¡Bendito
humor!
En esta
asamblea que ha sido de tod@s, hemos hablado continuamente de la correción
fraterna. Pero ¿en qué consiste eso de la tan nombrada expresión? Cuando se
corrige a alguien, tenemos muchas maneras de hacerlo, si vemos que esa persona está
equivocada; pero no sé por qué, siempre tendemos ha hacerlo de forma poco
constructiva. Es decir, criticándolo a las espaldas, haciendo sangre del
trabajo erróneo, o riñendo a la persona.
Y yo pregunto: ¿De esa forma vamos a
conseguir que la persona enmiende un camino torcido? ¿Que se corrija? ¿Que
mejore algo que está haciendo mal sin saberlo, por que a lo mejor no le han
enseñado a hacerlo de otra manera? La respuesta es muy sencilla y clara: NO.
Desde hace muchos años (yo creo que desde antes de que me salieran los primero
pelos en el bigote), la letra con sangre NO entra.
Tenemos que recordar, aunque a veces
nos cueste, que a los cristianos es el amor los que nos guía, y es la única
vara de medir que debemos usar para corregir a nuestr@s herman@s. ¿Qué vemos
algo que a nuestro juicio está mal? Sonriamos a esa persona que se ha
equivocado, y llevados por ese amor que Cristo nos enseñó y es y debe ser motor
de nuestra vida; gentilmente y sin dejar de sonreir le haremos ver a esa
persona que se ha equivocado, en qué lo ha hecho, y cómo puede hacerlo para que
le salga mejor. Así, no solo la estaremos corrigiendo para que la labor en
cuestión salga bien: la persona habrá aprendido de buen grado, y eso la ayudará
a crecer y evolucionar (si lo hacemos con malos gestos, tened por seguro que a
la que nos demos la vuelta, no solo no nos hará caso, si no que se acordará que
tenemos un padre y una madre, a los que pondrá a caer de un burro), y sobre
todo, se sentirá querida y acogida por que la hemos ayudado.
Ese era, en parte, el espíritu con el
que el grupo de jóvenes preparó unas parodias para representar en la asamblea
sobre problemas cotidianos que se suelen dar en nuestra parroquia; parodias que
quedaron reducidas a un monólogo humorístico. Y es que no hay muchas cosas más
apetecibles a veces que la risa. Es importante que los cristianos aprendamos a
ver la vida desde otra óptica: el mundo no es un valle de lágrimas al que
veníamos a sufrir nada más (eso quedó atrás, en la edad media). Sí, encendemos
las noticias, y es fácil desanimarse, pero l@s cristian@s tenemos que ser más
fuertes que todo eso. ¡Ya tenemos los periódicos y los telediarios para
deprimirnos! Sepamos ver nuestros problemas cotidianos desde otro prisma, y
aprendamos a reírnos sanamente de todo, empezando por nosotr@s mism@s. Desde el
prisma del buen humor, aprenderemos a ver los problemas desde otro punto de
vista, y hasta se nos hará más fácil el darles solución.
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