jueves, 11 de marzo de 2010

Quédate

Sé que no puedo pedirte que te quedes un rato más a mi lado. Que aunque quisieras complacerme, ella te está esperando, y ya es muy tarde. Es egoísta por mi parte, y más sabiendo que ella llegó a tu vida antes, y te dio el calor que necesitabas y buscabas. Márchate; yo no soy quien para retenerte. Márchate al calor de tu hogar, al calor de tu cama conyugal, al calor legítimo de sus brazos. Márchate con una fría despedida, con un gélido y fugaz beso en los labios, para que no me ilusione con ideas que nunca se llevarán a cabo; con hechos que jamás sucederán, y que sólo suceden en mis sueños. Márchate con frialdad, mientras mi interior aún permanece caliente con las ascuas aún calientes de la hoguera que ardió hace unos instantes en mi lecho.
Quiero que te marches, para no hacerme ilusiones de que un día entrarás por esa puerta para no marcharte jamás; para no herirme el corazón con un alfiler tan fino, que me deja sin respiración. Quiero que te marches, para que con un poco de suerte (o falta de ella), jamás vuelvas, y con el tiempo, ese tiempo cuyo paso todo lo cura, haga que te olvide; y con ello olvide tus besos, tus caricias, tu mirada, el dulce dolor que me produce despedirme de tí, y el oir los latidos de tu corazón cuando, agotada del fuego de nuestra pasión, apoyo mi cabeza en tu pecho.
Quiero que te marches, aunque en el fondo lo que ardo en deseos de decirte es "quédate"
Quédate conmigo, para que mi cama no se vea tan grande sin ti; quédate conmigo para abrigarme con tu calor en estas noches frías y solitarias. Quédate para que lo que pasa en mi habitación tenga un sentido más amplio que el de pura pasión. Para que tu presencia sea algo más que un cuerpo sudoroso que se entrelaza con el mío y me llena con su pasión, el fuego de sus caricias y la fuerza de sus embites.
Pero supongo que tú eso no lo sabes; supongo que a ti eso te da igual. Yo sólo soy una aventura, algo pasajero que igual que vino, se marchará, y no te acordarás de los momentos vividos. Me siento estúpida por hacerme ilusiones por algo que sé que jamás pasará de ser lo que es; una aventura. Ese fue nuestro pacto: Todo pasión, ningún sentimiento más de por medio; estaba claro desde el principio. Sólo relación física; nada de complicaciones sentimentales. Ya sé que no te alegrará saberlo, y que estoy "rompiendo el pacto", pero no lo puedo negar por más tiempo: Estos encuentros son para mí algo más que lo que han venido siendo; y sí, estoy estúpidamente enamorada de ti. No lo quería, no lo busqué, y sabes bien que estas cosas no se pueden controlar: o lo sientes, o no lo sientes; no hay medias tintas, no hay diferentes tonalidades de gris: hay blanco y negro, y nada más.
Digo estúpidamente enamorada, por que sé que para ti sólo soy un pedazo de carne; un desahogo de tu día a día en el trabajo, y una realidad conyugal en la que te sientes preso por lo rutinario. Soy tu válvula de escape, la parte física en la que vuelcas toda la tensión de tu vida, huyendo de tu realidad cotidiana. Sólo sexo, nada más; eso soy yo para ti. Para mí también era así; pero he empezado a acostumbrarme demasiado a tu tacto, tus caricias, tus besos, tu pasión... es una parte de tí, pero no es suficiente; mi cuerpo, mi corazón, mi alma y mi mente me piden más; me dicen que no es suficiente. Me das una sola parte de tu persona, pero ya no estoy dispuesta a conformarme con sólo eso; quiero más, y sé que cuanto más me des, más querré; hasta tenerte por entero para mi.
Por eso te digo que te marches; para que tu presencia deje de llenar mi habitación, que pronto quedará vacía y hueca sin tí. Por eso quiero que te apresures en irte, para que no me acostumbre ni ansíe más de tu persona, como un yonki está enganchado a la droga, a pesar de que esta le destruye y le consume. Así me siento yo contigo: nuestra relación me llena y me hace feliz; hasta el punto que nada más me importa, a pesar de saber que lo que hacemos no está bien. Pero tu ausencia me obsesiona, y me duele: Cada momento, cada minuto que no comparto contigo me hiere y me duele; y no puedo pensar en otra cosa que en volverte a ver y sentir entre mis brazos, entre mis muslos, tan pegado a mí, que puedas sentir los latidos desbocados de mi corazón; nada más importa, nada más merece la pena; y vivo, respiro y camino como una zombi, perdida en mis ensoñaciones que rememoran esos momentos, y ansía que se repitan lo antes posible.
Márchate, aunque en el fondo, los dos sabemos que quiero que te quedes. Márchate, aunque yo espero que algún día no lo hagas. Márchate... pero quédate

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