¿Es posible enamorarse de un lugar?. Por que a mí me pasa. El sitio en cuestión se llama Pría, y se encuentra situado en Asturias.
Fui allí en tres ocasiones; en el verano de los años 1996, 1997, y 1998; y supuso un tremendo punto de inflexión en mi vida. Descubrí lo que había en mi vida que me gustaba y lo que no; aprendí a abrirme un poco más a la gente, y dejar un poco de lado mi timidez e inseguridad (aunque no lo creáis, soy terriblemente tímido e inseguro, pero lo disimulo muy bien), también fui cambiando mi forma de ser tan arisca, y me fui volviendo un poco más afable. Aprendí a reír y llorar con el corazón, a disfrutar de cada momento como si fuese el último; a disfrutar, a rebelarme, a lanzarme (incluso a enamorarme y llenarme de valor para lanzarme a pesar del miedo al rechazo)
Después de eso, ya no volví, pues la programación de las dominicas no establece más de 3 años allí; posteriormente tocaban los campos de trabajo; unas convivencias donde se vive con labores de voluntariado.
Desde entonces, he sentido todos estos años que me faltaba algo; Pría era como el lugar donde acudir para buscar paz interior; esa paz que tanto nos falta a todos en el día a día; y dada la actual situación personal, familiar y profesional que estoy atravesando, lo necesitaba; sentía que moría cada día un poco más, y eso no podía permitirlo.
A mi me ocurre lo mismo, pero con el simple hecho de ir a Asturias, poder ver el mar desde un alto acantilado, y rodeada de magia. Se siente verdaderamente paz interior.
ResponderEliminarASTURIAS ES MAGIA! =)
Lety.