domingo, 17 de enero de 2010

Narciso

Te veo ahí Narciso; embelesado y cautivado por tu propia belleza. Nada, absolutamente nada más te importa que el hecho de haberte conocido y descubierto a ti mismo. No importa lo que hay a tu alrededor; no importa a quién el importas y a quién no; o quién te puede querer o amar, ya sea en secreto, o profesándolo abiertamente. Tus ojos, tu mente, tu espíritu y tu corazón, están ciegos a todo ello, y ciegos están también a nada que no sea tu propia belleza.
Triste y poco edificante ejemplo has creado para el resto de la humanidad; pues a día de hoy, también hay gente tan superficial como tú, que se fija únicamente en la belleza; que dedican su vida entera a su propia belleza exterior, desdeñando a los demás, pues los consideran inferiores o indignos de ell@s. También necios hay que, tal vez no estén enamorados de su propia belleza al carecer de ella, pero sí lo están de su propia inteligencia, o su personalidad, o una mezcla de ambas; sintiéndose endiosados, superiores, y enamorados de sí mismos de forma enfermiza y egoísta; practicando un onanismo de ego rayano en la locura, que deja su corazón cerrado al resto de la humanidad, al considerarles indign@s de compartir existencia consigo. Corazones crueles, selectiva y voluntariamente ciegos a cuanto y cuant@s les rodean, no prestándoles más atención de la que se les puede prestar a una mota de polvo perdida en el más remoto e inaccesible rincón de cualquiera de nuestras viviendas; corazones egoístas, que no ven más allá de las narices y necesidades de sus dueñ@s, y ajenos a las alegrías y sonrisas, a los sufrimientos y penas del resto de la humanidad.
Mas tu ejemplo, Narciso, lleva también el ejemplo del justo castigo a tanta ceguera. Deslumbrado por tu belleza, descubierta en tu propio reflejo en un lago, te acercaste cada vez más, hasta precipitarte a sus aguas, muriendo ahogado, en busca de tu ideal, de aquello que consideraste tu igual y único digno de atención, admiración y devoción. Nadie acudió en tu ayuda, aunque vieron cómo caías al agua, pues recordaron tu desprecio y voluntario desdén hacia l@s demás, y dejaron que las aguas, se cobrasen tu vida. Tu cuerpo perfecto, tu rostro como esculpido y cincelado, se tornaría azul por la falta de aire; y da igual lo bello que fueses, pues la dama de la guadaña, la que a tod@s nos viene a buscar tarde o temprano, hizo presa en tí, sin hacer distinción. De nada sirve, cuando nos llega la hora, la belleza, aunque esta sea sin igual, pues carne somos tod@s por igual, y el cuerpo se pudre, corrompe y descompone, independientemente de la belleza que se pueda poseer.
Y tu muerte, Narciso, fue de las más tristes que se pueden tener; en total y completa soledad; sin nadie que te llore (ni ganas de hacerlo), sin nadie a quien le importases ni, que te acabase echando de menos. Te pusiste en un pedestal inalcanzable para el resto, les regalaste únicamente desprecio; y con desprecio fuiste pagado; sin nadie que quisiera mover un sólo músculo para salvar tu ya devaluada existencia.
Que esta sea la lección que aprendamos hoy tod@s. La belleza y la lozanía son efímeros y nada importan. Da igual que dicha belleza sea exterior (un físico atractivo) o de esa que no se puede concebir con los ojos (una gran inteligencia o una personalidad carismática o magnética); de nada servirán, si nos distanciamos de los demás debido a ella, por que nos hemos enamorado de nosotr@s mism@s. Es la peor de las trampas, y de las peores cárceles en las que nos podemos meter por voluntad propia; pues es la soledad, la que acabará visitándonos en nuestro lecho de muerte, y la única compañera que tendremos. ¿Estaríais dispuest@s a pagar el precio que Narciso pagó?

2 comentarios:

  1. Muy bonito, Josele. Sin embargo yo creo que Narciso fue víctima de las argucias de los dioses y le declaré inocente en mi blog.

    http://eljardindeirina.blogspot.com/2008/02/buscando-el-espejo-del-agua.html

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  2. Yo si estoy dispuesto a pagar el precio.
    Quiero decir, en el autentico y verdadero fin, somos solamente nosotros y nuestras circustancas.

    Lo demas, familia, amigos, amores son solo momentos circustanciales en la vida. Como afrontes estas relaciones o como dejes de afrontales no dejan de ser parte de la historia personal de cada una... pero todas, todas pasan.
    Los padres mueren, los amores se marchitan y los amigos fallan, o si tienes suerte, el que desapareces de la existencia eres tu antes de que te pasen esas cosas.

    No obstante, el problema de narciso es que se cerraba a todo menos a si mismo. El goce sensual de la existencia, el asombro ante la realidad no esta reñido con asumir que en el fondo solo somos nosotros. Nadie mas, que uno mismo en el camino de la vida.

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