martes, 17 de agosto de 2010

La participación en la eucaristía

Inauguro aquí una etiqueta en la que iré recuperando los artículos que escribí para el boletín parroquial llamado "Mirando al Sur". Tal vez a algun@s os sepa a poco (estaba muy limitado a medio folio de extensión) y a otros que se consideran no creyentes, les desagraden dichos artículos (con no leerlos, debería ser suficiente). Empecemos pues:

Domingo, día del Señor como se suele decir. Y ¿qué se suele hacer los Domingos? Descansar, dormir hasta tarde, estudiar, ir a misa...
Ir a misa, os como se dice por ahí, celebrar la eucaristía.
Pero ¿qué es celebrar la eucaristía? Es muy común ir el Domingo a misa, persignarse, luego alguien lee algo de la Biblia y se escucha el sermón que nos suelta el cura de lo buenos que deberíamos ser (eso el que realmente escucha, pues tendemos a pensar en nuestras cosas y a poner cara como de que estamos atendiendo, o a charlar con el de al lado).
Después, por que lo ha dicho el cura, nos damos la mano, se comulga por subir nota, y nos marchamos antes incluso de que el cura se haya despedido. Y digo yo: ¿Eso es ir a misa? ¿A esto ha quedado reducido?. Celebrar la eucaristía es algo más... no puede ser algo tan vacío, si no... ¿qué sentido tiene?
En la eucaristía nos reunimos a celebrar la resurrección de Jesús de Nazaret. Viene a ser como una fiesta. ¿y realmente nos gusta ser sólo espectadores en una fiesta? No, lo realmente hermoso en una fiesta es participar en ella.
Es una fiesta en la que los cristianos celebramos una fe basada en el amor que Dios nos da como padre, el amor que nos mostró Jesús, su hijo, nuestro hermano. El mismo amor que debemos profesar a l@s demás. Es una fiesta en la que comunitaria o individualmente hacemos oración. ¿No es la oración acaso hablar de tú a tú con Dios? Nos hemos acostumbrado a hacer de ella una fórmula, y hemos olvidado que sirve para algo más que para lamentarnos o pedir cosas.
Hay muchas formas de participar activamente, de ser de verdad un miembro de la comunidad y no una estatua que está en su sitio y que se levanta y se sienta como un títere por que lo hacen los demás. Podemos leer las lecturas del día. O cualquiera puede hacer su propia petición públicamente. Nadie va a reírse y/o a avergonzarnos de ser cristianos. Si no, ¿qué pintamos en la iglesia? Ir, es ya una toma de postura.
A todo esto, ¿qué sería de una fiesta sin música? En algunas eucaristías hay un grupo que prepara los cantos; no sólo para escucharlos, si no para ayudarnos a tod@s a cantar juntos. La música alegra el corazón, anima a la gente. ¿Sabéis lo que se siente cuando tod@s cantamos al unísono, con alegría, entrega y celebrando? Por eso, el coro en realidad lo formamos TOD@S.
Ahora tú decides cómo seguir acudiendo a la eucaristía. Si quieres ser un títere, o hacerla tuya y participar. Hay un sitio que tiene tu nombre, y de ti depende ocuparlo. Seguro que tus ideas pueden ayudar a construir un poco más la fiesta de cada domingo.

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