jueves, 2 de agosto de 2012

Enana Blanca

"Poniéndote en la frente la etiqueta de su veredicto: Puta"
         Ya están ahí otra vez, pequeña Enana Blanca; mirándote, cuchicheando a tus espaldas, cotilleando, midiendo cada uno de tus movimientos, cada una de tus palabras; juzgándote (demasiado a la ligera) sin conocerte o conocer tus motivaciones, y condenándote socialmente, poniéndote en la frente la etiqueta de su veredicto. Da igual la palabra que pongan en dicha etiqueta, todas tienen el mismo significado: Guarra, Zorra, Puta, Calienta-braguetas, Enferma... y sé que no eres ajena a todo esto; sé que te duelen el desprecio y los insultos, pero aún así, vuelves a ponerte la fría máscara del "todo da igual", y tus pies comienzan la danza del "hago con mi vida lo que quiero, y esto me hace sentir bien"
"Aún así, vuelves a ponerte la fría máscara del
 'Todo me da igual'"
        Nadie, querida Enana Blanca, se ha parado a preguntarte. A nadie le interesa saber cómo te sientes, qué piensas, qué anhelas y deseas; si necesitas hablar con alguien para desahogarte, si quieres llorar, reír... No, a nadie le interesa todo eso; la gente prefiere juzgarte y apalearte sin piedad; tal vez para poder volcar sus propias frustraciones en alguien, tal vez por que en sus vidas hay cosas que no les gustan y desprecian, y se sienten mejor viendo algo (a sus ojos peor) en ti. ¿Por qué? Por que los seres humanos somos así de dañinos y destructivos, y encontramos consuelo para nuestras carencias y defectos, para nuestros errores, en aquellos que tienen y cometen los demás; y atacamos y vamos a hacer daño, y haciendo muchísimo ruido, con la esperanza de que así todo el mundo mire en la dirección ajena, y así puedan pasar por alto nuestras fealdades como si no existieran. Sí, querida Enana Blanca, en el fondo eres el blanco perfecto (perdona la expresión de chiste fácil) para que la gente vuelque en ti sus propias frustraciones, miedos y auto-desprecio.
        Sabiendo ya por qué la gente actúa así contigo, vamos a trabajar en ti. Tranquila, no quiero herirte; tan sólo quiero saber qué es lo que te motiva, qué es lo que te impulsa a hacer lo que haces.
"Tanto tienes, tanto vales, y esto se puede aplicar
al número de personas que puedes seducir"
        Detecto el miedo, hay mucho miedo en ti, Enana Blanca. En el fondo encuentras esta vida que tenemos bastante monótona; esta vida en la que trabajamos, ganamos dinero y lo gastamos; esta vida en la que nos bombardean con cientos de productos que al consumirlos, dicen que nos darán la felicidad, que nos harán sentir bien. esta vida en la que nos educan para ser más que el de al lado, para situarnos en una posición de poder con respecto al resto del mundo, por que el poder lleva asociadas comodidad y felicidad. Da igual que sea verdad o no; es lo que nos han inculcado desde pequeños en la escuela, en casa, y por la tele.
        Esta vida que se rige en el "tanto tienes, tanto vales" y eso se aplica al dinero, a lo grande que sea tu casa y coche, a lo moderno de tu teléfono móvil de ultimísima generación que incluso te puede preparar el café desde casa, o el número de personas que puedes atraer en las redes de tu seducción. Esta vida que nos apabulla y que nos obliga a participar de este juego tan repugnante en el que nos hacen creer que somos únicos y dueños de nuestras vidas, mientras somos en realidad títeres bien orquestados que bailamos al son que nos tocan, a veces de forma más evidente, otras de una un tanto más sutil.
"El cambio produce inseguridad, pues nos trae cosas
desconocidas que escapan a nuestro control"
        Entiendo que ese miedo empezó en la adolescencia, como nos pasa a todos, venimos de una seguridad y estabilidad física y emocional, en la cual, el único cambio que apreciamos en nuestros cuerpos, es el crecer. Pero sin embargo, con la pubertad llegan los cambios, los ensanchamientos, los pelos donde antes no los teníamos... y el cambio produce inseguridad, pues nos traen cosas desconocidas que escapan a nuestro control, y eso nos desestabiliza más de lo que queremos creer, pues vemos que cosas que dábamos por sentado y fijas en nosotros mismo, empiezan a mutar. Y ahí viene la fase de rebeldía, la inseguridad: si las cosas que dábamos por sentado mutan y cambian, ¿qué hay de cierto en todo lo demás? Y empezamos a dudar de los demás, de lo que nos dicen, de lo que nos han estado enseñando hasta ahora. Las respuestas sencillas ya no valen; blanco ya no es blanco, y negro ya no es negro; no nos vale un "por que sí" o un "por que lo digo yo" como respuesta; queremos más argumentación, más razonamientos, aunque sea para ponerlos en duda y entredicho. Y todo eso, por que tenemos miedo, por que nos vemos desestabilizados y frágiles, y sólo encontramos consuelo para nuestras faltas buscando las de los demás, con la esperanza de que sean aún más notorias que las nuestras.
        Ya sabemos por qué te atacan, y ahora, seguimos contigo: Creo, mi pequeña Enana Blanca que en realidad sientes un vacío en tu interior; que en el fondo, aunque estás rodeada de gente, te sientes sola, y que nadie comprende tus inseguridades y miedos ante tanto cambio. Creo que tu mayor miedo es a quedarte sola y no tener con quien compartir alegrías y penas; risas y llantos, momentos de broma, y ratos de ponerse serios. Creo que tu mayor necesidad es de sentirte querida, pues ese miedo y esas inseguridades te empujan a no quererte tanto como debieras. Has oído hablar de una cosa llamada amor, que te llena, te complementa, te hace mejor persona, que te inunda de un calor que nunca antes habías sentido...
"Buscas llenar ese vacío interior"
        Lamentablemente, sólo has conocido el lado físico del amor; y aunque es agradable sentirse deseada, aunque las endorfinas que liberan los orgasmos dan una sensación de calor que te llena por un instante, no termina de ser algo pasajero; querida Enana Blanca, buscas el calor que sólo El Sol puede darte, pero lo buscas sólo en las estrellas fugaces que esta noche te lo prometen todo, para mañana ser perfectas desconocidas. Buscas llenar ese vacío en tu interior, pero sólo encuentras falos cárnicos que lo único que quieren es llenarte el único vacío que no corre tanta prisa ni es tan necesario llenar. Esas estrellas fugaces te dan esa pequeña y pasajera sensación de bienestar que cada vez dura menos, pero tú ansías más, quieres más, NECESITAS más; y nunca es suficiente... y como una yonki, vuelves a por más para sentirte mejor, para evadirte de tu realidad, de tus miedos, inseguridades y complejos; por que, en esos precisos momentos, te sientes deseada, y un poco de refilón, querida, y con eso te vale: por que ese afecto ajeno fugaz, logras suplir la falta de afecto que sientes por ti misma.
        No, mi pequeña Enana Blanca: no te juzgo ni condeno; no eres una puta, una guarra ni una calienta-braguetas. Tan sólo sigues siendo una niña que necesita sentirse querida, que busca amor desesperadamente, pero que por desgracia, sólo encuentra pollas duras deseando vaciarse en ti, y mañana si te he visto, no me acuerdo. Eres una niña asustada que busca el amor, ese amor que te complementa y reconstruye cuando te caes y pierdes pedazos de ti. Ese amor que seca lágrimas y cura heridas; ese amor que te acompaña y sonríe al verte feliz y ríe contigo. Ese amor que, sin embargo, buscas en los sitios equivocados; ese amor que difícilmente encontrarás en la barra de un bar, o en camas ajenas la primera noche.
 


        Mi querida Enana Blanca: buscas el calor del Sol en las estrellas fugaces, ignorando que gran parte de ese calor lo puedes hallar en tu interior, como Sol en potencia que eres. Quiérete, al menos un poquito más de lo que yo te quiero a ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario