lunes, 5 de mayo de 2014

Yo tengo una cafetería

   Imaginad que tengo una cafetería en la que doy  desayunos, y a mediodía, suelo dar comidas. Es una cafetería pequeña, coqueta, pero con ganancias suficientes como para poder mantenerme a mí y a mi familia, y como para tener 3 personas atendiendo las mesas y un cocinero, los cuales tienen un salario más o menos justo (ya sabéis que eso es subjetivo, cobran por encima del salario mínimo de su sector, el cual está por encima del salario mínimo interprofesional; para mí es justo, ellos quisieran algo más).

     Un día, mis trabajadores se sientan conmigo a negociar, pues tienen un número "X" de peticiones que hacerme de mejoras en sus condiciones salariales. Tras una negociación en la que yo hago números con lo que nos da el negocio, accedo a darles un incentivo por asistencia al trabajo (lo cual ya de por sí era su obligación); es decir, si no faltan ni un sólo día al trabajo en toda la quincena, les voy a dar una bonificación. Hasta ese día, les daba un 50% de las propinas obtenidas; ahora me solicitan que divida el 100% de las propinas entre todos ellos, independientemente de su desempeño; como me parece bastante injusto, pacto con ellos que se queden con las propinas que les otorguen personalmente los clientes, pues al fin y al cabo, es un premio que le da el cliente al trabajador por un buen desempeño de su labor, y no es justo que Rosita, que está más tiempo mirando el Facebook por su móvil que atendiendo a los clientes, se lleve parte de las propinas de Marta, que se desvive por atender a los clientes de manera rápida y amable.

     Como veo que el negocio va viento en popa, decido ampliar el negocio, alquilando el local de al lado y reformándolo. Para ello, he de pedir un préstamo al banco. En el banco no me ponen demasiadas pegas, pues conocen mi negocio, lo bien que funciona, y el éxito que será su ampliación. ¿Qué sucede? Que tengo que presentar un aval; y como vivo de alquiler, y mi coche no llega a cubrir el préstamo, decido poner mi propia cafetería como garantía, mi única fuente de ingresos y que me pertenece.

     Ya sabéis que el banco no se va a esperar a que tenga ganancias para que pague las cuotas, si no que tengo que pagar desde el mes que viene, decido ampliar un poquito más la cuantía del préstamo para así poder pagar las cuotas con desahogo, y aprovecho para invertir en un café de mejor calidad que el que sirvo habitualmente a mis clientes, y contratar un seguro de salud privado concertado para mis empleados con mayores coberturas que el que teníamos.

     Resulta que Rosita, al ver que voy a ampliar el negocio, deduce que me sobra dinero, y que les estoy pagando demasiado poco, y así se lo empieza a decir al resto de sus compañeros. No llevamos ni un mes de obras de ampliación, cuando los trabajadores se sientan conmigo nuevamente a pedirme que les suba el salario al triple de lo que les pago, pues según ellos se merecen más, y yo me estoy enriqueciendo a su costa.

    Me siento, hago números, y resulta que cualquier incremento por encima del 15% del total que cobran actualmente, me supondría la ruina, y así se lo hago saber. Ellos dicen que no se creen nada de lo que digo, y que, o les incremento lo que me piden, o se declararán en huelga indefinida hasta que ceda a sus pretensiones.

     Les vuelvo a decir que es imposible, y más aún hasta que la ampliación de la cafetería no sea efectiva, que es lo que me garantizará el aumento de ingresos, y que, lógicamente, al tener más superficie que cubrir, tendré que contratar más personal, el cual tendrá las mismas condiciones que ellos, y cuyo sueldo ya estaba contemplado.

     No dan su brazo a torcer, y deciden empezar la huelga indefinida. Durante esa huelga, se plantan con pancartas, palos y piedras en la entrada del local, impidéndome no sólo abrir, si no que tampoco permiten que los obreros accedan a la zona de obras para continuar con la ampliación.

     Como no puedo abrir, no tengo clientes, y no tengo ingresos; sin embargo, no es culpa de los obreros que me están haciendo la ampliación, así que su sueldo tengo que pagarlo igualmente, al igual que las cuotas del préstamo. Durante este tiempo, sigo negociando con Rosita y la gente; y aunque he subido hasta un 22%, ellos no dan su brazo a torcer, y el tiempo va pasando...

     ¿Sabéis cómo puede acabar esto? Pues que habrá un momento en que yo no podré hacer frente a los pagos del préstamo, el banco me puede perdonar ciertos retrasos en el pago (con un incremento por penalización por pagar fuera de las fechas convenidas en contrato), pero habrá un momento en el que verán que no soy capaz de pagar, y, como todos sabemos, "la banca nunca pierde"; por lo que tarde o temprano acabará haciendo la ejecución de contrato de préstamo, y me embargará mi negocio, obligándome a despedir a todos los empleados, y quedándose la cafetería sin ampliar.

    ¿Qué os parece? Algo muy lógico y normal, y que le puede pasar a cualquiera, ¿no? Pues vamos a extrapolarlo a nivel nacional: Cambiadme a mi por el país de Panamá, la cafetería por el Canal, y a Rosita & Co por el SUNTRACS, y tendréis una visión de la situación actual por la que pasa el país:

     El país ha hecho una serie de inversiones en infraestructuras (Metro, hospitales, ampliación del Canal...), y aunque tiene una fuente de ingresos potente como es la explotación del Canal, no da para tanto, y, como cualquier país, empresa o persona, ha tenido que pedir un préstamo para la ejecución de las obras (incluyendo la ampliación del Canal, cuyo fruto le reportará un aumento en los ingresos, pero para ello, la obra tiene que estar terminada) Los señores de SUNTRACS han deducido que si el país tiene dinero para hacer tanta obra, entonces tiene que tener dinero para subir el salario a los trabajadores, y deciden pedir un aumento salarial del 200%. La patronal les hace saber que no es así, y que subir más allá de un 20% supondría el cierre de muchas empresas, pues las obras se contratan por un precio cerrado, y no se puede incrementar dicho precio. Dicho sindicato no da su brazo a torcer, y a pesar de estar negociando, y subir la patronal hasta un 25%, ellos deciden bajar a un 80%, aún a sabiendas de la imposibilidad de la consecución de dichas peticiones.

Obras de ampliación del canal de nuevo paralizadas
     A día de hoy, llevamos dos semanas de huelga indefinida en la construcción, teniendo paralizadas todas las obras del país. Como ya dije, por muy boyante que sea la economía de Panamá, no tiene dinero como para poder pagar tanto proyecto, y ha tenido que pedir préstamos para llevarlos a cabo, confiando en que el Canal ampliado dará ingresos suficientes como para hacer frente a los pagos de manera holgada. Y ¿qué tiene el país para presentar como aval? O aumenta los impuestos (y eso no se lo puede permitir el pueblo), para hacer frente a la deuda externa que se generaría, o pone el propio Canal como garantía. Llamadme agorero, pero la lógica me induce a pensar que es este último caso, así que Panamá podría perder no la posesión del canal, pero sí los ingresos derivados de este para hacer frente a la deuda; ingresos que dejarían de entrar en las arcas del estado, y que se podrían usar para fines sociales, mantenimiento de infraestrructuras, o fabricación de nuevas.

     ¿Apocalíptico? Puede ser, pero las posibilidades son más reales de lo que a más de uno le gustaría creer, y... ¿a quién creéis que habría que darle las gracias?


Así es como (en teoría) lucirá el nuevo juego de exclusas que actualmente se encuentran en construcción.

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