domingo, 2 de diciembre de 2012

El Casting de Gran Hermano

   ¡Lo reconozco! Intenté entrar en la casa de Gran Hermano; y no una, si no hasta en 3 ocasiones. El programa en cuestión fue todo un boom en términos de audiencia y televisión (y creo firmemente que supuso el inicio del descenso a los infiernos en cuanto a programar televisivamente se refiere).

   Cuando empezó el programa, el concurso estaba claro: simplemente consistía en convivir con otras personas, y aguantar hasta el final; es decir, la esencia (en teoría) era el ser una persona capaz de convivir durante tres meses con 9 desconocidos (ahora creo que son 16 concursantes de golpe o algo así, no lo sé) y que les aguantes lo máximo posible, como ellos te pueden encontrar a ti una persona con la que sea fácil y agradable convivir.

   ¡Iluso de mi! Pronto vi que la gente es capaz de lo peor: de cuchichear, de planear estrategias para hacer la vida de sus "enemigos" lo más insoportable posible; ya no por el premio (300.000 Euros si no me equivoco, hace ya más de 5 años que no veo el programa), si no por el tirón mediático y la posibilidad de quedarse trabajando en televisión aunque sea de comentarista hablando de las miserias humanas ajenas (¿Verdad, Kiko Hernández?) sean verdad o no.

   Después de la tercera edición, una especialmente virulencia y plagada de violencia psico-emocional entre los concursantes, se redoblaron mis esfuerzos por querer entrar: y ahora os desvelo lo que pasó las dos veces que pasé la primera criba para seleccionar a los concursantes:

   La primera parte consiste en llamar a un número 902... en la cual, tras dar tus datos personales a una locución automática, te da una clave para hacer un test por internet. Una vez rellenado ese test (algunas preguntas son abiertas para que respondas lo que te venga en gana), te pueden llamar o no para citarte a un cásting ya en persona.

   El primer año que me presenté, era para entrar en la famosa tercera edición, pero no pasé del test de internet; al año siguiente ya sí que me citaron en el Hotel Cuzco, donde junto a otras 50 personas aproximadamente, nos hicieron sentar en una sala donde nos hacían firmar unos documentos en los que cedíamos nuestros derechos de imagen para el concurso y durante el año siguiente, además de rellenar otros papeles con datos de contacto de familiares, amigos, parejas y exparejas que pudieran ir a televisión a hablar de ti; y otro cuestionario más de unas 3 hojas con preguntas en algunos casos un tanto rocambolescas. Ese año, tras el test, volví a casa.

   Al tercer año que me presenté, me pasó lo mismo que el anterior, sólo que esta vez, tras pasar el cuestionario en la sala del hotel, me hicieron pasar a otra salita, donde me esperaba una mujer de unos treinta y pocos:

   "Tienes dos minutos para hacerme reír" Acto seguido, me levante de la silla y me dirigí a ella. "¿A donde vas?" Preguntó asustada. "¿A donde voy a ir? ¡A hacerte cosquillas!" Respondí. "Sin tocarme"... Sin tocarla... eché mano de mis mejores chistes cortos sin cortarme un pelo; contándole los más bestias y poniendo toda la carne en el asador. No sé si fueron los chistes, y el ver que me estaba esforzando y desesperando, pero el caso es que al final, al minuto y medio, empezó a sonreír.

   Acto seguido, me pidió que le resumiera mi vida en un minuto; era un ejercicio increíble de improvisación, pues la tía apenas me daba tiempo a reaccionar. Afortunadamente, mis años de vendedor me han servido para saber reaccionar ante casos así, cambiar la argumentación, saber volver la tortilla de un "pero" a un "pro", así que pude salir airoso y aún así sobrarme 15 segundos de tiempo. "¿Te casas en Marzo?" "Sí, a finales" "¿Y qué haces aquí?" "Para cuando me case, el concurso hace dos meses que ha terminado, y no he visto en las cláusulas ninguna línea que me prohíba casarme"

   Me dio un descanso de 5 minutos, y me hizo volver a entrar... no voy a entrar en detalles, pero sí os diré lo siguiente: Esta gente saben bastante de psicología, y se fijan en lo que les dices verbalmente, y en lo que no les dices, pero tu forma de expresarte, y tu lenguaje corporal te delatan. Digamos que fueron entre 5 y 10 minutos realmente intensos donde la buena mujer me estuvo presionando, atacando... iba a hacer daño, a tocar resortes emocionales bastante jodidos... Los primeros 30 segundos me dejaron paralizado, incrédulo por lo que estaba pasando; esta tía no tenía piedad; los 30 segundos siguientes me los pasé reprimiendo las ganas de saltarle a la yugular y pintar las paredes del cubículo con toda la sangre que pudiera contener su cuerpo. Para cuando empezó a correr el segundo minuto, ya me había dado cuenta de su juego. Me sonreí para mis adentros, y permití que mi personalidad de vendedor que mantiene la serenidad ante el más violento de los clientes (y creedme, en 15 años de profesión me he encontrado con cosas tan jodidas como clientes cogiéndome de las solapas, otros queriendo esperarme al cierre de tienda, o el caso de una familia gitana queriendo rajar a una cajera y tener que ponerte delante junto a varios compañeros; eso por no mencionar el haber atendido a clientes y compañeros como miembro del equipo de primeros auxilios, con un caso de infarto cerebral incluido en el lote).

   El caso es que fui aguantando el chaparrón impasible y, de repente, una pequeña bombillita se me encendió dentro de la cabeza: "¿Y si le doy carnaza, pero no de la que se espera?" A partir de entonces empecé a tirar de humor ácido, y provocaciones sutiles y no tan sutiles; pero sin caer en el error de insultarla o amenazarla con respuestas físicas. Debió de darse cuenta de la jugada, por que ya se lo empezó a tomar como algo personal. Vi la chispa de furia en sus ojos, y cómo tensaba la mandíbula; como empezó a atacar ya con insultos y elevando el tono de voz. "¿Sabes que te pones muy sexy cuando te enfadas?" "Lo siento, no te estaba prestando atención a lo que me decías, me estoy poniendo demasiado cachondo viéndote alterada" "¿Eres igual de fogosa en la intimidad? Porque si es así, eres la mujer de mi vida" Cada respuesta que le daba, la sacaba más de sus casillas; hasta que llegados a un momento, decidió parar (un alivio para mí, por que si seguía cargando más las tintas en mis respuestas, iba a acabar rozando el acoso, y eso ya no es divertido)

   "Hemos terminado" Me dijo "¿Ya está?" Sacudió la  cabeza en forma de afirmación, le estaba costando serenarse. Aunque fue un encierro breve, lo que había pasado allí era demasiado intenso, y yo mismo notaba mi sangre latir como loca dentro de mis sienes. "Entonces... ¿Estoy dentro o no? ¿O ya me llamarán?" Aventuré. "Lo siento, pero no entrarás" Me respondió "Eres demasiado pacífico para este programa, y no eres lo que buscamos. Queremos gente con la mecha más corta" "Si es así, me cago en tu puta madre ahora mismo con gritos y puñetazos en la pared" Respondí. Me sonrió, no era una sonrisa con malicia, parecía incluso tierna "lo siento, pero ya no cuela. No puedes fingir ser lo que no eres; y me has demostrado que tu auto-control es algo que te sale de forma natural. Puedes engañar a la gentes un día o dos, pero son tres meses de concurso; te acabaría estropeando la personalidad. Anda, ve a preparar tu boda, y esfuérzate por ser feliz"

   Tras ese último casting, tome la determinación no solo de no presentarme nunca más; a partir de ese día, me prometí a mi mismo el no volver a ver el programa en cuestión (promesa que he seguido cumpliendo hasta la fecha), y viendo la fauna que me van contando que entra, veo que tomé la decisión correcta. Poco a poco, la calidad del programa y su espíritu inicial, han ido cayendo en picado, al igual que el resto de contenidos de dicho canal de televisión. ¿Recordáis cuando Tele5 era "tu cadena amiga"? Pues nunca más; aquellos tiempos dudo mucho que vuelvan, y este programa en concreto, es de los que desencadeno la cloaca televisiva que es actualmente ese canal; el cual me jactaba de no ver en España, y me alegro hasta la saciedad que aquí no se pueda sintonizar.

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