sábado, 13 de octubre de 2012

Desde el Exilio

   Buenas noches, son las 3:38 am hora local (10:30 am en España), y tras darle a Nico su biberón nocturno, y lograr que se duerma, paso a contaros el periplo. (Escribir con mis dedazos en el mini-portátil de Portal y a oscuras es toda una proeza, ojo)

   En la zona de embarque me llamó poderosamente la atención la cantidad de judíos que pude encontrarme camino de nuestro vuelo. Me sorprendió por que en mis 32 años de existencia, habré visto como mucho en España 1 o 2, por lo que encontrarme a tantos era toda una novedad, en la fila paralela a la nuestra, había un joven el  cual se arremangó el brazo izquierdo, se ató a este una especie de cuadrado con una cinta de cuero, y contó las vueltas que esta le daba al brazo; supuse que se trataría del equivalente al Rosario Católico, pues en seguida se puso a rezar. Acto seguido, se descalzó, y se puso en una posición semitumbada con los pies apoyados en la pared frontal.

   Nico tenía que ir atado a uno de nosotros durante el despegue con un cinturón especial; me llamó la atención agradablemente el ver que no protestó ni se encontraba incómodo. Justo enfrente nuestra estaba la pantalla en la que se nos indicaría en todo momento por donde iba el vuelo; siendo uno transoceánico de unas 10 horas,  me preparé para tomármelo con calma. En seguida el peque llamó la atención de todo el mundo; no porque se echase a llorar y berrear, si no por sus ojos, y por que le sonreía a todo aquel que se le quedaba mirando.

   Fue curioso ver durante el vuelo a los judíos ir de una punta a la otra del avión como si tal cosa, la verdad es que a mí no me apetecía nada ponerme a pasear (tener la cuna del avión donde Nicolás dormía  justo delante también ayudaba a que no me apeteciese demasiado levantarme), tal vez les ponía nerviosos volar, tal vez querían ver a sus amigos, pues ocupaban aproximadamente medio avión, e iban repartidos entre clase bussiness y turista,,, no lo sé. Durante el vuelo pude leerme uno de los últimos cómics que compré en Gen X dos días antes, el último "El Jueves" que compré, y empecé a leerme "50 sombras de Grey" (bastante malo, por cierto, pero eso ya lo contaré otro día) Alterné la lectura con vistazos a la pantalla donde ponía por donde íbamos, y ver las dos películas que nos pusieron a bordo (a cada cual más mala); Una de ellas era "One for the money", y la otra era una muy rara sobre un niño huérfano que está en los boy scouts y una niña pija (y bastante borde e insoportable, en cada escena que aparecía tenía unas ganas tremendas de pisotearle la mandíbula para que no hablase más) que se escapan y se enamoran; también sale Bruce Willis, del cual no puedo reconocer una sola película buena.Esta segunda la vi a trozos, pero era una peli rara y mala, así que no le presté mayor atención; además, mi amigo el judío estaba haciendo gala de una pésima educación: Para empezar, casi todo el tiempo tuvo el móvil encendido, incluso durante el despegue y aterrizaje, a pesar de las continuas peticiones de la tripulación del vuelo, luego los paseos, después el poner los pies en casi en el techo, el mirar por encima del hombro a la azafata, el andar de paseo durante las turbulencias... ¡vamos, una joya de chaval!

   Tras un trayecto ya interminable, llegamos a espacio aéreo Panameño sólo para ver que el aterrizaje se retrasaba una hora más debido a que había una fuerte tormenta que desaconsejaba el despegue o aterrizaje de cualquier avión, por lo que estuvimos dando vueltas durante todo ese tiempo con la dolorosa presión en los oídos. Al aterrizar (00:20 de la noche en España) nos tocó dirigirnos a inmigración a que nos sellasen los pasaportes... mucha calma por parte de la gente de Inmigración; tardamos unos 15 minutos debido a su parsimonia, y después tocó la prueba de fuego: la aduana. El día anterior, un amigo nos regaló una cesta con productos españoles que en Panamá o no se ven, o son caros de cojones: Un jamón, chorizo, salchichón, lomo, queso semicurado, cerveza mahou y sidra natural asturiana. Nuestras maletas ya iban bastante llenas, así que decidimos llevarnos el chorizo, salchichón, lomo y queso, que iban envasados al vacío y en una de las maletas facturadas; el jamón no cabía, y las botellas de cristal se habrían roto por el camino. En el documento que nos hicieron rellenar, pusimos que llevábamos alimentos (es una declaración jurada, y las maletas iban a pasar por rayos x, por lo que si mentíamos, nos la jugábamos), mejor ir con la verdad por delante. Pude ver que a una familia oriental (chinos, vamos) les llevaban aparte, les hacían abrir las maletas y les tiraban a la basura los alimentos. Imaginaba lo mismo para nosotros,  cuando nos tocó el turno. Nico obró el milagro: estaba despierto, con los ojos abiertos de par en par y esbozando la mejor de sus sonrisas, por lo que la agente de aduanas miró por encima, el documento, ni miró la pantalla de las maletas y se dedicó a hacerle cucamonas al niño.
 
   Pasó el peligro. Dos maleteros del aeropuerto cargaron nuestras maletas en carros, y nos acompañaron al taxi (pick-up lo llaman aquí), el cual era un todo terreno con carga trasera cubierta con lona. Tras ayudarnos a cargar (¡ojo, que esto nosotros no lo habíamos pedido en ningún momento), Portal les dió la propina: Dos billetes de Dólar. Ellos pusieron mala cara, y ella les dió un billete más; "No tengo más" dijo,  (y era verdad, el  dinero lo teníamos muy guardado e innacesible, y a mí me miraron con desprecio cuando les ofrecí los Euros que llevaba encima), no obstante, yo desconocía el valor de un dólar aquí, por lo que estaba un poco desconcertado por su reacción. El taxista enviado por la empresa nos llevó al hotel; un tío majo y conversador. Panamá es un país que gasta bastante menos que España en alumbrar sus carreteras, y como a las 19:00 hora local ya es noche cerrada, pude ver poco paisaje. Sí que nos encontramos atasco en la carretera de peaje que iba en dirección contraria a la nuestra, cosa bastante inusual de ver en España. Llegamos a la capital, a la zona donde nos alojamos (distrito financiero, así que os lo podéis imaginar), mucho rascacielos (muchos), mucha iluminación, y conducción bastante agresiva. Al bajar del taxi nos encontramos con la atmósfera del lugar: calor, y humedad, lo cual me recordó a las zonas costeras de levante, y esto contrastó con el interior del hotel: Aire acondicionado a todo trapo; tuve que abrigar a Nicolás con la chaqueta de mi hermana, por que empezó a tiritar un poco.

   Tras el "check-in", tocó ir a nuestra habitación, donde depositaron nuestras maletas (9 maletones, más la cuna de viaje plegada, más mi guitarra) y bajamos la potencia del aire. Me dejé caer en la cama rendido (01:30 am en España), pero aún teníamos que ir al hotel de mi hermana, el cual estaba a escasos 5 minutos a pie.

   Definitivamente, esto no es Europa; las aceras, cuando las hay, están totalmente destrozadas, con socavones y desniveles, apenas hay papeleras, y los pasos de peatones están casi borrados, ¡Imagináos la odisea de dar un paseo con el carrito del niño! Llegamos al hotel de mi hermana, bastante más lujoso que el nuestro (la jodía pilló una oferta por internet por la cual le sale toda la estancia por el mismo precio que ellos facturan una sola noche en la más cutre de sus habitaciones, ¡eso es tener suerte!) y nos vamos a su habitación en la planta 26 (Creo que tiene 40 plantas el bicho, no lo sé).

   Tras dejar mi hermana sus cosas, decidimos salir a cenar algo rápido e irnos a la cama. Al lado del hotel hay un KFC (Kentucky Fried Chicken), así que nos vamos allí a cenar, nos apetece sentarnos un poco. NO tiene nada que ver con lo que hay en España; hay más variedad de producto (En España tenemos sólo una hambuguesa, un wrap, el rebozado tradicional y el picante; aquí hay rebozados, dos hamburguesas, tres wraps, una especie de sandwich y cordon bleu (os lo describiría, pero aún así, no os lo imaginaríais)... Luego están las bebidas: En Panamá en general prolifera la Pepsi (mucho más dulce que la que acostumbramos a tomar en España), luego el refresco de naranja (delicioso, de densidad un poco inferior al Sunny y con menos gas que la Fanta) y un refresco de Fresa. Olvidáos de la Fanta Limón, aquí no existe. Tras una fugaz cena, nos dirigimos a nuestros respectivos hoteles.

   El "Jet-lag" entre otras cosas, te deja bastante desorientado no sólo en lo psicológico, si no también en lo físico; hay que tener en cuenta que aquí son siete horas menos que en España, y que amanece y anochece antes. Con estos antecedentes, no os extrañará que a las 4:00 am estuviéramos despiertos y hambrientos (y hasta las 6:30 am no abren las cafeterías del hotel), Nico lo tuvo fácil con el biberón, pero nosotros estábamos a punto de asaltar el mini bar; si no lo hicimos, es por que no está incluido en el precio de la habitación, y os podéis imaginar lo que cobran.

   Hago una pequeña pausa para comentar que la moneda que se usa aquí es el Dólar americano, y el Balboa, del mismo valor monetario, por lo que a partir de ahora, los precios os podéis hacer a la idea de que son en dólares el cual está ligeramente por debajo del Euro.

   Bajamos a desayunar, y lo primero que me llama la atención es el zumo de naranja. ¡Qué delicia! Un sabor intenso, apenas ácido, tenían razón los compañeros que me decían que en latinoamérica el sabor de la fruta es más intenso y delicioso; ¡No podía dejar de beberlo! Entre otras cosas, tienen una especie de donnut que no tiene azúcar ni nada dulce, el cual se abre por la mitad, se mete en el tostador, y se usa como para hacer sandwiches, también tienen Müesli casero y te hacen los gofres (waffles les llaman aquí) en el acto. Probé los batidos de soja; no tienen tampoco nada que ver con lo que nos hacen en España; el de vainilla es ligeramente más dulzón, pero sin tener el sabor tan empalagoso a vainilla que tienen los de España.

   Tras desayunar y ducharnos, salimos a buscar a Eva. ¡Impresionante! Son las 9:00 de la mañana, y hace el mismo calor que en España en Agosto a eso del mediodía. En 5 minutos escasos estoy sudando a chorros y he empapado la camiseta; dice Portal que es normal, que una vez que me aclimate, se me pasará y ya no sudaré tanto, pero... paseamos por la zona, y por el barrio por donde está la delegación donde Portal trabaja; es la zona más similar a Europa que hay en la ciudad, aunque con las aceras dejando bastante que desear. Termino haciéndome un experto en "Bebe-Rally", y Nico se habitúa rápido a las irregularidades del terreno. Es un bebé muy llamativo: tan blanquito, tan rubio, con esos ojazos tan azules, y tan simpático. Es un niño muy seductor; como el padre, pero en bebé.

   Entramos en una semi-farmacia que es a la vez como una tienda de los chinos de esas grandes que empiezan a haber en Torrejón, y compramos agua mineral para los biberones. Veo una gran variedad de bebidas propias de aquí, pero decidimos esperar a tomarnos algo en otro lugar. Los precios, por cierto, no son nada baratos, llegando a encontrarme un frasco de Nutella por 5,85$. Vamos a una cafetería a refrescarnos. Una cosa que llama la atención es que, excepto en sitios de comida rápida, está la costumbre de ponerle al cliente un vaso de agua fría con mucho hielo antes de consumir nada. Es un tremendo detalle que en España no veré jamás ni de lejos. Eva y Portal piden zumos de Naranja y Piña, y yo una Balboa, la cerveza que más se toma en el país; ya que voy a vivir aquí, será mejor que me vaya acostumbrando a lo que se toma; de color más bien marrón, tiene un sabor que me recuerda mucho a la Cruzcampo. Tras tomar (aquí se dice "tomar" en lugar de "beber"), pedimos la cuenta: 7,90$, incluyendo propina e impuestos. La propina es opcional, pero te la ponen de todos modos y observo que en todas partes (tiendas, bares, restaurantes...) tienen carteles en los que te dicen que tengas pidas la factura y te ahorres la multa. Explicación: Antes no habían impuestos en este país, y cuando se implantó el equivalente al IVA español (7% damas y caballeros frente al 21% en España) la gente pasaba de pagarlo; así que el gobierno tomó la decisión "O pagas, o pagas" así, que interconectaron todos los comercios, bares y restaurantes al equivalente a nuestra Hacienda. Para demostrar que pagas impuestos, tienes que tener el ticket de compra o factura, de lo contrario, multa al canto. Seguimos caminando cuando nos llama la agente inmobiliaria; tenemos varias visitas para ver viviendas, y nos recogerá a las 12:15 en el Hotel, por lo que decidimos volver allí, y así poder darme una ducha. Son las 11:00 de la mañana y estoy totalmente empapado en sudor. El sol salió a las 6:00 y a las 9:30 como os dije, hacía un calor tremendo, así que imagináoslo en ese momento.
   Llegamos a la habitación, y tras quitarme la camiseta que me puse limpia por la mañana y escurrirla, me doy una ducha con agua fría que me sabe a gloria. Nos llama la de la inmobiliaria; al parecer el día anterior hubo una explosión en el Hotel Hilton, y los propietarios de las viviendas no quieren salir de sus casas por que está todo colapsado, por lo que hasta el día siguiente no será posible hacer visita alguna. Nos asomamos por la ventana y vemos que llueve, por lo que decidimos hacer tiempo viendo el vídeo del campamento de este verano (¡Buen trabajo, príncipe Héctor! Nos reímos bastante, aunque nos dio un poquito de morriña el verles a todos). Para de llover y nos dirigimos a comer. Pedimos unos emparedados (creí erróneamente que se trataba de un sandwich, pero, como os lo describiré a continuación, estaba muy equivocado) los cuales consistían en los ingredientes metidos tal cual en una especie de empanada; no es hojaldre, si no algo a medio camino entre el hojaldre de la empanada, y el pan; los que hayáis probado las empanadas asturianas, sabréis a qué me refiero. También pedimos "Patacones" pues tenía curiosidad por saber lo que era. Se trata de rodajas de plátano macho aplastadas en forma de medallón y fritas en aceite muy caliente. En la mesa había Ketchup, y una salsa picante que tiene en gran parte Ají, el cual ¡PICA DE COJONES! Pedí para beber Limonada casera, algo que al parecer también es bastante popular, y que consiste en Zumo de limón con mucha azúcar, muy diluido en agua, y con una guinda; refresca mucho, pero frente al Ají, no es suficiente. Mi hermana pide una Coca Cola, y yo una Pepsi; las botellas son de 354ml y ambas, en comparación con las que consumimos en España, son auténticas bombas de azúcar. Viendo esto, no me sorprende que en Estados Unidos haya unas tasas de Diabetes tan elevadas. De postre pido un "Tres leches", el cual es un bizcocho muy esponjoso debido a la elevada cantidad de leche que le han puesto a la hora de elaborarlo, con leche condensada entre las capas, y nata montada en la zona superior... Acabo de consumir azúcar como para cagar gominolas durante todo el día. Portal pide piña, y yo esperaba las típicas dos rodajitas.... ¡Ja! Media piña pelada, así, en mazacote. Eva pidió un brownie, el cual se les había quemado. Habríamos protestado, pero la camarera que nos atendió tenía una cara de odiar al mundo entero, así que nos acojonamos un poquito y lo dejamos pasar.

   ¡Jodío Jet-Lag! estamos hechos polvo, y nos volvemos a los hoteles a dormir un poco de siesta; a mí me duelen los párpados incluso. Llegamos a la habitación a las 15:00, cierro los ojos y... Nico nos despierta a las 18:15; tiene hambre (¡pobrecito!) y con mucho esfuerzo, nos levantamos de la cama. Le damos el biberón, y buscamos a Eva a su Hotel para dar otro paseo, ya que hoy, la búsqueda de vivienda es imposible. Parece que en su hotel va a haber algún tipo de gala, pues está lleno de gente vestida así como de fiesta, como las de los famosillos en España; mucha "gente guapa", mucho vestido de fiesta... y mucha silicona, en la vida he visto tanta teta operada junta, de esas que les pegas un bocado, y te rebotan los dientes para atrás.

   Nos dedicamos a caminar y ver las calles, y la zona. Más de lo mismo que por la mañana; aunque es noche cerrada ya, sigue haciendo mucho calor, y las calles siguen estando muy mal asfaltadas; con irregularidades y socavones por doquier. Por casualidad, llegamos al Hilton, donde los bomberos siguen afanados por intentar salvar lo que se pueda. Al parecer, el hotel está aún en construcción, en el sótano guardaban los muebles, pero hubo un cortocircuito que originó el desastre. Decidimos que ya estamos cansados de tanto paseo, que hace calor y nos duelen los pies, por lo que acompañamos a Eva a su Hotel, nos tomamos previamente unas sodas en el KFC, y volvemos a nuestra habitación, donde me doy una última ducha antes de acostarme.

   Me dicen que esto es normal los primeros días, hasta que el cuerpo se aclimata, y ya llega un momento que dejas de sudar tanto... Estoy deseando que ese día llegue.

   De momento no puedo subir fotos, por que el WIFI del hotel deja bastante que desear; por lo visto la cosa mejorará bastante una vez que estemos instalados en nuestro apartamento y tengamos nuestra propia conexión a internet; entonces, ya podré enseñaros fotos del lugar, y podré contaros más cosas.

2 comentarios:

  1. Vaya, toda una odisea. Tened cuidado que cuando Nico crezca un poco se va a llevar de calle a todas las panameñas jeje. Os iremos contando nuestras andanzas desde "el otro lado", de momento mi única novedad es que tengo una nueva alumna de gaita ( Portal, tu plaza está más que reservada para cuando vuelvas ).

    Muchos besos chicos.

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  2. muy interesante, gracias por compartir con nosotros, tus experiencias.

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