jueves, 2 de marzo de 2017

Día 319

     Creí que era una exageración, pero no... Hoy me he sorprendido caminando a una velocidad que no es la propia en mí. El cuerpo ahora parece que se mueve algo más ligero y claro, la falta de costumbre me sorprende y me descubro como más torpe.


     Suena raro, pero es así: acostumbrado de toda la vida a que mi cerebro manda al cuerpo hacer una cosa, y este responde con un plazo de tiempo y una velocidad determinada (y llevo así toda la vida), a encontrarme que los tiempos de acción y reacción se han agilizado... pues claro, es me desconcierta. 

     También me noto un poco torpe en el equilibrio, y los mareos empiezo a sospechar que no es tanto por la falta de alimento, si no por que el centro de gravedad de mi cuerpo se ha desplazado. ¿Sabéis eso que dicen de los recién amputados que aún notan los dedos de la mano que no está? Pues algo similar me pasa a mí: Mi cerebro y mi cuerpo están acostumbrados a unas proporciones que ahora no están; y el precio es esta desorientación en la que me encuentro ahora.

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