viernes, 26 de noviembre de 2010

Cambios

Volviendo hoy a casa del curro con una compañera, me ha comentado esta que he cambiado, sobre todo en el último año. Noté cierto deje de tristeza en su voz cuando me lo decía, aunque ella pretendía que no se notase, por lo que he deducido que el cambio no había sido agradable, ni para bien.
¿Qué decir? Por lo pronto le he dado la razón: ya no soy la misma persona que conoció hace cuatro años más o menos. En ese periodo de tiempo, he tenido que pasar por muchas cosas, las cuales, para bien o para mal, dejan huella.
Mis lesiones de hombro, cuando ya creí que habían quedado atrás, volvieron con toda su dureza el año pasado, y este; con el correspondiente daño emocional; lo cual me ha llegado a dejar hecho polvo. En el tiempo que esas lesiones me han mantenido en activo, he visto con desagrado cómo se manipula a la gente para desviar su atención de cosas más importantes, y cómo estamos atentos a las broncas de la clase política, y cómo nos engañan los gobiernos haciéndome sentir asqueado de ser español. ¿Y por qué me siento asqueado? Por que se ve el plumero de hacia donde nos quieren encaminar entre los medios de comunicación, las películas que se encumbran y que adoctrinan a una nueva generación y tribu urbana, los cuales se tragan lo que les digan sin pararse a pensar que incluso la mierda de sus gurús también huele.
En la familia y las amistades he tenido bastantes vaivenes y desencuentros que han tenido desenlaces poco felices y con cada cual por su lado. La pérdida de muchos seres queridos (familiares, amig@s y mascotas) ya sea por fallecimiento, desencuentros, distanciamiento o discusiones son también varios golpes a tener en cuenta.
Sí, han sido muchos golpes seguidos; uno detrás de otro, y sin dejarme tiempo apenas a recuperarme, lo cual ha sido un desgaste bastante serio; y aunque me he llegado a refugiar en mi labor como educador-catequista, y pseudo-profesor de guitarra, tampoco en ese aspecto de mi vida me he encontrado a salvo de los palos. Pero eso no me ha hecho rendirme a la hora de enseñar y transmitir valores, y a reflexionar sobre cosas con las que nos podemos encontrar a diario.
Me podría haber refugiado en el trabajo, donde el último año, con el cambio de equipo no se me ha dado mal del todo. Pero las continuas guerras, y el cada vez más inseguro panorama socio-laboral, han hecho que tampoco me haya podido refugiar en el trabajo.
Han sido cuatro años en los que apenas he tenido tregua, en los que mi auto-control se ha visto puesto a prueba en no pocas ocasiones, y en los que de poco me ha servido el tener ese don de la observación hace poco descubrí tener.
No compañera, no ha sido un periodo fácil para mí. El resultado es que ya no confío en la gente tanto como antes; me he vuelto un tanto más cauto; y en según qué casos, más frío y calculador; y desde luego, más distante. No podrán herirme si no les dejo, y desde luego, cuantos menos puntos débiles presente, mejor. La fortaleza de mi psique ha recibido embites e intentos de asedio desde varios frentes a la vez, sin pausa, sin darle tiempo a mis defensas a descansar y reorganizarse para resistir. Han sido muchos ataques, y aunque en mi naturaleza no está contra-atacar ni devolver las bofetadas (y tampoco quiero hacerlo), lo que desde luego no voy a hacer es quedarme quieto viendo cómo me las dan. Ya procuraré esquivarlas, evitar que le momento de la bofetada se produzca, o simplemente, saber encajarla sin mostrar gesto alguno de dolor o afectación.
Sí, he cambiado; no soy el de antes, pero en el fondo y a la vez, soy el de siempre. Espero que sepas reconocer a tu compañero y amigo dentro de este nuevo yo, y sigas apreciándole y queriéndole como hasta ahora (esto va también por los demás).

1 comentario:

  1. Bueno, yo siempre te querré, como hasta ahora o un poquito más cada día. Los golpes esos de la vida, contigo al lado, son menos. O al menos lo parecen, porque te tengo ahí, aunque sólo puedas abrazarme para soportarlos juntos. La pena es que al contrario parece que no funciona, o no siempre: aunque sólo pueda abrazarte, el golpe gordo te lo sigues llevando tú y no siento que mi abrazo te descargue algo. Pero estate seguro de que yo seguiré ahí abrazandote, aunque no sirva de nada.

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