lunes, 17 de febrero de 2014

Micropensamientos de un Lunes (III)

   Le llama mucho la atención al policía que está en el acceso a la obra donde trabajo que le salude a él y al guardia de seguridad cada vez que paso por allí (y os puedo asegurar que hay días que entro y salgo de la obra hasta casi seis veces).

    Suele suceder que una mentira repetida muchas, muchísimas veces, y con la suficiente intensidad (24 horas al día durante 7 días a la semana), tiene la facultad de convertirse en una "verdad"; y últimamente esa "verdad" es que los españoles somos auténticos monstruos malencarados que venimos a quitarle a este país hasta el último centavo; altaneros, hedonistas u con sentimiento colonialista de superioridad; provenientes de un país de ladrones que queremos volver a expoliar a la orgullosa patria del Itsmo.

     Por eso lo sorprende que cada vez que paso por allí, les dedique una sonrisa, salude con la mano y, en no pocas ocasiones, no sólo colabore con el registro del vehículo con la mejor de mis sonrisas (suelen comprobar que no nos llevemos material de la obra), si no que además sea yo mismo quien se baje del coche y abra el maletero.

     Al igual que los guardias de seguridad, los policías también se van turnando en dicho puesto. Pero ¡claro! hay más agentes de policías que guardias en la empresa que hay contratada; y por eso, estos últimos me conocen más, se acercan a charlar, les paso periódicos para que los ratos en los que no pasa nadie no se aburran, intercambiamos saludos, sonrisas, charlas... ¡Así pasa! que las veces que he caído enfermo y no he acudido a trabajar, siempre han preguntado por mí, o se han interesado por mi estado al verme de nuevo.

   A veces, cuando dejo la carretera principal para acceder a la obra, o cuando salgo de ella, me encuentro a algún trabajador caminando (son más de dos kilómetros a pie, a veces, bajo un sol de justicia cruel), y suelo acercarle ya sea al interior del proyecto, o a algún punto que me pille de camino; total ¿qué me cuesta? A mí también me gustaría que hiciesen eso conmigo si me encontrase en su situación.

    No, no hago esto por demostrar nada ni por quedar bien. Lo hago porque es mi forma de ser, y estas cosas me salen de manera natural. Hoy sin ir más lejos, he acercado a dos muchachos los con los cuales, aparte de trayecto, he compartido conversación, risas... Al llegar a su destino, han querido pagarme 5$ para que recargase la tarjeta de peaje. "De eso nada" Les he dicho "Me habéis pedido un favor, y yo he querido hacerlo. De donde yo vengo, los favores no se pagan, con que me deis las gracias como ya habéis hecho, es suficiente" Han insistido, y he tenido que volver a rechazarlo. Al final, la cosa ha quedado en que otro día me invitan a un te frío o a un jugo de naranja, y ya está. Ellos se marcharon por su lado mientras cerraba el coche; aún así, pude oírles hablar entre ellos: "¡Para que luego diga el del sindicato que esta gente es mala! Como le vuelva a oír hablar mal de los españoles, le pienso parar los pies", el compañero le respondió algo, pero no hacerte a oírle.

   Supongo que, a la larga, todo se reduce a esto: a demostrar con tus gestos cotidianos que no todo es como les dicen por ahí, y que hay que pararse a mirar y profundizar un poco más antes de asentir a todo lo que la tele y la radio te cuentan.

   ¡Buenas noches!


No hay comentarios:

Publicar un comentario