sábado, 1 de mayo de 2010

El principito y el pequeño lagarto

El Principito se dirigió después al planeta conocido por el nombre de Babia. Hacía tiempo que quería visitarlo, pues lo había oído nombrar mucho a los hombres, sobre todo cuando estos acusaban a sus semejantes de estar allí cuando en realidad estaban ante ellos.
No era un planeta demasiado grande, y lo primero que llamó la atención al principito fue un remolque que estaba aparcado en medio de ninguna parte; como si estuviese puesto ahí al azar. Empezó a acercarse al pequeño remolque, cuando la puerta se abrió despacio. Tímidamente, una cabeza de reptil asomó por la puerta. No era un dragón ni una serpiente; si no un pequeño lagarto, el cual, al ver al principito, exclamó:
-¡Ah! Eres un niño. Por un momento pensé que eras un humano mayor
- ¿Qué eres?
- Pues como puedes ver, soy un lagarto.
El lagarto salió del remolque, y se fue al centro; al centro de ninguna parte en su planeta, que era donde estaba el principito situado. Este pudo ver, a la luz del sol, que la piel del lagarto no era del color verde habitual en su especie, si no de un amarillo algo llamativo.
- Tu piel no es de color verde
Dijo el principito extrañado, pues era la primera vez que veía un lagarto de color amarillo.
- No, no lo es.
Respondió el lagarto dibujando una sonrisa en su cara
- Es de un color... distinto
- Distinto, diferente, raro, extraño.... lo he oído más de una vez. ¿Pero sabes qué? Eso es lo que me hace especial y me diferencia del resto de los lagartos. Si fuera verde, sería un lagarto más... ¿No crees?
El principito se quedó pensando. El lagarto tenía muchísima razón: no todos los días se podía ver un lagarto de color amarillo; y este además, parecía bastante amistoso.
- Tú tampoco eres alguien común- Continuó el lagarto. - Los niños humanos suelen perseguir a los lagartos y arrancarles la cola sólo por diversión.
- ¿Y por qué hacen eso?
- No es justo estar tranquilamente calentándose al sol, y que vengan ellos corriendo con grandes risotadas hacia ti. Tú piensas que quieren ser tus amigos y jugar, pero lo único que buscan es el cogerte de la cola, para que cuando quieras escapar, esta se quede en sus dedos atrapada aún moviéndose. ¡Que aunque no lo parezca duele mucho, caray!
- ¿Y por qué hacen eso?- Volvió a preguntar el principito, el cual nunca renunciaba a una pregunta una vez que la había formulado.
- No lo sé- Dijo el lagarto encogiéndose de hombros. - Se lo habrán enseñado los hombres (que son niños ya mayores) para que se diviertan. Son muy crueles a veces: les gusta mucho romper cosas y hacer hogueras. Permiten que la hoguera queme toda la madera de los árboles, destruyéndoles sin pensar que ahí vivimos otros que no son ellos; pero eso les da igual; con el bosque arrasado pueden construir sus ciudades, que son bloques y bloques de piedra sin vida, donde viven amontonados.
- ¿Y vosotros no decís nada?
Al principito le daba rabia la situación de aquellos seres a los que los hombres dejaban sin hogar.
- ¿Nosotros? Para los hombres no somos nadie, ni actores, ni artistas, ni cantantes, cuyas voces son las únicas a las que parecen hacer caso. No a nosotros nos quieren lejos de veras. A decir verdad, el sentimiento es mutuo
- ¿Por qué?- Preguntó el principito con el gesto compungido por la pena
- Pues por que lo que parece que mejor se les da hacer, es fabricar cosas que destruyen, hieren y matan. Desde aquí, veo muchas de esas cosas y digo a qué distancia las quiero de mí. Petroleros que se estrellan ¡Lejos de veras!, bombas que no dejan dormir ¡Lejos de veras!, balas de fusil ¡Lejos de veras!
- ¡Qué triste parece el mundo de los hombres!- Dijo el principito
El lagarto se acercó más al principito, y le pareció ver en su rostro una expresión de desconsuelo; como parece que no le gustaba verle tan triste, le dijo
- De todos modos no hay que perder la esperanza. Yo mismo anoche me acosté imaginando cómo podría ser hacer un cambio... ya sabes, cambiar la realidad que bien conozco, y en vez de caminar, salir volando. Es decir, ¿por qué no permitirnos soñar? A veces yo mismo quiero correr donde sólo se puede andar, quiero cantar donde no se puede ni hablar, y subir por la escalera de bajar, o tal vez pasar toda la noche sin dormir, leyendo un libro en blanco que hable sobre mí.
- ¡Qué raro eres!- Dijo nuevamente el principito
- Ya... soy distinto, diferente, raro, extraño... ya te lo dije antes- Respondió el lagarto nuevamente guiñándole un ojo esta vez. - De todos modos, no te dejes desilusionar por lo que te he dicho. Si tienes curiosidad por ver a los hombres, tal vez deberías ir a su planeta a hacerles una visita.
- Está un poco lejos de aquí- Observó el principito. - ¿Cómo voy?
El lagarto le señaló un punto un poquito más allá de donde estaban hablando.
- Ahora que empieza a atardecer en este planeta de Babia, empieza a soplar algo de viento, cual puede llevarte. Ese punto de ahí es el puerto de este planeta, desde donde zarpan los vientos para ir a otros planetas. Date prisa antes de que se haga tarde en el puerto, y así puedas alzar el vuelo.
- ¡Muchas gracias!
- No hay de qué- Respondió el lagarto con una amplia sonrisa.- Dirígete allí y deja que te lleve el viento hoy a ver el mundo entero. Lo que yo quiero es que llegues a donde quieras hoy. Y recuerda, no te dejes influir por la visión que yo te he dado de los hombres, por que en el mundo entero siempre hay un rumbo nuevo donde mirar.
- Adiós- Dijo el principito
- Adiós- Respondió el lagarto, el cual se quedó ahí, en medio de ninguna parte, viéndole partir con el viento.

Nota: He querido aquí rendir un homenaje a la obra de Saint-Exupéry y a la del grupo "Lagarto Amarillo". Se que mi torpe estilo puede distar mucho de la obra de ambos, así que pido perdón anticipadamente si este escrito ha causado decepción en algun@ de vosotr@s

2 comentarios:

  1. sin duda me atrae tu forma de escribir, es evocadora, tienes la capacidad de alejarte de tu propio yo, cosa que muy pocos pueden hacer.
    este relato es una apología del yo, de defensa de lo diferente, de la fuerza y la conciencia de lo individual, de la soledad bien entendida, de la huida del grupo como forma de sentirse parte de algo y necesidad de pertenecer a algo. la gente siempre tendrá miedo de lo diferente y tratará de regularlo y controlarlo, y si es desde la infancia mejor. sigue así josele

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  2. Jose, la verdad es que te ha quedado muy bien, y encaja perfectamente en el libro.
    ¡Mi enhorabuena!, me ha gustado mucho, y además, de alguna manera explica el porqué el principito acabó en la tierra.
    Pablo P.

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