PRÓLOGO
Curioso el título
que el autor; amigo cercano de toda la vida, para más señas; ha elegido para su
obra literaria. “No soy yo, son tus sueños”. Recuerdo haberlo seleccionado entre la lista que nos ofreció para que
eligiéramos el que más nos gustara, pero ahora no sé muy bien por qué lo voté.
Quizás el
convencimiento de que era el mejor título posible me surgió al leer la palabra
“Sueños”. Y es que esta obra es la culminación de un sueño, un sueño hecho
realidad. Y no se tome como una frase hecha. Tómese como una realidad tangible.
Al menos según mi opinión personal y mi conocimiento de causa.
Y es que no sé
qué sueños más le quedan al autor por realizar. Desde siempre se ha obstinado
en identificarlos, en focalizar sus esfuerzos para encontrar la forma de
acercarse a ellos y, finalmente, en envolverlos hasta conquistarlos. Puede
parecer retórica, pero tantos años a su lado me han hecho admirar esa realidad.
Para quien no le
conozca, decir que es normal que en un cuerpo tan grande quepa, primero, un
enorme corazón, y además, una vida interior tan extensa y variopinta que se ve
reflejada en estos relatos que el lector podrá disfrutar tras este torpe
prólogo; desde un relato erótico a una poesía pasando por lo que nació como el
inicio de una novela.
Y es que son
muchas noches de insomnio, de experimentar, de que las ninfas de la literatura
le susurraran ideas para relatos, y que él fuera incapaz de irse a la cama sin
plasmarlas golpeteando el teclado de un ordenador, leyendo y releyendo,
modificando una palabra por aquí, una comparación literaria por allá, hasta
sentirse más o menos satisfecho con el resultado final.
Pero como además
es evidente que los escritos sólo sirven para ser leídos, casi al instante los
afortunados que formamos parte de su círculo de lectores, (nada que ver con la
famosa empresa vende-libros), podíamos gozar de cada una de sus creaciones
prácticamente con el cordón umbilical de papel aún unido al gestor.
Releer ahora
estos relatos, dejarme envolver de nuevo por amaneceres, guerreros derrotados,
cubitos de hielo, nombres de Dioses de otra época; supone para mí, y espero que
para ti, lector o lectora, un regalo muy agradable. Toques de realidad
mezclados con ficciones capaces de transportarte a otros mundos, a otras
habitaciones, a viejos institutos.
Don Quijotes y Dulcineas con nuevas
historias, Sirenas Varadas evocando algún que otro éxito musical de cierto
grupo por el que comparto admiración con el autor. En fin, fábulas y realidades
inventadas con las que poder disfrutar del placer de alejarse un poco en
perspectiva para vivir otras vidas, otros mundos.
Recomiendo no
leer el libro de corrido. No saltar de un relato a otro buscando batir el
record en letras leídas en una determinada cantidad de tiempo. Más bien al
contrario, leerlos uno por uno, degustarlos despacio, como cuando comes algo
que te gusta mucho y quieres que no se acabe, que dure el máximo posible, y te
relames con cada bocado. Leer y volver a releer, buscando ese detalle que te
perdiste la primera vez, metiéndote en la historia cada vez como si fuera la
primera para descubrir aspectos que te pasaron inadvertidos. Creo que es la
mejor forma de honrar al autor por el tiempo y la habilidad narrativa invertida
en cada uno.
Una habilidad no
aprendida en ninguna escuela, si no consideramos como escuela la propia vida.
Una capacidad de expresar por escrito sentimientos, opiniones, creencias; que
no fue enseñada por ningún maestro, o quizás por muchos a la vez. Como el adolescente
que decide aprender a tocar la guitarra, pero que no puede, o no quiere,
asistir a clases, y empieza a ensayar, a practicar, a rasgar las cuerdas hasta
que producen sonidos reconocibles, y después son capaces poco a poco de irse
sucediendo formando una melodía que acaricia los oídos (el autor estará de
acuerdo conmigo en que esta comparación le viene al pelo…), así es como las
letras y los párrafos se han ido sucediendo también en la creación de esta
obra, que no es sino un compendio de pequeñas obras de arte.
Como cuando se
abre el telón y la representación teatral va a comenzar, dispónganse a ver
desfilar un amplio ramillete de personajes y situaciones, sin prisas, sin
prejuicios, sin adelantarse al final de cada acto para dejarse sorprender por
cada uno de ellos.
Gracias, Josele,
por enseñarnos una vez más que perseguir los sueños no es una tarea
improductiva, sino que sus frutos pueden alegrar la existencia no sólo del
perseguidor, sino de la gente de su alrededor que disfruta tanto con la persecución,
como goza cuando ésta termina exitosamente.
No soy yo, son
tus sueños. No eres tú, son los míos.
Luis Ángel Jiménez
Qué preciosa y abrumadora descripción hace del autor y de estos futuros lectores, que le seguimos ansiosos desde hace ya algún tiempo. Muchas gracias por compartirlo :) - Jeje, yo no soy escritora ;)
ResponderEliminarSaludos
Dulce.
Y gracias por los consejos para la lectura
EliminarMuy bueno este prólogo José. Enhorabuena!
ResponderEliminarUn beso y mucha suerte con ese sueño cumplido.
Ha sido un placer escribirlo, y poder participar así de este sueño.
ResponderEliminarTan sólo pretendía no estropear la magnífica obra con un mal prólogo, espero al menos haberme acercado al objetivo. Gracias por vuestros comentarios.