viernes, 16 de agosto de 2013

Desde el Exilio XVIII Quo Vadis?


   A finales de Julio, tuvimos nuestra escapadita vacacional a España (una de las cosas buenas de haber aceptado el hacer esta aventura es el que nos pagan dos vuelos al año a España, por lo que aprovechamos para visitar a familiares y amigos, y que así Nico pueda disfrutar de sus raíces)

   No os entretendré/aburriré con lo allí vivido, pues os lo podéis imaginar, pero sí que os hablaré de los dos vuelos, con las distintas compañías, y lo insufrible que pueden llegar a ser los viajes.

   La ida a España fue con la compañía danesa KLM. Los aviones de dicha compañía tienen las butacas ligeramente más anchas, y en el respaldo de la butaca de delante tienes un pequeño monitor de televisión donde puedes elegir una amplia gama de películas, series o programas. A simple vista parece chulo ¿no? Pues ahora os cuento el periplo.
   Llegamos al aeropuerto de Tocumen (Viernes, 19 de Julio de 2013), y tras facturar nuestro equipaje, nos informan que las maletas las recogeremos directamente en destino (el vuelo hacía escala en Amsterdam). Nos dirigimos al control donde nos toca lo típico (y molesto): descálzate, quítate el cinturón, deja los objetos metálicos en una bandejita (cartera, móvil, llaves, cinturón... y si llevo un piercing en el pezón o en la punta del... ¿qué pasa? ¿me lo quito también?) quítate las gafas, deja el portátil fuera de la funda en una bandeja... total, que cruzas el arco detector de metales descalzo, sujetándote como puedes los pantalones para no dar el espectáculo (os juro que para el próximo vuelo me pienso llevar el tanga de leopardo, y dejaré que los pantalones se caigan delante de todo el mundo; daré el espectáculo, seré la sensación de youtube y todo el mundo me conocerá como "el gordo del tanga de leopardo en el aeropuerto", iré incomodísimo durante todo el vuelo de casi 12 horas, pero al menos dejaré en evidencia las absurdas y humillantes normativas de seguridad en los aeropuertos); y te dicen "pliegue usted la silla del bebé, que tiene que pasar por la cinta del scanner"; por lo que, vuelta a pasar el arco, pliega la silla (con cuidado de que no se te caigan los pantalones), súbela plegada a la cinta, con todo el cuidado del mundo , y viendo cual es la mejor posición para que pase por el orificio del scanner sin atascarse, pasa con el niño en brazos (sujeto con un brazo, porque con la otra mano te estás sujetando el pantalón para que no se te caiga, y que la gente no vea como uno de tus testículos colganderos se está asomando a saludar por una de las perneras de los gayumbos; los cuales, da igual lo largos que sean, siempre habrá un cojón redondo, peludo y arrugado asomando)

   Pasado el suplicio "Es por su seguridad" no paran de recordarte en todo momento, nos encaminamos hacia la puerta donde debemos embarcar para coger el avión. Por cierto, no lo he mencionado; pero debido al tamaño de Nico, ya hace mucho que no va en cuna en el avión, por lo que es necesario cogerle asiento como si se tratase de un niño de una edad mayor a la que realmente tiene (15 meses camino de 16 a día de hoy); resulta que el asiento es demasiado grande para él, por lo que intentamos averiguar si la sillita de seguridad que tenemos para llevarle en el coche (OBLIGATORIA en España, opcional en Panamá) podría acoplarse en el asiento del avión. Tras una semana de llamadas a KLM Panamá, donde no son capaces de responder siquiera al teléfono, la chica que nos atiende es totalmente incapaz de darnos una respuesta; por lo que llamamos a KLM España y... ¡Oh, sorpresa! ¡Tampoco tienen NI PUTA IDEA! nos dicen que vayamos con dicha sillita a la zona de facturación, y que allí nos dirán si se puede subir al avión o no, pero que si se diera el segundo caso, la facturación de dicho bulto es totalmente gratuita. En facturación también nos dicen que no saben nada, pero que nos la dejan pasar, y que en el avión, si no permiten que la pongamos, la meterán en la bodega junto con el cochecito. Total, que ahí andamos: con el niño, su cochecito, la sillita de seguridad, nuestros equipajes de mano... ¡todo un cuadro! Claro está, se trata de un niño que ya camina y no puede parar quieto; por lo que nos toca turnarnos para pasearle por la terminal. Mientras tanto, policías de incógnito y de uniforme, van pidiéndole el pasaporte aleatoriamente a los viajeros; lo cual me hace recordar mi experiencia de unas semanas atrás; y yo rogando para que no me vinieran a mí, pues en esos momentos no me encontraba del mejor de los humores. Tras volver Portal con Nico del servicio, de haberle cambiado el pañal, decidí acercarme yo a "cambiarle el agua al canario", pues los baños de los aviones suelen ser bien incómodos y estrechos. La verdad es que me sentí afortunado de sólo tener ganas de mear, y de tener un buen aguante intestinal, pues los servicios se encontraban en un estado que iba más allá del adjetivo "lamentable": Uno de los inodoros precintado, el otro ocupadísimo y con cola (y ya no había más), los urinarios desprendían una peste a orines considerable y no era de extrañar; se ve que aquí uno de los deportes nacionales es orinar a distancia en los urinarios públicos para ver si se acierta o no con el chorrito (aeropuerto de Tocumen, algunos bares, El Mega-concesionario-Taller de Grupo Sílaba de Calle 50...); y cuando fui a lavarme las manos.... chicles pegados en los espejos, gargajos resecos en la encimera que no era el lavabo, un secamanos de esos que detectan si pones las manos debajo fuera de servicio... ¡Todo un poema, vamos! Vuelvo a los asientos de espera que estábamos ocupando cuando me entero que nos han cambiado la puerta de embarque, y que por la que tenemos que acceder ahora, han puesto unas cintas de acceso para ¡Oh, sorpresa, pasar un segundo control de seguridad! Afortunadamente, en este caso no hubo que semi-desnudarse otra vez, simplemente volver a pasar el equipaje de mano, los portátiles, y la sillita del niño de nuevo por otro scanner.

   "Al menos" Pensé "embarcaremos ahora" ¡Pues no! resulta que había ahí un señor mayor dando por culo en las dos puertas de acceso al avión, que no paró hasta salirse con la suya de embarcar a la gente que iba con él los primeros; retrasando nuestro acceso al avión (y su consiguiente despegue) ¡45 MINUTOS! Llegamos a la cabina, y las azafatas se ponen a dudar sobre el acceso sí o no de la sillita de seguridad a los asientos. Tras explicárselo como buenamente pude en inglés, decidieron que pusiéramos la sillita en el asiento y... resulta que la silla una vez puesta, no quedaba bien firme en el asiento, y que la hebilla del cinturón de seguridad del asiento, quedaba en el respaldo de la sillita de seguridad; pudiendo clavarse en la espalda del niño. ¡Imaginad un vuelo de 10 horas así! Las azafatas decidieron que era mucho lío llevarse la sillita a la bodega en aquel momento, por lo que nos dijeron que la dejásemos allí, aunque no era segura en absoluto.

   Luego llegó el tema de la comida: Resulta que a la gente de KLM le resulta imposible de creer que un niño que ocupa asiento, tome comida de bebé; por lo que les dio igual que lo explicásemos por activa y por pasiva; no les importó un carajo que les dijéramos y demostrásemos con el pasaporte que se trataba de un bebé de poco más de un año y sin apenas dientes; como ocupaba asiento, el niño tenía que llevar menú infantil sí o sí; y fin de la discusión.

   Tras un vuelo en el que Portal y Nico durmieron a pierna suelta (Portal lo que pudo, claro está. El vuelo es nocturno), yo aproveché para ver las películas "La vida de Pi" y "Memorias de un Zombi adolescente", de las cuales ya haré critica en este blog, que hace mucho que no hablo de pelis.

   Llegamos a Amsterdam para hacer la escala y cambiar de avión. Teníamos una hora y diez minutos aproximadamente para hacer el cambio; algo en condiciones normales que podríamos hacer sin problemas; PERO... os recuerdo que habíamos despegado 45 minutos más tarde, por lo que habíamos aterrizado en Amsterdam 45 minutos más tarde; lo cual nos da....¡25 minutos! La cosa no tendría mayor problema si no fuese porque la puerta por la que debíamos embarcar, quedaba en la otra punta del aeropuerto; por lo que: sal a toda prisa de tu butaca con el niño en brazos, el equipaje de mano y la sillita homologada de los cojones; espera en la puerta a que te quieran subir el carrito, acomoda al niño, y sal echando najas por el aeropuerto con gente que se empeña en ir a paso de procesión de semana santa, y además cruzándosete (reconozco que a algún "gracioso" que se le antojó super-divertido el no dejarme pasar, le solté una colleja que le quitó las ganas de hacer el capullo en mi camino a la carrera. No sé si se quedaría con mi cara, pero mis huellas digitales seguro que se quedaron varios días tatuadas en su nuca); carrera, echando el bofe; ya llegamos, ya llegamos y.... ¡Otro control más!

   Llegados al control, vuelta a la rutina que tuvimos en el aeropuerto de Tocumen con dos novedades: La primera es que cachearon a Nico (en ese momento, deseé que se hubiera cagado a lo bestia y el "cacheador" se llevase el premio gordo), y la segunda es que nos vaciaron el biberón.Normalmente, no te suelen dejar pasar líquidos, a excepción de la comida del bebé siempre y cuando vaya en el biberón; en ese caso, lo respetan y no pasa nada. Pues bien, se ve que el individuo en cuestión tenía un mal día (probablemente llevaba más de una semana sin comerse un colín), y decidió pagarla con alguien. "No importa, en el avión se lo llenarán de nuevo" dijo en inglés... ¡Una lástima que no entendiese el "Me-cago-en-tu-puta-madre" que le dijimos en respuesta!

   Llegamos al avión con un montón de chavales y chavalas jóvenes con el cutre-hortera chándal olímpico español que parece salido de la mente de un cani poligonero; aunque no supimos a qué tipo de deporte se dedicaban (a lo mejor era la selección española de ajedrez), aunque ese chándal yo me lo pondría únicamente para ir a las barranquillas a pillar. En este caso, la sillita fue a la bodega directa junto al carrito de Nico. Nosotros que somos adultos, ya somos conscientes que queda poco para llegar; pero para un bebé, es sacarle de un sitio reducido en el que ha permanecido 10 horas y media, para meterle a otro donde no sabe cuanto tiempo pasará; por lo que el pobre pasó parte del viaje llorando; harto de estar encerrado, de los cambios de presión.... El caso es que cuando llegamos por fin a Madrid, por lo visto, un capullo (no se merece otro nombre), le dijo "Anda qué... ¡Vaya viajecito nos has dado!" El individuo en cuestión tiene suerte de que no le oyese (me lo contó Portal a posteriori), de lo contrario, le habría empotrado contra la pared, haciéndole salir hasta la última muela (sana o picada) por las orejas; ¡Cenútrio! ¿Tú qué coño sabes? El pobre niño viene de estar desde las 15:00 de la tarde del día anterior encerrado, y es un bebé ¡Gilipollas! Soy una persona contraria al aborto, pero te juro que contigo haría bien gustoso una excepción, por soplapollas.

   Cualquiera diría que en suelo patrio, el viaje de pesadilla habría terminado... ¡pues no! Resulta que al ir a por nuestro equipaje, ¡nuestras maletas NO habían llegado! Nos dimos cuenta tras 45 minutos de la cinta moviéndose sin que lleguen nuestras maletas, y que esta se parase y nos dijeran que no habían más. Vete al mostrador de reclamaciones, pon la pertinente queja ante unos individuos que ponían el mismo interés que pondría yo en una conferencia matemática. Al menos sacamos en claro que nuestras maletas estaban en Amsterdam y que vendrían en alguno de los dos vuelos que tenían que venir aún de allí en lo que quedaba de día; y que nos las mandarían al día siguiente a primera hora; lo cual sería aceptable de no ser porque no teníamos NADA de ropa en España (nos la llevamos casi toda al irnos a Panamá, y conservamos en España sólo la de invierno, la cual nos sería MUY útil en pleno mes de Julio) y mi máquina del apnea también estaba allí (y yo llevaba desde las 5:00 am del día anterior sin dormir, lo cual me pone aún más irritable. ¡Y no nos podíamos quejar! Había una pareja joven reclamando con nosotros, los cuales hicieron el siguiente viaje con los consiguientes cambios de avión: Managua-Tocumen-Amsterdam-Barajas... sus maletas jamás llegaron a Tocumen... (Por cierto, nuestras maletas llegaron a las 00:00 de la noche, y nos las trajo mi suegra a casa. Para cuando pude dormir en mi cama, ya era la 1:30 de la madrugada)

    Como último apunte sobre la aerolínea en cuestión (KLM), he de decir que no me pareció de recibo lo siguiente: Uno diría que saliendo como sale el avión de un país de habla hispana, al menos una de las azafatas debería hablar en Español... PUES NI UNA SOLA DE ELLAS LO HABLABA; pero ¡Es que nos pasó lo mismo en el que iba de Amsterdam a España! ¡Venga, coño! ¿Estás explotando una ruta entre dos países en los que el idioma oficial es el Español y no te molestas en que los miembros de la tripulación sepan hablar el idioma aunque sea mínimamente? Vale que hablan un inglés impecable y perfectamente audible y comprensible, pero ¿y qué pasa con los viajeros-clientes que no saben ni papa de inglés? Cuidan ustedes muy mal a los que les dan de comer, señores.

    Pero el colofón, el colmo del cabreo fue con los "amigos" de Iberia. Ya os podéis imaginar: butacas estrechas, baños que son zulos para gente como yo donde si mear ya es difícil, imagináos el suplicio de sentarse a hacer "aguas mayores"... Eso sí, bien que se dedica luego el director a mandar correos/SPAM a sus usuarios pretendiendo dar pena de lo mala que es la situación de la compañía, y que porfavorporfavorporfavor no se deje de volar con ellos. ¿Qué tal si empiezas tú por cobrar menos, joputa? ¿qué tal si ese dinero que dejases de cobrar redundase en las instalaciones de tus aviones para una mayor comodidad de tus viajeros-clientes? ¿qué tal si tuvieras tú esos recortes que les haces a tus trabajadores?

   Ya empezó mal la cosa cuando,  tras haber esperado una interminable cola para facturar, nos dicen que hay que hacer el "auto-checking" primero, y después volver a ponerse a hacer la cola que ya habíamos hecho durante casi 15 minutos. ¿No sois capaces de avisarlo primero, capullos? Como nos vio las caras de "Te voy a arrancar los testículos a pellizcos de cortauñas, y te los haré tragar tras haberlos tenido siete horas con mahonesa al sol mientras te echo vinagre en la herida sangrante", nos dijo que al tener la tarjeta "silver" de Iberia, podíamos facturar en la zona "bussiness", lo cual no evitó mi mirada de "Te odio mucho-muchísimo"

   ¡Pues nada! Otro vuelo de cerca de 11 horas del tirón donde mis intestinos dijeron que no estaban dispuestos a aguantar; por lo que me aventuré y... hice lo que pude para apaciguarlos un poco, pero tuve que cagar prácticamente de pie, en una posición totalmente tensa que no invitaba al relajo que uno siente cuando vacía de podredumbre sus tripas. Con una pantallita pequeña situada tres filas de asientos delante de los nuestros y con unas películas que de atractivas tenían más bien poco.

   Llegamos a Panamá, donde nos dirigimos a inmigración donde nos sellan el pasaporte antes de ir a por las maletas. Pasa el tiempo, la cinta se pone en marcha y... no sale ni una mísera maleta. Nos tuvieron así por lo menos 40 minutos sin nadie dándonos explicaciones; tuvimos que enterarnos porque escuché de refilón una conversación entre dos empleados comentando que se había estropeado la cinta que transportaba las maletas fuera del avión. Cuando ya llevábamos una hora esperando, fue cuando tuvieron la ¿decencia? de avisarlo por megafonía.

   Dos horas pasaron hasta que la cinta por fin se puso en marcha; empezaron a salir las maletas, y entonces es cuando me encontré con lo siguiente:




























   Es decir, ¿a vosotros os parece normal el estado en el que llegó la maleta? A nosotros, desde luego que no, y por ese motivo fuimos a protestar y poner la pertinente queja. En el mostrador nos dijeron que esos daños se habían producido con toda seguridad en origen, que ellos aquí no podían hacer nada, y que reclamásemos a Iberia España; nos dieron un teléfono gratuito al que llamar; al que por supuesto llamamos. ¿Qué nos encontramos? Nos encantaría decir que una persona todo amabilidad, dispuesta a ayudarnos y hacer que las cosas fueran más fáciles y que todo se solucionase con rapidez... pero estaríamos mintiendo, y mucho. 
    
   La chica que atendió a Portal era una borde de esas que entrenan para serlo, la cual buscaba la más mínima oportunidad para echar balones fuera y sacudirse el muerto de encima; todo su afán era derivarnos a la página web, la cual se cuelga cada dos por tres, y es demasiado ambigua (probablemente para que la gente se canse y deje correr el tema de que les pierdan/destrocen sus pertenencias). Cuando Portal le dijo que había aparatos electrónicos en nuestras maletas, la chica dijo en tono bastante borde e impertinente: "¿Y a mí qué me cuenta? Por política de empresa, IBERIA no se hace responsable del contenido de las maletas?"... ¡PERO BUENO! En esta empresa ¿DE QUÉ COÑO VAN? Vamos a ver; entiendo que no se hagan responsables del contenido de las maletas, siempre y cuando estas se tratan de manera responsable; pero ustedes, IBERIA han recibido una maleta EN PERFECTO ESTADO, Y  ME LA HAN DESTROZADO (tal como se puede apreciar en las fotos, las cuales están circulando por las redes sociales para que todo el mundo vea la vergüenza de empresa que son ustedes, y lo poco profesionales y serios que son a la hora de desempeñar su trabajo). Pero es que aún hay más: cuando por fin conseguimos interponer la queja en la página web, nos llega un mensaje automático en el cual se nos comunica que en el plazo de ¡¡¡20 DÍAS!!! nos darán respuesta. ¡Ole vuestros huevos! Pues esto no va a quedar así; quiero una satisfacción por el tiempo perdido hasta que el equipaje salió, por el destrozo de mi maleta, y por el mal trato recibido por esta gentuza; y me lo pienso cobrar de una forma o de otra, y valga este blog como ejemplo. Señores de Iberia, ustedes lloran mucho de su situación, pero sus billetes no son precisamente baratos, y uno espera un mínimo de profesionalidad y respeto por parte de ustedes, en vez del despectivo y poco profesional trato que le dan a sus clientes, los cuales son los que les sustentan cada vez que compran un billete a su compañía. 

   Pues eso, que es una pena que unas vacaciones que hemos aprovechado para un feliz re-encuentro con familia y amigos, se haya visto truncado por lo que han sido los viajes en sí, debido a una gestión chapucera por parte de las compañías aéreas, unido a unas absurdas normativas en los aeropuertos. Señores, seguiré volando porque no me queda más remedio hasta que mi aventura panameña finalice, pero a partir de ahora voy a ser más exigente aún si cabe con ustedes, y les voy a dejar pasar cada vez menos fallos.




   P.D: Este post seguramente tenga una especie de respuesta en el blog de mi querido amigo El Osezno, el cual también ha padecido lo suyo este verano en sus vacaciones por parte de las aerolíneas. Ya te he dado el empujoncito, amigo; ahora te toca a ti

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