miércoles, 6 de junio de 2012

Prólogo de "No soy yo, son tus sueños"

   A falta de una semana para tener en mis manos y distribuir mi primer libro, he querido compartir con vosotros el prólogo que me ha realizado un viejo y buen amigo a modo de introducción. Sirva esto para picaros.


PRÓLOGO
Curioso el título que el autor; amigo cercano de toda la vida, para más señas; ha elegido para su obra literaria. “No soy yo, son tus sueños”. Recuerdo haberlo seleccionado  entre la lista que nos ofreció para que eligiéramos el que más nos gustara, pero ahora no sé muy bien por qué lo voté.
Quizás el convencimiento de que era el mejor título posible me surgió al leer la palabra “Sueños”. Y es que esta obra es la culminación de un sueño, un sueño hecho realidad. Y no se tome como una frase hecha. Tómese como una realidad tangible. Al menos según mi opinión personal y mi conocimiento de causa.
Y es que no sé qué sueños más le quedan al autor por realizar. Desde siempre se ha obstinado en identificarlos, en focalizar sus esfuerzos para encontrar la forma de acercarse a ellos y, finalmente, en envolverlos hasta conquistarlos. Puede parecer retórica, pero tantos años a su lado me han hecho admirar esa realidad.
Para quien no le conozca, decir que es normal que en un cuerpo tan grande quepa, primero, un enorme corazón, y además, una vida interior tan extensa y variopinta que se ve reflejada en estos relatos que el lector podrá disfrutar tras este torpe prólogo; desde un relato erótico a una poesía pasando por lo que nació como el inicio de una novela.
Y es que son muchas noches de insomnio, de experimentar, de que las ninfas de la literatura le susurraran ideas para relatos, y que él fuera incapaz de irse a la cama sin plasmarlas golpeteando el teclado de un ordenador, leyendo y releyendo, modificando una palabra por aquí, una comparación literaria por allá, hasta sentirse más o menos satisfecho con el resultado final.
Pero como además es evidente que los escritos sólo sirven para ser leídos, casi al instante los afortunados que formamos parte de su círculo de lectores, (nada que ver con la famosa empresa vende-libros), podíamos gozar de cada una de sus creaciones prácticamente con el cordón umbilical de papel aún unido al gestor.
Releer ahora estos relatos, dejarme envolver de nuevo por amaneceres, guerreros derrotados, cubitos de hielo, nombres de Dioses de otra época; supone para mí, y espero que para ti, lector o lectora, un regalo muy agradable. Toques de realidad mezclados con ficciones capaces de transportarte a otros mundos, a otras habitaciones, a viejos institutos.
Don Quijotes y Dulcineas con nuevas historias, Sirenas Varadas evocando algún que otro éxito musical de cierto grupo por el que comparto admiración con el autor. En fin, fábulas y realidades inventadas con las que poder disfrutar del placer de alejarse un poco en perspectiva para vivir otras vidas, otros mundos.
Recomiendo no leer el libro de corrido. No saltar de un relato a otro buscando batir el record en letras leídas en una determinada cantidad de tiempo. Más bien al contrario, leerlos uno por uno, degustarlos despacio, como cuando comes algo que te gusta mucho y quieres que no se acabe, que dure el máximo posible, y te relames con cada bocado. Leer y volver a releer, buscando ese detalle que te perdiste la primera vez, metiéndote en la historia cada vez como si fuera la primera para descubrir aspectos que te pasaron inadvertidos. Creo que es la mejor forma de honrar al autor por el tiempo y la habilidad narrativa invertida en cada uno.
Una habilidad no aprendida en ninguna escuela, si no consideramos como escuela la propia vida. Una capacidad de expresar por escrito sentimientos, opiniones, creencias; que no fue enseñada por ningún maestro, o quizás por muchos a la vez. Como el adolescente que decide aprender a tocar la guitarra, pero que no puede, o no quiere, asistir a clases, y empieza a ensayar, a practicar, a rasgar las cuerdas hasta que producen sonidos reconocibles, y después son capaces poco a poco de irse sucediendo formando una melodía que acaricia los oídos (el autor estará de acuerdo conmigo en que esta comparación le viene al pelo…), así es como las letras y los párrafos se han ido sucediendo también en la creación de esta obra, que no es sino un compendio de pequeñas obras de arte.
Como cuando se abre el telón y la representación teatral va a comenzar, dispónganse a ver desfilar un amplio ramillete de personajes y situaciones, sin prisas, sin prejuicios, sin adelantarse al final de cada acto para dejarse sorprender por cada uno de ellos.
Gracias, Josele, por enseñarnos una vez más que perseguir los sueños no es una tarea improductiva, sino que sus frutos pueden alegrar la existencia no sólo del perseguidor, sino de la gente de su alrededor que disfruta tanto con la persecución, como goza cuando ésta termina exitosamente.

No soy yo, son tus sueños. No eres tú, son los míos.

Disfruten.

Luis Ángel Jiménez

4 comentarios:

  1. Qué preciosa y abrumadora descripción hace del autor y de estos futuros lectores, que le seguimos ansiosos desde hace ya algún tiempo. Muchas gracias por compartirlo :) - Jeje, yo no soy escritora ;)
    Saludos
    Dulce.

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    Respuestas
    1. Y gracias por los consejos para la lectura

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  2. Muy bueno este prólogo José. Enhorabuena!
    Un beso y mucha suerte con ese sueño cumplido.

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  3. Ha sido un placer escribirlo, y poder participar así de este sueño.
    Tan sólo pretendía no estropear la magnífica obra con un mal prólogo, espero al menos haberme acercado al objetivo. Gracias por vuestros comentarios.

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