede quedarse a temperatura ambiente sin problemas)
Nota: Si las queréis con un puntito crujiente, podéis añadir pan rayado a la mezcla. Otro matiz interesante es si le ponéis en la mezcla de macerado queso parmesano en polvo.
   Al día siguiente, iremos cogiendo la carne en pedacitos, y le daremos forma de pelota con nuestras manos. El tamaño puede variar dependiendo de cómo os gusten, para mí el tamaño ideal es que su diámetro sea el de una cuchara sopera.
Nota: ¡Ojo con apretarlas demasiado al hacerlas! Si las compactáis mucho, luego costará que se queden tiernas.
   Una vez hechas las pelotas de carne, haced una cama de harina sobre la que haréis rodar las albóndigas hasta que su exterior sea completamente blanco.
   Calentad el aceite de oliva para freír las albóndigas; estas tienen que obtener un color ligeramente dorado. ¡No las queméis, por favor!.
Truco para que sean menos grasientas: Calentad el horno a 100º y ponedlas ahí durante unos 10-15 minutos. Yo aquí en Panamá, he comprado un mini horno-grill donde suelo calentar la comida en la posición de "tostadora"; suele ser un buen sustituto de la freidora, aunque la comida puede llegar a tardar hasta el doble de tiempo en hacerse.

   Picamos la cebolla y los champiñones (setas) y los ponemos, junto con el romero, en la olla donde previamente hemos puesto el vino blanco (o la sidra, o el tequila). Encendemos el fuego, y lo ponemos en una llama baja (para usuarios de vitrocerámica, usaremos una potencia mínima de calor.
Nota: si queréis que haya un toque más de huerta, cortad en rodajas una zanahoria, y ponedlas al fuego con el vino unos 5 minutos antes que la cebolla y los champiñones. Si queréis darle una nota picante, picad un pimiento jalapeño o una guindilla verde, y habría que añadirlo en los momentos finales del maridaje del vino con la cebolla y los champiñones ¡Ojo! Si picamos el jalapeño o la guindilla, soltará más cantidad de picante que si los echamos completos y sin cortar.
   Una vez que cebolla y champiñones se han mezclado bien con el vino (aproximadamente a los 15-20 minutos a fuego muy, pero que muy bajo), le añadiremos agua hasta llegar a la mitad de la capacidad de la olla, y le subiremos un poco la potencia al fuego (pero que siga siendo una llama moderadamente baja). En ese momento, añadiremos las albóndigas al guiso, y las mantendremos ahí unos 20-30 minutos removiendo de vez en cuando para que no se peguen en el fondo ni (¡Dios no lo quiera!) se quemen.

Mi pequeño grill que de tantos apuros
me ha sacado en la cocina aquí.
   Pelamos las patatas y las cortamos en dados. Una vez hecho esto, espolvoreamos con el pimentón de la vera (preferiblemente el picante, apenas se notará si lo hemos hecho bien; así que, ¡cuidado con las cantidades, que esto se mide a ojo!) y pasamos a freírlas. El punto ideal es que queden brillantes, pero sin llegar a tostarse. os parecerá que no están lo suficientemente hechas, pero eso no os debe preocupar, pues posteriormente las echaremos a la olla, y al hervir el caldo, las terminará de poner blandas.
Truco para que queden menos grasientas: Nuevamente el horno-grill entra en acción; ponemos las patatas espolvoreadas con el pimentón en la bandejita, ponemos el horno en posición "cocinar" y lo dejamos ahí durante 20 minutos. ¿Qué hacemos con esto? Aparte de evitar el toque grasiento-aceitoso de la sartén/freidora, hemos eliminado gran parte del almidón que tiene la patata, y la hemos dejado además bien tierna en el interior.
Esa espuma que veis ahí es a la que me
refiero. ¡Desterradla de vuestra olla!



   Antes de añadir las patatas, observaremos el caldo. Si veis que ha formado como una espuma, procederemos a quitarla con una cuchara; eso es parte de la grasa que se está apartando del caldo de cocción. Una vez despejada la espuma de nuestro caldo, añadiremos las patatas, y lo coceremos a fuego medio.

¡Mirad qué maravilla de guisantes! Con lo pequeños que son,
¡y la gracia que le dan a este plato!





   Cuando las patatas estén tiernas (aproximadamente a los 10-15 minutos de cocción), es el momento de abrir la lata de guisantes, quitarle el líquido, y meterlos en juego con el resto de ingredientes. ¿Por qué en ese momento? Por la sencilla razón que el guisante es una hortaliza que, a pesar de su compacta apariencia, es muy frágil, y suele desmenuzarse al primer hervor. Es por ese motivo que los dejamos para el final, para que terminen de darle ese puntito tan especial a este plato. Podéis creerme: sin los guisantes, este plato no es lo mismo. Dejamos que siga cociéndose unos 30 minutos a fuego lento (removiendo de vez en cuando) y... ¡Listo! ¡que aproveche!



El resultado final (aunque gana presencia servido en el plato)





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