lunes, 5 de noviembre de 2012

Desde el Exilio (VIII)

   La semana pasada comenté que tenía un pequeño problema de oídos taponados; pues bien, la cosa fue a más, y acabé con una otitis tan tremenda, que me impidió disfrutar todo lo que hubiese querido del concierto de José Luis Perales del día 1. El dolor fue tan intenso, que esa noche apenas pegué ojo, y la mañana del Viernes tuvimos que irnos a urgencias, donde me dijeron que la infección tenía incluso sangre, y que me la había provocado por un exceso de celo a la hora de limpiar mis oídos. Me pincharon un calmante, me dieron antibióticos, y a tirar. A día de hoy, aún tengo los oídos algo taponados (algo normal por lo visto, debido al cambio de altura y presión), y que me impide oír con claridad.

   Pero pasemos a hablar del concierto y el artista en cuestión. No recuerdo exactamente cuando empezó a gustarme, pero sí que desde niño ya estaba acostumbrado a oír sus canciones, por que mi madre lo ponía mucho en casa, y en los viajes en coche. La cosa era así: primero una cinta de cassette con la música infantil que escuchábamos mis hermanas y yo (Parchís, Enrique y Ana, Regaliz, Teresa Rabal, Los Payasos de la tele...), y luego una del gusto de mi madre (Perales, Pimpinela, Mocedades, Raphael...)

   Es curioso cómo, con el paso de los años, se me fueron quedando en la memoria grabadas a fuego las canciones de muchos de los artistas que escuchaba mi madre, pero Perales en concreto, me llegaba especialmente. De hecho, cuando me animé a escribir mi primer relato corto, el cual, sin pulir, presenté al concurso de literatura de mi instituto (contaba yo con 15 años), este fue inspirado por las canciones del artista conquense hasta el punto que dicho relato arrancaba con el estribillo de la canción "¿Y cómo es él?" (Por cierto, en dicho concurso quedé empatado con una chica de 2° de Bachillerato estando yo en 4° de ESO, ambos ganamos). Por desgracia, ese relato mecanografiado se perdió antes de que pudiera pasarlo a formato digital; una auténtica lástima. Tal vez algún día, escarbaré en los recovecos de mi memoria, y lo reescribiré con la ventaja de la madurez a la hora de escribir que me han dado los años.



   Con la misma canción tengo una anécdota laboral: Diciembre de 2000; en una cena de empresa en el Balcón de Rosales (la cena de Navidad, claro está), había un karaoke, y teníamos un compañero que solía arrancarse en todas las cenas a cantar canciones de Raphael, haciendo el chorra y pavoneándose mientras le imitaba, y esa cena no fue una excepción. Animado tal vez por las varias cervezas consumidas, por que quería demostrar que yo también sabía cantar (por aquella época, era un asiduo de los karaokes en Torrejón, donde fui aprendiendo, puliendo mi estilo, comprobando qué artistas se me daban bien y cuales no...), o no sé... el caso es que salí a cantar la canción en cuestión. Recuerdo que, animados por los efluvios etílicos, todo el mundo empezó a chillar y jalear en plan cachondeo; sin embargo, un compañero decía: "¡Oye, dejad de chillar! No lo está haciendo precisamente mal, y con el cachondeo y los gritos, no os estáis dando cuenta" Llegó la parte complicada de la canción: esa que dice "Él estará esperando para amarte, y yo estaré celoso de perderte, y abrígate, te sienta bien ese vestido gris. Sonríete, que no sospeche que has llorado, y déjame que vaya preparando mi equipaje, y perdóname si te hago otra pregunta". No sé si lo habéis notado en la canción, pero hay subidas y bajadas de tono brutales, notas sostenidas que no son tan fáciles de mantener, se juega incluso con el volumen, y a poco desparpajo que tengas, la canción invita a gesticular y a acompañar con expresión corporal la canción. Es una parte bastante complicada de interpretar, y más difícil aún hacerlo bien; estaba nervioso y temía hacer el ridículo, y más dándome cuenta que esa parte me suele costar mucho y me suelo ahogar; así que me esforcé y puse toda mi concentración en esa parte; si la gente se dio cuenta o no de mi sorpresa al descubrir que me había salido sin problemas, no lo sabré, por que nadie me lo dijo. Terminé la canción, y cerré los ojos a la vez que pensaba: "¡Qué ridículo! La he cagado de fijo; no vuelvo a subirme bebido a un escenario. ¡A ver cómo miro mañana a la gente a la cara!" Para mi sorpresa, al abrir los ojos, todo el mundo estaba en pie aplaudiendo, y yo no podía salir de mi estupor. ¿Tan bien lo había hecho? Al parecer sí; el que por aquél entonces era mi jefe vino corriendo hacia mí diciendo: "Ha nacido una estrella, ¡Qué calladito te lo tenías!", y ahí empezó una racha en la cual, siempre que hacíamos una cena con barbacoa en la reserva en verano, se alquilaba un Karaoke.

   Pero no es la única canción de Perales que conocía por aquel entonces. Las siguientes fueron canciones que sonaban mucho en mis cascos cuando iba en tren al trabajo.





   Canción esta un poco cruel a la hora de retratar la situación, pero que nos demuestra que cierto tipo de historias cotidianas, por desgracia no son nuevas.



  Para mí una de las canciones de amor por excelencia. Es de las poquitas que he logrado sacar a la guitarra sin ayuda. Y es que en realidad, y como él manifestó en el concierto, cuando las canciones nacen, lo hacen de forma desnuda y sencilla: Una guitarra y una voz, y en muchos casos, con notas bien sencillas.



   Esta canción era de las que más escuchaba, y le tengo especial cariño. Tal vez por que yo también tiendo a la introspección y melancolía cuando escribo y esos sentimientos afloran con mayor facilidad en Otoño, a lo mejor tiene que ver el hecho de que yo naciese en Otoño... ¡Quién sabe!



   José Luis Perales siempre ha sido una persona muy comprometida con Aldeas Infantiles, y esta es una de las primeras canciones cuyos beneficios dedicó a la organización. La canción no tiene desperdicio.



   Esta canción es una respuesta con estilo cuando alguien nos deja. Hubo un tiempo en que sonó muy insistentemente en mi radio, e incluso sustituyó a "¿Y cómo es él?" dentro de mi repertorio de Karaoke.



   Esta canción es todo un himno, y tiene la ocasión de cantar conjuntamente con Mocedades. De hecho, en mi parroquia se estuvo escuchando bastante en su día.



   Balada triste donde las haya, donde se expresa con dolor desgarrado lo que se siente al decirle adiós a alguien a quien tanto se ha querido.



   Hace mucho que no se le oye cantar esta, pero bueno, es una forma de demostrar que él no solo canta canciones tristes.







    Más adelante, empecé a escuchar cada vez más canciones del autor. Como dato curioso (aunque supongo que lo sabréis ya), diré que José Luis Perales en realidad era compositor, a él jamás se le pasó por la cabeza el cantar. Pero hubo una canción en concreto (creo que era para Julio Iglesias, y creo que se trata de "¿Y cómo es él?", pero no me hagáis mucho caso) que el artista en cuestión se negó en redondo a interpretar, y era una pena, por que la canción era preciosa. Entonces su círculo de amistades le animó a que fuera él mismo quien la cantase; el resto, como veis, ha venido rodado.

   

   La verdad es que las letras de Perales siempre han tenido un gran mensaje, y no he dudado en utilizar canciones suyas para mis catequesis; "Y compraré" es una de ellas.





    Alguna pareja que otra tuvo celos también de mi guitarra. ¡Anda! Pues me había equivocado, la canción que le lanzó de la composición a la interpretación fue esta. Acabo de coger en brazos a Nico para que se calmase un poco, y mientras se la cantaba, el estaba riéndose con su cara de pillo habitual, y me ha sido imposible seguir cantando, me ha dado el ataque de risa.





   De esas veces que el corazón nos la juega y le preguntamos simplemente ¿Por qué?



   De uno de sus últimos trabajos. José Luis Perales es uno de los pocos artistas españoles que se confiesa creyente, incluso con la que nos está cayendo últimamente, y no duda en demostrarlo de vez en cuando con sus canciones.



   Por que el amor es algo que se puede vivir a cualquier edad, y de distintas maneras. Esta canción me tuvo enamorado durante todo un año.

   Por las fechas en que salió el disco que contenía las anteriores canciones, llegó por fin internet a mi vida, y la información estaba a un golpe de click de ratón. Ahí fue cuando con estupor, descubría que la siguiente canción (que yo atribuía a Jeanette), era suya.



   He puesto esta versión en la que hacía el dueto con La Oreja de Van Gogh, por que es una versión que me llamó muchísimo la atención por el contrapunto que hacen Perales y Amaia Montero, no me imaginaba a este poeta de la lírica triste capaz de ser tan rockero.

   Hará cosa de un año, vi un recopilatorio que era un concierto que dio en el teatro "Rex" de Argentina, el mismo teatro donde según él, debutó hace ya unos añitos. En dicho disco, redescubrí la siguiente canción:



    Pero no sólo eso, si no que además me supuso descubrir esta canción:



   Una canción similar a "Un ángel de cristal" de Camela, y que nos puede recordar a "Penélope" de Serrat o "El Muelle de San Blas" de Maná. Por razones obvias, me quedo con la de Perales.

   Recientemente, y antes de marcharnos, tuvimos la ocasión de festejar las bodas de plata de dos amigos de la parroquia, y nos pidieron dos canciones de Perales. La primera fue esta:



   Todo un descubrimiento para los jóvenes de mi parroquia. La carta a los Corintios siempre les ha encantado, pero el encontrársela encima en forma de canción, fue la catarsis para algunos. Apenas tuve tiempo de adaptarla en condiciones, por lo que hubo momentos en los que me quedé sólo. La garganta me pasó factura al día siguiente. Pero eso no fue todo, tras la ceremonia, y antes del ágape con el que nos regalaron los protagonistas, y a petición de estos, me tocó interpretar la siguiente canción:



   Me puse un poco bastante nervioso; una cosa es tocar en misa, que más o menos la gente va a la suya, pero aquí tenía todas las miradas y oídos puestos en mí, y estaba totalmente sólo con mi guitarra. Creo que en la vida me ha temblado tanto el pulso y me he esforzado para que no se notase. No sé cual sería el resultado final (dicen que se me grabó en vídeo, así que tarde o temprano se verá en Youtube y podréis juzgar). Me recordó un poco al estado de nervios que tuve años antes en aquella cena de empresa.



   El pasado día 1 de Noviembre, José Luis Perales daba un concierto aquí en Panamá, y decidimos ir. Tiene gracia que siendo una artista al que le llevo escuchando toda mi vida, y que tanto ha influido artísticamente en mí, no le haya ido a ver ni una sola vez (tampoco es que se le haya publicitado tanto en España como a otros ¿Tendrá algo que ver el hecho de que se confiese públicamente creyente?), y sin embargo, haya tenido la ocasión de verle aquí en Panamá.

   Todo hay que decirlo: LLENÓ por completo el teatro; es un artista al cual se le aprecia y quiere mucho en latinoamérica como pude comprobar, y que puso en pié al teatro en pleno, y eso me enorgulleció bastante. Tiene un directo bastante majo, con un equipo de músicos totalmente envidiable. Cuando interpretaron "Amada mía", miré a Portal y le dije con cierta acidez: "¡Vamos, igualito a como lo hice yo en las bodas de plata de Diego!", y es que, sinceramente, no había ni punto de comparación. El personal del teatro no daba abasto para decirle a la gente que estaba prohibido filmar o sacar fotografías; de nada sirvió, hubo un momento en el que absolutamente todo el mundo estaba grabando.


    En condiciones normales, le habría echado un poco de cara, y habría intentado abrirme paso hasta los camerinos para hablar con él con la excusa "Soy Español, soy compatriota suyo" e intentar usar mis años de experiencia en comercio para negociar mi entrada. Allí le habría manifestado mi admiración, lo que su música y trabajo ha significado para mí, y habría intentado que grabase un par de mensajes para mi madre y un par de amigos... en condiciones normales, claro. Pero el dolor de mi oído se iba acrecentando, haciéndome imposible permanecer allí por más tiempo, además, temía una avalancha humana (recuerdo que el teatro estaba lleno a rebosar), y mi prioridad era mantener a Nico protegido. Una lástima, pero espero que hayan más ocasiones futuras.



1 comentario:

  1. Yo también crecí con sus canciones, entre las cintas que ponían mis padres en el coche y los primeros acordes que le conseguía sacar a mi guitarra a la tierna edad de 11 años. Un maestro de la lírica hecha melodía,no hay ni habrá otro igual. Ojalá alguna vez pueda disfrutar también de su directo.

    Muchos besos a los 3 desde "el otro lado".

    ResponderEliminar