miércoles, 11 de junio de 2014

Desde el Exilio (XXIX) Conversación dura en el curro

-Así que ayer quisiste pegar a uno de los encargados...

-¡Ya se lo ha contado!

-No, él no me ha dicho nada. Me he enterado porque aquí os gustan más los chismes que trabajar; y si yo me tiro un pedo aquí, en 5 minutos lo sabe toda la obra. 

-¡Bueno! Que tampoco hay para tanto

-Te voy a decir una cosa: si vas a pegar a alguien, pégame a mí.

-¡Pero patrón! Usted no tiene la culpa

-El encargado tampoco, y eso no te importó ayer... así que ¡pégame! ¡Adelante! La primera es gratis

(Duda, mira al suelo, mira a la gente que nos rodea, cierra el puño, pero no se atreve a levantarlo)

-Como te he dicho, la primera es gratis. Haz el favor de mirarme a los ojos y atiende bien lo que te voy a decir: La primera es gratis; no me voy a mover, voy a recibirla. Pero ten clara una cosa: Más te vale tumbarme con esa primera; porque después empezaré yo, y te puedo asegurar que serán los 10 minutos más largos e inolvidables de tu vida.

(Le tiembla la mano; la había elevado un poco, pero ahora la deja caer inerte. Desvía la mirada al suelo; sabe que no faroleo, y que si se decide a soltar el puñetazo, no habrá vuelta atrás. Nunca nadie me había visto tan serio; y el usar un tono de voz grave, frío y calmado en lugar de gritar, les ha puesto los pelos de punta a todos. Le oigo sorber por la nariz, y con la voz temblona me dice lo siguiente)

-¡Perdóneme, patrón!

-No es conmigo con quien tienes que disculparte. Si él no ha querido decir nada, es porque tampoco te guarda rencor. Te dejaste llevar por el calentón, y tienes que saber que aunque es lo más fácil, también te puede traer muy malas consecuencias. ¡Anda! Pídele perdón a quien se lo tienes que pedir, y olvídemos todos este feo asunto ¿ok?

(Le tiendo la mano, me mira sorprendido, con los ojos vidriosos, y la estrecha)

-¡Patrón!

-Dime

-¿De verdad iba usted a recibir el golpe?

(Río maliciosamente)

-Antes de que pudieras tocarme, ya estarías en el suelo.

(Le sonrío a la vez que le guiño el ojo. Me devuelve la sonrisa)

-Creo que es la primera vez que alguien logra meterme el miedo en el cuerpo sin pegarme ni gritar.

-¡Anda! Volvamos al curro.

(El resto nos observan en silencio, y deciden volver a su tarea)

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