lunes, 28 de noviembre de 2016

Día 225


     Sacudiéndome la pereza, vuelvo al gym. Veo que en el finde he recuperado 400 gramos, pero no me preocupa, pues no es uno o dos kilos; ¡A entrenar!


     Iba a ir suave, pero una vez que entras en calor y el sueño se va, te empiezas a emocionar y... que otro día que supero las 3 horas de entrenamiento cuando tenía en mente hacer 2 como mucho.


     He de reconocer que es duro venir a entrenar sólo, y que me gustaría tener un compañero de entrenamiento, ya sabéis: alguien en quien apoyarte y que te anime a ir aunque ese día no te apetezca y quieras holgazanear, alguien que te anime a hacer una repetición o serie más, alguien que te controle y vigile para que no te lesiones, o que te frene y te diga que ya es suficiente por hoy; y a la vez, ser tu lo mismo para esa persona. Sin embargo, siempre he entrenado sólo, sin compañía, por lo que la motivación me la he tenido que dar yo mismo; sólo tuve compañero una vez, y lo siento mucho, pero se le iba mucho la fuerza por la boca, y sólo me aguantó dos sesiones (lo siento, pero si vas a entrenar, vas a entrenar; no a ir media hora a estar simplemente sentado en la máquina/banca charlando y haciendo sólo una serie sin peso); NO quiero alguien así entrenando conmigo. Lo siento si soy radical, pero o entrenas, o entrenas; lo demás no me sirve.

     Poco a poco, voy acercándome a mi meta; cuando empecé está aventura, pesaba 170 kgs y gastaba una 64 de pantalón; a día de hoy, estoy en 152 kgs, gastando una 58 que ya se me cae y bajando. Aún me queda camino por recorrer, miro al horizonte, y veo la meta aún lejana. Pero eso no me desanima; miro hacia atrás y veo lo ya recorrido, y sé que esa distancia antes estaba delante, sumándose a la que tengo actualmente. "Ya queda menos" me digo "y con ayuda o sin ella, pienso lograrlo"

     ¡¡Buenos días de Lunes!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario